A veces, en clase, hablamos de cómo hablan los animales. El gallo dice kikirikí cuando dice cosas; la rana, de improviso, croac
O esa pensábamos nosotros.
-¿Y la oveja cuando cruza la carretera?, pregunta Adam (de Londres, sur)
–Beeee
Pero Alhadeel: No no, la oveja no hace así, ella hace maaaa en Bagdad.
Luego pregunta Olivia (es de Qingdao, leyó su nombre en un libro): ¿Las ovejas en Irak tienen un acento diferente, entenderán a las chinas?
No sé, no sé.
Y Mike (de York): las ranas hacen rebet o ribet y los gallos cock-a-doodle-doo, cantan.
-Pues en Francia (al menos en Évian) hacen cócorocò, añade Charlotte.
-Y las gallinas kotkodák en Bratislava y sus alrededores (no ya en Austria).
¿Y los patos?
En España suena un cuac desde la charca, laguna u océano.
-En Irak: bac bac
E Ivana (de Eslovaquia): el perro: hav hav
¡Wow!
¡Hostras!
Maullaríamos.
Todos perdidos, hay un caos, caos álgido, nada parece tener sentido, si los animales…
Los estudiantes continúan hablando en el idioma propio de los animales.
Me llega una idea (que aprendí hace mucho tiempo, en un libro y con alguien):
-¿Cómo suena el tiempo?
-No el tiempo, sino el reloj.
Tic toc, tic toc y tic toc.
-¿Quién es?
Toc toc
-¿Y los besos?
Smuk, en eslovaco.
Y el pío pío de los pájaros es
čvirik.
¿A dónde vas? Ave.
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Es (como) descubrir que existe otro idioma
¿Por qué?
Empieza otra clase
تصبح على خير