Lejos de todos estos debates, sé que un día cercano mi hermana pequeña
me hará la pregunta que tantas veces me han hecho: “¿y para que sirve
lo que tú haces?”. No sé si sabré explicárselo, porque hace pocos meses
descubrí que yo también conocía, había convivido, compartía lengua y
oficio, con alguien capaz de asesinar por fronteras identitarias. Sólo
podré intentar mostrarle que su finalidad última es ser sueño en libertad.
Como escribió Octavio Paz: “la crítica nos dice que debemos aprender a
disolver los ídolos: aprender a disolverlos dentro de nosotros mismos.
Tenemos que aprender a ser aire, sueño en libertad”, una libertad que
nunca ha necesitado sinónimos, para adquirir un compromiso moral con
los demás y poder hacerme cada día la misma pregunta: ¿cuál es mi responsabilidad en todo esto?
Lo escribí hace tiempo en Cómo se enseña la Historia en España. Poco más puedo decir ante las implicaciones del comunicado de una banda terrorista el jueves pasado. Sea éste o no el final de ETA – permitan mi escepticismo-, la pregunta sigue pendiente: ¿cuál es mi responsabilidad en todo esto? Me la hago yo y se la hago a ustedes.
Habrá que enfrentarse al relato que nos quieren imponer y ya han comenzado a fabricar.