Este blog no la tiene. Tampoco el tráfico que atesta la Calle de la Cruz. Una caravana detenida. Nadie escapa. Ni los tubos de escape, que llenan la estrecha calle con el olor y el tacto caliente de sus vapores. Dentro de cada coche, la radio llena la cabeza de su respectivo conductor con el olor y el tacto caliente de cientos de palabras. La contaminación. El intento de ir a alguna parte. Crisis. Desplome. Trabajadores cesados. Una mujer con corbata corre con un maletín. Me cruzo con barbudos que extienden la mano. Cada vez más gente que extiende la mano. Algunos peatones caminan con chalecos de lana, otros en camiseta. No hay manera de aclararse con el frío y el calor. Vienen, regresan. No se definen. Los que antes prometían algo ahora afirman lo contrario. Luchan por lo contrario con la misma pasión teatral de los viejos tiempos. Apenas ayer. Unas horas. Ahora mismo. Sin continuidad.
