Antes eran las guerras las que ponían en el mapa los países perdidos y los lugares recónditos. Ahora, gracias a Internet, los más eficientes embajadores de cualquier territorio resultan sus galanes anónimos.
Es domingo por la tarde en Oklahoma, y el rostro más lindo del antiguo territorio indio –aunque tenga poco de piel roja- se encuentra muy cotizado entre los internautas.
El chico más bonito de Oklahoma tiene cara de ángel macarra. Veintidós años, pelo corto rojo cobre, frente de marfil, ojos azul cielo, labios rojo geranio, y un mentón y una nariz tan perfectos como una estatua. Aunque sólo muestre su torso, eso no impide que sea el primero en la lista de cámaras web que emiten en directo.
Hay presencias sanadoras. Pasar con él unas horas resulta medicina santa. Los humanos siempre han visto en la belleza el toque de la gracia divina, de la misma forma que al mal se le ha representado con monstruos y engendros. Si los emperadores, reyes, papas y cardenales, se hacían rodear siempre por los más bellos pajes, y elegían para su guardia personal a los más aguerridos capitanes; ¿por qué el pueblo llano, que nunca ha podido comprar y disfrutar algo valioso, iba a pasar de largo ante este regalo de la naturaleza, ofrecido gratuitamente por las excelencias democráticas de la cibernética?
Muchos querrían tener en casa al chico más bello de Oklahoma como remedio a sus males cotidianos. Pero, ¡ojo!, él advierte, que es heterosexual, casado y padre de dos niños. Y como prueba, adelanta hacia la cámara un dedo anillado con una alianza, en la misma mano con la que sostiene el porro que se está fumando. A pesar de su prueba, nadie da crédito en el chat a lo que acababa de contar el muchacho.
El chico más mirado de Oklahoma va completamente vestido. Lleva una camiseta negra con un diseño asimétrico, que desplaza la ornamentación hacia su hombro izquierdo. Los trazos blancos sobre el tejido parecen depositar cúmulos, cometas y galaxias sobre su pecho. Desde este oscuro sideral se alza radiante su cabeza. El coro chatero exige al chico de cabellos cobrizos y sonrisa frambuesa, que se desnude ante la cámara, que ofrezca su cuerpo frutal a tan devota audiencia. Él responde negativamente, argumentando que su esposa puede irrumpir en la habitación en cualquier instante. Y como además de parecer imposible, lo dice el canalla con esa sonrisa tan encantadora y tan imperdonable, no hay quien se crea nada de lo que cuenta. Por el contrario, sube la exaltación carnal de la marabunta, que no cesa de proferirle peticiones obscenas y desnudeces concupiscentes.
Como si un terremoto alcanzara las costas de la armonía, la voz tronante de Mary Jo se hizo audible en todas las casas, donde –hasta entonces- sólo había reinado la luz del rostro más bello del Estado indio. No sólo se quebró el voluptuoso relajo colectivo, sino que todos los mirones comenzaron a percibir cómo se afeaba el rostro del joven, hasta entonces tan feliz y armonioso. La preocupación, la angustia, el agobio se dibujaban aceleradamente en su cara. La voz irritada de Mary Jo sonaba más destructiva que la de una madre fálica. Comenzó a reprocharle todo lo que ella trabajaba en la casa y con los niños. Nadie en el chat daba crédito; la monserga de la esposa venía a confirmar la certeza de todo lo que había contado con anterioridad el muchacho.
Cuando Mary Jo abandonó el cuarto donde se encontraba su esposo (eso sí, en compañía de 850 internautas,) el joven recuperó su sonrisa, se hizo otro porro, y comenzó a bailar alegremente ante la cámara; e incluso llegó a levantarse la camiseta, para mostrar fugazmente su carne tersa y blanca. Cuando alguien le comentó la inconveniencia de la bronca, el chico de Oklahoma escribió tranquilamente:
– No tiene importancia. Mary Jo tiene mucho carácter y está muy cansada. Me habla así porque antes era mi jefa en la cafetería donde trabajábamos. Tiene diez años más que yo, pero como es tan caliente, luego consigo que todo se le olvide en la cama. La tengo muy contenta. Tras hacerle el amor, todo me lo perdona.
Relatando su picaresco mecanismo de desactivación de broncas domésticas, el chico volvió a ser el rostro más hermoso de Oklahoma y de todos los Estados reunidos.
¡Qué implacable y feroz deviene con sus criaturas la Madre Naturaleza! Mientras a unos les condena con una cara que les hará infelices e indeseables durante toda su vida; a los más bellos, les tiende –a veces- sus mayores trampas. Si el chico más guapo de Oklahoma hubiese nacido feo, sería mucho más feliz y más libre. Sin embargo, su aparente fortuna le ha traído la ruina, haciéndolo padre de familia a los 22 años; prisionero y monopolio de una bronquista camarera de Tulsa; y trabajando a destajo, para sacar adelante a su inesperada descendencia. Y todo, por ser el más hermoso de los muchachos del Estado. Él que podría haber heredado de su paisano Brad Pitt, el trono de los galanes dorados de Hollywood.
Pero, Oklahoma es conocida también como el Bible belt, o cinturón bíblico. Los cristianos evangélicos procedentes de los puntos más deprimidos de Europa, emigraron a Oklahoma a finales del S. XIX, para participar en la Carrera de la tierra, (Land rush); roturar sus tierras, (que habían sido expoliadas previamente a los indios); y establecerse como colonos permanentes, para convertirse finalmente en granjeros. Sabido es que algunos listillos madrugadores, se lanzaron clandestinamente a la roturación de tierras, antes de que se diera la salida oficial. Por eso en todo el país, se conoce a los de Oklahoma como sooners, que en interpretación libre, podría traducirse como «los Tempranillos». Quizás para combatir tanta picaresca, tuvieran que apretarse más de la cuenta el cinturón bíblico; a Tulsa se le considera la hebilla de esta tensa correa religiosa. Así que resulta fácil comprender que al mancebo de rosrtro privilegiado, no le resultara posible escapar de las garras de Mary Joe y de los rigores del estricto orden moral establecido.