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Mientras tantoSuperhéroes del trasmundo

Superhéroes del trasmundo


 

Los separatistas son invencibles. Son superhéroes a los que no les hacen daño las balas. Vuelan y hacen cosas aún más fantásticas. Un sólo separatista es un pequeño dios, y muchos separatistas juntos pasan las tardes en el monte Olimpo. Renunciar a la razón trae consigo el superpoder. Un superpoder creativo, además, donde los interesados pueden ir añadiendo matices sin límites. Lo que queda es un ser superior, por supuesto, con todas las razones en su mundo alternativo, y casi sin ninguna en el mundo real que decidió abandonar, al que asiste con la superioridad creciente, pletórica. Su razón crece allí a medida que decrece aquí. Es un proceso de separación casi matemático. El separatismo consiste en eso: lograr la separación por medio del alejamiento de la realidad. Puigdemont podría ser el paradigma de esto a miles de quilómetros de toda clase. Pueblos como Berga se han elevado sobre la superficie de la tierra. Individuos como Torra levitan. Para usted y para mí Berga sigue asentado en el suelo igual que Torra camina por el mismo, pero tanto Berga como Torra han emprendido el vuelo imaginario. Torra va por ahí como Drácula en su castillo mientras Berga se eleva sobre los españoles inferiores. Ellos se ven así. Y no hay nada que les haga cambiar de idea. Son absolutamente invencibles. Ni siquiera la ley les afecta. En su mente están por encima de ella. Se han reeducado para no admitirse más que sus intereses. Y lo creen con firmeza. Atendamos a la obsesión con el amarillo. La obsesión del lazo. El amarillo y el lazo son teclas. Con ellas se activa el separatista en las consignas. El lazo amarillo es un alita que los levanta sobre el suelo. Imagínese miles de lazos amarillos: como si surcaran los cielos zepelines de los Picapiedra, zepelines elevados y conducidos por el aire por miles de lazos amarillos voladores que en realidad no vuelan. A Puigdemont lo dieron de bofetadas en un programa de la televisión belga pero su gesto era el de haber sido llevado en volandas. A Torra lo apaleó Carlos Alsina en la radio a oídas de todos, pero él se comportó como si hubiera sido el triunfador a pesar de tener todos los huesos del cuerpo rotos. Son superhéroes, son invencibles. Yo no veo su derrota cerca porque su derrota no es de este planeta al contrario que su victoria, la que no podrán lograr jamás sin volver de su trasmundo, por mucho que no se les pueda derrotar en él.

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