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Mientras tantoTessio era un crack

Tessio era un crack


 

Uno se va de vacaciones pensando en el crack. Antes era oír “eres un crack” y concederle al emisor de la frase una sonrisa de compromiso con una leve manifestación de prognatismo para luego odiarle en la intimidad. Pero ya se ha normalizado esta reacción. Crack  suena a galleta, a droga, a diminutivo de monstruo marino (el Kraken). A rotura. Crack suena a tronchar. A crisis. “El Crack” es cine negro de Garci. La Real Academia admite la palabra: “deportista de extraordinaria calidad”, cuyo significado se extiende ya a toda disciplina. Así, en la UGT de Andalucía están los cracks del momento, con sus archivos perdidos, sus falsificaciones, sus comisiones ilegales (solicitadas por correo electrónico: esto ya debe de ser de súper crack). El criterio general para la admisión de palabras suele ser el uso extendido, la costumbre, aunque uno lo ve un poco como si Castilla fuera demasiado ancha. ¿No es suficiente, además de más propio y elegante decir, por ejemplo, un fuera de serie?, ¿o un fenómeno?, ¿y un prodigio? Podría utilizarse milagro, portento, coloso, maravilla, pasmo… Todas estas palabras agonizan por culpa del crack. Son especies en peligro de extinción. En un futuro no muy lejano ya no habrá niños prodigio sino cracks. Habrá toreros apodados el Crack de Triana, por no irse muy lejos. Esto es como apostar por la riqueza del lenguaje y que el instrumento se vuelva en contra. ¿Quién sería el introductor de esta palabra invasora? Es de suponer que un desaprensivo que ha hallado la inimaginable complicidad de la institución guardiana de la pureza de la lengua española, como si ya no hubiera instituciones guardianas de nada, salvo de sus propios miembros, como la UGT-A. El crack ha hecho crack y ha expulsado a todos los que estaban antes. Ahora todo hace crack y los españoles nos comunicamos a golpe exclusivo de onomatopeya. El término ni siquiera es originalmente un sustantivo sino un adjetivo inglés convertido en sustantivo español. Un laberinto. Le objetan a uno al respecto qué es lo que pasa entonces con sándwich, y se responde que parece bastante lógico su empleo para no tener que decir cada vez “emparedado hecho con dos rebanadas de pan de molde entre las que se coloca jamón, queso, embutido, vegetales u otros alimentos”. Vagos argumentos lingüísticos aparte, y a pesar de la mejoría experimentada con los años en su presencia, a uno el crack le duele tanto como una cortadora de metal despertándole por la mañana. Un usuario habitual del crack tiene que ser un traidor, no se sabe muy bien por qué, pero un traidor. Como le dice don Vito a su hijo Michael: “Quién te hable de mantener una reunión, ese es el traidor”. Tessio era un crack.

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