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Mientras tantoTaller El Dragón Dorado

Taller El Dragón Dorado

La Tierra y otras escuelas   el blog de Jorge Raedó

 

Al aprender arte los niños fortalecen tres incompetencias: utopía, poesía y natulareza.


+ Utopía: la capacidad de imaginar algo que no existe, expresarlo para sí mismo y a los demás, construirlo.

+ Poesía: el habla que trasciende al lenguaje.

+ Naturaleza: madre de todo, fuente de toda inspiración fuera de la cual nada hay.

 

 

Taller «El Dragón Dorado» en el Museo de Arquitectura Leopoldo Rother de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá. 13 de diciembre de 2014.

 

He empezado la nueva serie de talleres «Cuéntame una Historia», basados en la narración del niño para vivir el espacio.

 

El primer taller fue «Annabelle», que realicé en São Paulo el 11 de noviembre (artículo del 22 de noviembre de 2014). El segundo es el «El Dragón Dorado», realizado en Bogotá el 13 de diciembre.

 

El arquitecto tiene que percibir y pensar la arquitectura de dos maneras: 1/ con el movimiento de su cuerpo a través del mundo y la obra construída (como todas las personas), 2/ imaginando la obra construída presente, futura o pasada como un todo entendido desde todas sus «facetas» a la vez (ahí están los planos y maquetas que hablan de la obra hasta sus pequeños detalles).

 

Un taller de arquitectura idóneo para niños debe mezclar las dos acciones: 1/ el niño usa su cuerpo para vivir el espacio, y jugar es el mejor modo de entender la obra existente (el niño no se dedica a «estudiar» el espacio sino a jugar en él) , 2/ el niño se detiene y concentra en la formulación abstracta del dibujo, escultura y maqueta, texto… analiza lo vivido, crea hipótesis de lo venidero…

 

En la primera acción el niño inspira el mundo, en la segunda acción espira su «mundo interior» a través de dibujos, maquetas, textos… En realidad, la espiración es la construcción de su «mundo interior», el espacio de la reflexión y de la voluntad consciente.

 

Ese espacio interior no existe de nacimiento, se construye con la educación en la cultura. Las artes son clave para ello al ser lenguajes para la expresión del ser y de la comunidad. Es decir, para su construcción.

 

¿Y qué enseña un profesor de arte? Las técnicas artísticas y la pasión por el oficio. No enseñamos competencias ni valores (eso se aprende sólo por ósmosis). Enseñamos a «hablar».

 

Una cosa es tener voz, otra es aprender el lenguaje y otra es hablar. El profesor de arte enseña lenguajes, y mediante el ejemplo enseña a hablar. Y hablando «se entiende la gente», se crea el tejido social que nos acoge: el dragón de todos.

 

El Dragón Dorado

 

Realizamos el taller «El Dragón Dorado» en el Museo de Arquitectura Leopoldo Rother de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá, el 13 de diciembre de 2014. Duró dos horas con quince niños de 6 a 8 años.

 

Lunárquicos colaboró en su preparación y ejecución. Lunárquicos es el departamento de educación del Museo de Arquitectura Leopoldo Rother, y está dirigido por Fabiola Uribe con la participación de los alumnos de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Juan Sebastián Foseca y Felipe Franco. En la sesión del taller participaron también Luz Amparo Bernal de Medellín y de Juan Fernando Espinosa Castro de Manizales.

 

Los niños cumplieron los objetivos prácticos:

 

+ Crearon la historia del dragón que estructuró el taller.

+ A partir de la historia inventada, recorrieron el edificio del museo jugando con las mantas térmicas.

+ Manipulación del elemento básico, las mantas térmicas, de varios modos: sueltas, juntas, quietas, moviéndose… (Las mantas térmicas son usadas por montañeros porque protegen el cuerpo de frío -si te cubre con el dorado hacia arriba-, o del calor -con el plateado hacia abajo-).

+ Se detuvieron a observar el dragón creado y lo pintaron en el espacio.

+ Presentaron el trabajo a los padres, con luz negra para ver las pinturas fosforescentes del dragón.

 

El Dragón Dorado, un personaje de ficción, fue el vehículo para el aprendizaje mediante el juego con la interpretación, la construcción y la pintura.

 

La imaginación permite construir utopías, la poesía las hace hablar (sea con el movimiento, la palabra, la luz…), la naturaleza es el marco para su existencia. El taller salió bien y los niños fortalecieron sus incompetencias.

 

 

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Los niños llegaron al museo y encontraron un cubo flotando en una sala. Ahí crearon la historia del dragón: nace, vive y viaja, muere. El cubo pasó a ser el huevo de donde nace el dragón. 


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Dentro y fuera del cubo, ¿cómo nacerá el dragón? Las mantas térmicas son opacas o translúcidas según cómo se iluminen.

 

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Han roto el huevo y el dragón nace en forma de dragoncillos sueltos.

 

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Las mantas térmicas como vestuario y casa viajera. El sonido de las mantas es protagonista de todo el taller.

 

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Sin límites en su correría, los niños conquistan el espacio y ponen a prueba la resistencia de las mantas.

 

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Estar quieto no es una opción.

 

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Unimos todas las mantas creando un gran lienzo. Arriba y abajo. Trabajo en equipo.

 

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Un mar dorado se agita en el museo. Casi todos niños están debajo.

 

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Luego probamos lo mismo por el lado plateado y nos movimos por la gran sala.

 

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Todo títere necesita: respiración, gravedad y mirada. El ritmo del tambor indicaba a los niños cuando dar cada paso al caminar todos juntos siendo el dragón.

 

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Los niños pintaron en negro el espacio y de color fosforescente el dragón en movimiento (manipulado por los Lunárquicos).

 

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Tras haber nacido, vivido y viajado… el Dragón Dorado regresa a donde nació para dormir.

 

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El Dragón Dorado duerme en su guarida. Los niños presentaron las pinturas a sus padres.

 

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En esta pintura la autora se centró en los cables de las lámparas que cuelgan del techo curvo. El dragón se mueve entre ellas.

 

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Pintura panorámica del museo. El Dragón está en la sala central. A la derecha vemos la rampa.

 

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Pintura de la sala central con presencia superlativa del Dragón.

 

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Los niños en primer plano pintando las pinturas en el suelo. La autora se ha pintado a sí misma pintando. Vemos el dragón abajo en la sala central, a través de la barandilla. Dos lámparas cuelgan del techo.

 

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Síntesis de la arquitectura que acoge al Dragón. La curva del techo, las columnas, las lámparas.

 

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Jorge Raedó y Fabiola Uribe al finalizar el taller.

 

 

Nota: el vídeo y todas las fotos son de Jorge Raedó. Excepto la última, de J. Sebastián Fonseca.

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