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Mientras tantoSu historia es nuestro camino

Su historia es nuestro camino


Foto obtenida en Abril de 2019 (Pedro Pozas Terrados)
Foto obtenida en Abril de 2019 (Pedro Pozas Terrados) El árbol junto a la madre derecho se ha inclinado excesivamente para no contagiarse. El que está a la izquierda, su hermano, no se inclina porque en ese lado no hay nada enfermo de la madre y mantiene su abrazo a la madre  apoyándola.

Con solo pasear por el bosque, por el campo y observar los árboles, las plantas, la variedad de setas en otoño, las flores de mil colores, ves como llenan nuestro paseo de energía positiva ydel color de la vida. Ver como en primavera los insectos se afanan en recoger el néctar de las flores, el jugo de la esperanza que hace trasladar a otros lugares el polen adherido en sus patitas y alas. Cuando observas como las hormigas trabajan continuamente formando caminos y verdaderas autopistas en el suelo para llevar comida y llenar así sus graneros para pasar el invierno. Cuando sientes el trinar de los cantos hermosos de los pájaros que anidan en las ramas de los árboles……entonces es cuando verdaderamente te das cuenta que todo está interconectado, que todo el entorno es un eslabón único, es una cadena unida con lazos y conexiones frágiles que debemos blindar y proteger. Si uno sólo de estos enlaces, de estos vínculos unidos se rompe, todo el engranaje puede caer y alterarse el rumbo del destino.

Hongos adheridos a la corteza de la madre en el lado derecho, lo que hizo que su retoño de la derecha se inclinara como se observa en la foto de arriba. Una enfermedad que le ha ocasionado en esa zona la sequedad y destrucción de la corteza. (Abril 2019 – Foto: Pedro Pozas Terrados)

Os voy a contar un hecho real. La historia de una encina enferma en el que en uno de sus lados proliferaba un hongo contagioso. En ese lado enfermo había crecido un retoño convirtiéndose en árbol joven y al otro lado del árbol madre otro joven que extendía sus ramas abrazándola. Cuando lo descubrí, el árbol joven que se encontraba en la zona enferma de su madre, había crecido tumbado, alejándose de la corteza enferma. Su madre había reaccionado y no quería que su hijo de ese lado se contagiara y muriera. Eso ocurrió en Abril de 2019. Cuando tras la finalización de la confinación ocurrida por la pandemia mundial, pude de nuevo pasear por el bosque. Me fui a ver como se encontraba esta entrañable familia. Al llegar, me quedé atónito, asombrado, no podía creer lo que había pasado. Los hongos prácticamente habían desaparecido y el árbol medio tumbado que se alejaba para no caer enfermo, estaba erguido junto a su madre, extendiendo sus ramas y abrazándola. El paso de su tiempo no es como el nuestro. El mundo de las plantas viven de forma pausada, tranquila, lenta y segura. Miré el tronco del árbol joven por si alguien lo había tronchado y lo había juntado. Y no, había sido él, su tronco estaba  liso, el mismo se había recuperado con ayuda de su madre. Aunque siempre había tenido la ternura del otro hijo que de forma continuada la había estado abrazando, ahora eran los dos, la familia, las que estaban abrazados creciendo juntos en su mundo lento y hermoso.

Esto para mí ha sido una gran lección de interconexión, de colaboración y de unión. Todo está conectado, incluso las estrellas, nuestra galaxia, el universo por completo. Un ejemplo para poner en práctica en cada momento de nuestras vidas, en el paso por los senderos que nos ha tocado caminar, sembrando siempre semillas que se unirán con otras caídas y que forman sin duda la gran bóveda de la vida.

 

Puede observarse como el árbol crecido junto a su madre (el derecho) y una vez recuperado, por si solo se ha inclinado de nuevo a juntarse con el tronco materno y sus ramas abrazando sin temor a contagio. (Mayo de 2020. Foto: Pedro Pozas Terrados)

La naturaleza es sabia y de forma continuada nos da lecciones de cooperación, de unión, de aunar sinergias para conseguir un objetivo común sin egoísmo y con responsabilidad, para mantener vivo la biodiversidad de su entorno, de su supervivencia. Pero debemos saber interpretar su lenguaje que está a la vista pero que sin embargo no sabemos descifrar al no abrir nuestro corazón a su propio idioma, a captar sus mensajes que son el único camino de nuestra propia subsistencia.

No hay nada que el hombre haya inventado y no esté ya presente en nuestro entorno natural. Tenemos que ser más humildes. Bajar de nuestro pedestal humano y reconocer la grandeza de cuanto nos rodea. Un árbol, un animal, un río o simplemente una montaña, nos dan continuamente el bienestar que el  ser humano ha perdido, ha ignorado o olvidado entre el amasijo de ladrillos,coches y mega ciudades blindadas contra la naturaleza en toda su dimensión.

 

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