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Simplemente quería ser… fotoperiodista

 

Siempre me interesó la actualidad internacional: había una revista llamada Photo Reporter que todos los meses traía las fotos de las mejores agencias del mundo (en aquel momento de conflictos como el de la invasión rusa de Afganistán o la revolución nicaragüense). Y supongo que fue entonces cuando me entró el gusanillo de que a mí me gustaría hacer ese tipo de fotografías y conocer otros países, otras costumbres y sobre todo acercarme a las personas que padecen y sufren las consecuencias de la estupidez humana.

 

Simplemente quería ser… fotoperiodista.

 

Esta profesión me ha permitido conocer lo mejor y lo peor del ser humano.

 

Mi manera de expresar la fotografía pasa por un respeto y acercamiento lo mas humano posible a las personas, integrarme con la gente y las situaciones que tengo que fotografiar. Conseguir que confíen en mí, que me tramitan lo que sienten.

 

El retrato en el reportaje es algo que me atrae especialmente. Las caras, las miradas, tienen mucha información, están marcadas por su propia historia. Acercarme a las personas para saber qué sienten, lo que han sufrido o simplemente cómo les va.

 

Después de treinta años trabajando en este oficio y vivirlos de una forma intensa lo único que puedo decir es que me sigue provocando igual que el primer día que cogí la cámara.

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