Los últimos datos sobre la evolución del riesgo de pobreza y exclusión social en Europa ofrecen una realidad curiosa y posiblemente con mucha miga. Limitándonos al periodo que escoge Eurostat para mostrar las últimas cifras, entre 2010 y 2015, observamos que si bien en la Unión Europea (los 28 países miembros), la tasa en 2015 es exactamente igual a la de 2010 (23,7%), en la zona euro (los 19 países que comparten la moneda única), el porcentaje de la población en riesgo de pobreza o exclusión social en 2015 (23,1%) era aún más elevado que en 2010 (22%). La Unión Europea corrige hasta su punto de partida la tasa de riesgo de pobreza mientras que en la zona euro sigue más de un punto por encima.
Expliquémoslo mejor: la tasa de riesgo de pobreza o exclusión social en los 28 países de la Unión Europea se encontraba en el 23,7% en 2010, subió hasta el 24,6% en 2013 y desde entonces ha bajado para volver al nivel de cinco años antes. En la zona euro, en 2010 se partía de un 22%, marcó un máximo reciente en el 23,5% en 2014 y en 2010 todavía se encuentra en el 23,1%.
En números absolutos, en la Unión Europea, en 2010, había 117,678 millones de personas en riesgo de pobreza o exclusión social; en 2012 se marcó un máximo en los 122,703 millones, para bajar en 2015 hasta los 118,820 millones. Aunque el porcentaje de la población en riesgo de pobreza era en 2015 igual al de 2010, al final del periodo hay 1,2 millones de personas más en dificultades.
En la zona euro, el número de personas en riesgo de pobreza o exclusión social era en 2015 (76,665 millones) cuatro millones superior al de 2010 (72,723 millones). La zona euro, pues, sale peor en la foto tanto cuando hablamos en términos porcentuales como cuando lo hacemos con números absolutos.
¿Significa esto que mientras los países de la Unión ex-euro reducen el número de personas en situación de pobreza, en los países de la moneda única la pobreza no deja de crecer? De ser así, sería bastante inquietante. ¿Por qué? Porque implicaría que las instituciones construidas alrededor de la moneda única adoptan políticas que no ayudan a la población a emerger de las crisis, sino todo lo contrario. Ésta podría ser una hipótesis de trabajo.
Vayamos un poco más allá. Analicemos lo que ha ocurrido con los países de la Unión Europea que no pertenecen al euro. Entre ellos, Bulgaria es aquél en el que más ha bajado la tasa de riesgo de pobreza y exclusión social, al retroceder del estremecedor 49,2% de 2010 hasta el 41,3%. En Polonia también ha caído de manera relevante: desde el 27,8% hasta el 23,4%, así como en Rumanía: del 41,5% hasta el 37,4%. En Croacia, mientras tanto, ha descendido desde el 31,1% hasta el 29,1%. También en Hungría ha disminuido de manera discreta (desde el 29,9% hasta el 28,2%). En la República Checa ha retrocedido desde el 14,4% hasta el 14%, en una de las tasas más bajas de toda la Unión Europea.
¿Qué ocurre en los países que no son del euro y a los que comúnmente se considera como ricos y muy avanzados? Para empezar, en Dinamarca, la tasa de pobrez aha bajado desde el 18,3% hasta el 17,7%; en Suecia, en cambio, ha subido (desde el 15% hasta el 16%), y lo mismo ha ocurrido con el Reino Unido, donde se ha incrementado desde el 23,2% hasta el 23,5%.
Si bien entre los Estados de la UE que no pertenecen al euro observamos, sobre todo en los que partían de un mayor porcentaje de personas en riesgo de pobreza o exclusión social, unas importantes reducciones de las tasas de pobreza, no podemos pasar por alto que entre los países en los que más baja la población vulnerable se encuentran dos que sí pertenecen al euro: Letonia, que se incorporó a la moneda única en enero de 2014, y Lituania, que lo hizo en enero de 2015. Bien, pues en el primer país, la tasa de pobreza ha retrocedido desde el 38,2% hasta el 30,9% entre 2010 y 2015, mientras que en el segundo ha descendido desde el 34% hasta el 29,3%. Pero en su país vecino, Estonia, miembro del euro desde 2011, el riesgo de pobreza sí ha aumentado: desde el 21,7% hasta el 24,2%.
¿Y qué ha ocurrido entre los países que sí son del euro? Entre ellos se coloca el que sin duda más está sufriendo en los últimos años, Grecia, donde la población en riesgo de pobreza y exclusión social se ha incrementado desde el 27,7% de 2010, hasta el 35,7% de 2015, para pasar de los 3 a los 3,8 millones de personas. Si continuamos con los países del sur del continente, vemos que en España, la cifra ha pasado del 26,1% hasta el 28,6%, de los 12 a los 13 millones de personas. En Italia, la subida ha sido del 25% al 28,7%, o de los 14,9 a los 17,5 millones de personas. En Portugal, desde el 25,3% hasta el 26,6%, permaneciendo estable en el entorno de los 2,7 millones de personas.
Éstos han sido los países que han sufrido el asedio de los mercados por su elevado nivel de deuda. Pero también lo fue Irlanda, que también recibió un rescate europeo para hacer frente a la delicada situación de su sistema financiero, inundado de riesgo inmobiliario. Bien, pues en ese país la tasa de pobreza ha bajado en estos años desde el 27,3% hasta el 25,9%, tras haber pasado en 2012 por niveles que superaron el 30%.
¿Qué ha ocurrido en los países directores del euro, es decir, en los países que, Eurogrupo tras Eurogrupo (reunión de los ministros de Finanzas de los países de la Unión Monetaria), que, cumbre tras cumbre (reunión de los jefes de Estado y de Gobierno), han insistido en la austeridad y la disciplina presupuestaria y se han opuesto a la expansión fiscal? Pues bien, en Alemania la tasa de riesgo de pobreza ha subido ligeramente desde el 19,7% hasta el 20%. También se ha incrementado en Holanda, al pasar del 15,1% de 2010 hasta el 16,4% en 2015. En Finlandia la tasa de 2015 era prácticamente idéntica a la de 2010 (a las puertas del 17%), mientras que en Austria, era más baja, tras descender del 18,9% hasta el 18,3%.
En términos generales, parece que en los países de la zona euro, sobre todo en los del sur, pero también en alguno de los centrales, el riesgo de pobreza ha aumentado, mientras que en los países que no pertenecen al euro, ha ocurrido lo contrario, con las muy relevantes excepciones de Letonia y Lituania. ¿Se puede extraer la conclusión de que el euro es el responsable de estas dinámicas, para bien o para mal, por su pertenencia a él o por lo contrario? Posiblemente sea aventurado afirmarlo de manera categórica. Pero merece la pena el análisis.
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