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Mientras tantoSobre rostros y miradas (II): un apunte sobre Mateo 12, 46-50

Sobre rostros y miradas (II): un apunte sobre Mateo 12, 46-50

La historia no tiene libreto    el blog de Joseba Louzao



Es
la cita en la cual Jesús es interrumpido cuando se encontraba entre la
muchedumbre para hablar con su madre y sus hermanos. El, entonces, les pregunta:
¿quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?


Sigo pensando que ésta es la pregunta que sostiene los evangelios.

 

Con todo, para comprender la fuerza y radicalidad del episodio hay que acercarse a una obra de arte dirgida por un anticlerical que no creía en la naturaleza divina de Jesucristo. Cualquiera que haya visto la magnífica película de Pier Paolo Pasolini “El evangelio según San Mateo” (Il vangelo secondo Matteo
-1964-), no habrá podido evitar sentir un esperanzado estremecimiento
por el mensaje encerrado, no en la pregunta de Jesús, ni en su
posterior respuesta (“Estos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el
que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, ése es mi hermano, mi
hermana y mi madre”), sino en la cristalina mirada de la María de
Pasolini -que, por cierto, era su propia madre Susanna.

Primero, una mirada de naciente
perplejidad ante lo que estaba sucediendo, su hijo la obviaba. Para que después, en un instante, el espectador comprenda, al mismo tiempo que
María transforma su mirada, la profundidad del mensaje de Jesús. O lo que es lo mismo, del amor. Y es que la viva mirada de Sussana nos dirige, como quien conoce, a una imagen que me acompaña constantemente,
el icono de la Trinidad de Andrei Rublev .

«Andrei Rublev pintó lo impintable: el aura»
Rafael Argullol

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