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Mientras tantoSobre la amistad también: Cuando podíamos ir a los vares bien

Sobre la amistad también: Cuando podíamos ir a los vares bien


*

El miedo es vital para que las preguntas lleguen; el miedo, la duda y la emoción. Y en el fondo, no hay más que preguntas. Un carácter es una pregunta sostenida, una duda que retorna y acaba tomando cuerpo.

Lluvia oblicua, Ignacio Castro Rey


Me aburrieron mucho los bares, eso de quedar en los bares. Llegábamos a una mesa y en torno a ella pedíamos cervezas o lo que fuera y un vaso de agua o dos para mí.

Hablábamos de cosas de fuera, alejadas.

Nunca pusimos encima de la mesa nuestra amistad.

No hablábamos de nuestros sentimientos, interiores.

Ahora que lo pienso y escribo ni siquiera sé por qué ellos se llaman como se llaman.

No sé cómo se decidió que se llamasen así antes de que empezaran a existir y coincidiéramos nosotros, afortunadamente, años después.

Cuando nos llamábamos decíamos un nombre repetido e igual en miles de mesas cuadradas y vasos llenos, ruidos y risas, exteriores abundantes. Llamándose y llamándonos repetidamente.


Me gustaba salir fuera a fumar, aunque no fumaba, pero me gustaba salir fuera a fumar para ver si cambiaba algo al estar fuera del bar con los que fumaban.

Al volver observaba el resto de las mesas sentadas sobre el suelo y ningún vaso caído.

Ahora, que avanzamos por fases y los vares buelben, quizás sí ocurra más lo que en las sillas de cuatro patas no. Quizás ahora, que los bares no pueden poblarse como si fueran hogares repletos o parroquias de pueblo rebosantes, habrá que esperar demasiado tiempo fuera para entrar.


Me acuerdo de una tarde, estábamos en la terraza de un bar en una plaza cuadrada, había niños jugando con globos de agua.

Me dijeron que no servían agua del grifo, sí embotellada. No, del grifo, por favor, quisiera. No puede ser, disculpe.

Mis amigos, todos ellos, con sus vasos se levantaron y arrojaron la cerveza en la rejilla de la fuente que servía para recargar las bombas verdes de los niños y las escopetas azules de las niñas, llenaron los vasos de agua hasta el borde y se sentaron de nuevo a mi lado haciendo equilibrios con el líquido, todos en torno a la mesa cuadrada contra el suelo de nuevo.

Apoyándolos al revés.

La segunda ronda fue:

–Vasos de agua para todos, por favor, señor, caballero caballera, sin prisa, cuando pueda, cuando sea posible, si le place, en esta plaza. Aquí esperaremos.


El título de este texto tiene una errata: var.

El título correcto es: Sobre la amistad: Cuando podíamos ir a los bares vien.

Bien.



Y me dirán: –¿Y qué quieres que ocurra?

–No lo sé, pero es un buen comienzo preguntárselo.

–Sería nuestro origen.


Y al final volvíamos solos a casa con nuestros cascos escuchando música.

El bar ya habría cerrado para siempre, llenarían unas cuantas bolsas hasta arriba de basura, las dejarían en la calle, alguien recogería al final.

Habríamos llegado a casa, cerraríamos la puerta.

Seguiríamos siendo nosotros.

Juntos.

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