«Sábana cartográfica I» (2014), de Luis Alberto Romero.
“Yo, en fin, que soy un diálogo continuo”
Álvaro de Campos
1.
Y allí está frente a mi puerta: José Ángel Mañas.
Lleva una mascarilla de estas quirúrgicas azules. Dice que se le ha volado una de las sábanas que tenía tendidas en su casa y que cayó en mi patio.
Es flaco y alto y tiene el pelo blanquecino corto al raso sobre el cabello.
Durante unos segundos me quedo en silencio. No atónito, sino como a quien se le gratifica en la realidad con un deseo sostenido en el tiempo.
Es sábado por la mañana, voy en pijama; aun las legañas me mantienen en un tránsito sonámbulo.
-¿Cómo dices?
La sábana, el balcón. El viento.
(hoy hace un viento feroz en Barcelona).
Le digo que es imposible, al hecho de que su sábana haya aterrizado en mi patio de luces.
-Ven, mira.
Le pido que entre en casa.
-¿Lo ves, es imposible? -le señalo en la ventana- Una sábana no puede describir esa trayectoria que propones.
Te equivocaste.
[¿Quién se equivocó?]
2.
En realidad no es José Ángel Mañas (pero podría serlo, y he aquí el quid de todo el asunto). Lo sé porque le veo, desde hace tiempo, desde mi balcón y sé que el escritor no vive en Barcelona, e incluso un día me asusté al verlo en el balcón y bajo una excusa peregrina, confirmé -llamándole (al escritor real)- que el José Ángel Mañas de carne y hueso no estaba en ese momento en Barcelona, sino en un punto indeterminado de la sierra castellana.
En definitiva, que el hombre al que el viento barcelonés le pierde las sábanas no sé quién es.
Pero Mañas no es.
Sin embargo, de haber sido el Mañas real la historia carecería de interés. La historia es interesante (para mí, para mi imaginación, claro) gracias al hecho de que es potencialmente verosímil, pero no real.
3.
Me sucedió lo mismo el otro día hablando con un amigo sobre la casa de Josep Maria Mainat. Ambos creímos (quisimos creer) que la casa estaba en el Eixample Dret y no en Horta (como sabíamos que estaba, pues lo dijeron todos los periódicos).
¡Era del todo imposible que estuviera en el Eixample Dret!
Pero, sin embargo, para mí era infinitamente más interesante pensar que había estado pasando por delante de esa casa durante los últimos años sin ser consciente del drama que allá se incubaba. Para mí, siendo así, la historia adquiría unos tintes mucho más dramáticos. Ya que me interpelaba.
Pero no.
La casa de Josep Maria Mainat sigue en Horta (ahora ya parece que vacía)
Y eso es muy triste.
4.
“Yo, que tantas veces me siento tan real como una metáfora”, cantaba Álvaro de Campos creyéndose Pessoa.
5.
Me pregunto si José Ángel Mañas habrá conseguido recuperar su sábana voladora.