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BrújulaTestamento

Testamento

Peter Lindberg, Nueva York, 2016. Fotografía de Stefan Rappo. Fuente: Wikipedia Licencia Creative Commons CC BY-SA 4.0

¿No nace inocente en este mundo todo ser humano?
Los Ángeles, marzo de 2014 
Hace unos años, mientras discutía con unos amigos, me llamó la atención cómo abordar el concepto y la realidad de la pena de muerte. ¿Era correcta? ¿Estaba mal? ¿Era necesaria o era una venganza a través de la justicia? Me llamó la atención que dar cualquier tipo de importancia a las raíces y condiciones pasadas del autor parecía deshonrar a las víctimas. 
Había empezado a leer casos judiciales de personas que acabaron en el corredor de la muerte, centrándome en Estados Unidos. Tras estudiar unos 300 documentos, en los que se denunciaban abusos y violencia inimaginables, sentí la necesidad de saber. ¿Qué lleva a una madre a golpear a su bebé de seis meses con un bate de béisbol hasta dejarlo irreconocible, sólo porque lloraba? 
Llegué a la conclusión de que los motivos de muchos de estos horrendos actos eran a menudo menores. De hecho, desafiaban y superaban cualquier posible comprensión de cómo podían llegar a desencadenar semejante violencia. La mayoría de los condenados a muerte expresaron cómo experimentaron una identidad positiva en su primera infancia, afirmando, por ejemplo: “Sabía que era una buena persona”. 
Sin embargo, de forma similar, se informó repetidamente de que un factor externo se abrió paso durante la infancia, transformándolos lenta e inexorablemente en otra persona. En realidad, ninguno de ellos fue capaz de identificar o nombrar con precisión dicho “factor externo”… 
Estoy convencido de que todo el mundo puede sentir y relacionarse con la inocencia y la belleza de un recién nacido. Los años que siguen a la infancia, las condiciones de vida a las que te enfrentas decidirán a qué lado de los muros de la prisión puedes acabar la mayor parte de tu vida. Te conviertes en lo que esas condiciones y las personas que las crean han infligido a lo que una vez fue tu brillante inocencia. 
Me parece que no hay respuesta correcta ni escapatoria, ni para “ellos” los perpetradores ni para “nosotros”. Empezar e intentar comprender puede ser la única manera… 

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