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AcordeónThe Melting Age. Crisis Climática Global

The Melting Age. Crisis Climática Global

El Cambio Climático antropogénico es ya un hecho verificado. Es un acontecimiento que está teniendo lugar en estos momentos. Se celebran grandes encuentros internacionales que reúnen a casi todas las naciones del mundo, en los que se debate sobre como actuar ante tal situación y como mitigar sus efectos, sobre la responsabilidad global o la justicia climática y sobre el destino cercano de nuestro planeta. Somos ya ocho mil millones de terrícolas y aunque algunas previsiones indican que en unos 75 años se frenará este crecimiento, parece que lo que ocurra dentro de casi un siglo es un punto demasiado lejano como para no preocuparse en la actualidad. En el año 2022 nacieron 134 millones de humanos y se registraron 67 millones de muertes a nivel mundial. El Homo sapiens es ya el 96% de la biomasa mamífera del planeta. Intenciones, datos, cifras y estudios rigurosos. ¿Y qué?

Llevo 25 años siendo testigo directo de la crisis climática de la que tanto se habla. Lo he sido en los siete continentes y en más de 105 países. Cargo con un cuarto de siglo de oír hablar de emisiones, contaminación, energías renovables, aumento de temperaturas, plásticos y de aquel término ya olvidado: ozono. Este proyecto, The Melting Age, es un intento humilde de representación de ese testimonio. Es como la liberación inútil de una pesada carga; como si identificar al asesino fuera a devolverle la vida a la víctima.

Los glaciares y casquetes polares contienen el 70% del agua dulce de la Tierra, aunque en los últimos 70 años se han fundido 10 billones de toneladas de ese hielo glaciar. Los últimos 10 años han sido los más calurosos de la historia humana. En apenas 7 años, hacia el 2030, la temperatura media planetaria habrá aumentado en 1,3 grados centígrados como mínimo. A finales de siglo este aumento y el deshielo provocaran un aumento del nivel del mar de 1,5 metros, provocando el desplazamiento de cientos de millones de seres humanos.

Para ese momento se habrán extinguido más de medio millón de especies animales. Hasta la fecha e históricamente se han identificado 1,3 millones de ellas. Cada hora se extinguen unas tres especies. Los fenómenos metereológicos extremos y dañinos se han multiplicado, lo que antes ocurría cada 10 años ahora pasa 1,3 veces al año. En España el territorio semiárido ha pasado del 10,4% al 21,6% en solo 70 años y la tendencia es creciente, como la terrible sequía que asola Cataluña en este 2023, la mayor de su historia, con millones de afectados y restricciones cada vez más severas. Una ligera precipitación, cuatro gotas mal contadas en un par de comarcas, es titular en las noticias mientras escribo este texto. Ese es el grado de desesperación. Si esto sigue así los campos de cereales pronto lo serán de cactus.  Debido a la sequía y al calentamiento los incendios son un 30% más probables que hace unas décadas. Nueve de cada 10 incendios se atribuyen a la acción humana, por añadir algo de leña al fuego. Que haya incendios en invierno o primavera ya es habitual. La nueva normalidad.

Todo parece un esperpéntico y grotesco juego al que nosotros mismos nos obligamos a jugar. Como un juego del calamar, del coreano Hwang Dong-hyuk, pero sin premio final ni ganador. Solo castigo. Un sin sentido que no tiene precedentes en la era antropocénica.

En lugares como Groenlandia o como en la Antártida el deshielo por el calentamiento provoca el aumento del nivel de los océanos en el planeta, además de enfriar corrientes marinas que influyen a su vez en la fauna y en los ecosistemas. Un exceso de agua salada desubicada que contrasta con el malbaratamiento de los escasos acuíferos de agua potable –para fabricar una botella de plástico que contenga un litro de agua empleamos cuatro litros del mismo líquido, y esta es una proporción moderada comparada con otros productos–. Todo está encadenado.

Hace tres décadas que se celebra la COP, la conferencia mundial sobre el cambio climático, justo los 30 años que más se ha calentado el planeta, es decir que de poco parece haber servido. Un déficit de conciencia y de acción que puede estar representado por otro déficit:  el 28 de julio de 2022 ya se habían agotado los recursos que ofrece el planeta en un año. A partir de esa fecha gastamos de lo que no hay repuesto.

Los polos se derriten y eso nos afecta muy negativamente, pero el ser humano también se empeña en verlo de otra forma. El territorio que aflorará, accesible, bajo el hielo de la gigantesca Groenlandia o del continente antártico, será un nuevo espacio en el que explotar recursos naturales intactos hasta ese momento, sobre todo petróleo y gas. El mismo petróleo y gas que ha provocado, paradójicamente, que se derritan los hielos para hacer ricos a unos pocos y pobres o muy pobres a la inmensa mayoría. Ese sin sentido que nadie entiende pero que todo el mundo acepta con resignación y sobre todo con egoísmo: nuestro fin provocado por nosotros mismos. Por nosotros solos. Solo hay que pensar en esta incoherencia: para vivir mejor vamos a acabar con la propia vida. Y esto parece, no lo nieguen, una necedad.

 

The Melting Age es un proyecto expositivo en diferentes formatos que puede ser solicitado por entidades públicas o privadas para su exhibición temporal. Más información en: info@armphoto.com

 

FOTOGRAFÍAS

Dubai: A lo largo de la historia de la Tierra, los cambios climáticos se han producido de forma más o menos regular por causas naturales, en la mayoría de los casos de una manera gradual, dando tiempo a que el planeta y sus habitantes se adapten hasta conseguir un nuevo equilibrio. El actual cambio climático es de carácter antropogénico, es decir, causado por el ser humano y sus acciones: industrialización, contaminación o deforestación. Este hecho provoca que las variaciones sean demasiado abruptas y que, en poco tiempo, creen un desequilibrio notable en el entramado de nuestro planeta. Las grandes ciudades, como Dubai, son los principales focos de contaminación, por los recursos que necesitan y las emisiones de CO2 que generan.

 

Siberia: La idea de vivir mejor y más suele estar asociada a la industrialización y al progreso tecnológico. La contaminación en Ulan Ude, en el corazón de Siberia, arroja índices muy peligrosos para la salud, pero sus habitantes insisten en que sus fábricas, sobre todo la de motores para la industria aeronáutica, son fuente de vida para todos. Esta es la gran controversia de la industrialización: que por vivir mejor viviremos menos y peor.

 

España: Los bosques y selvas del planeta son como un sumidero para eliminar CO2 de la atmósfera y liberar oxígeno. El calentamiento global, las sequías, la tala y la deforestación, con la consiguiente desertificación que todo eso provoca, están haciendo que disminuyan de forma alarmante en muchas zonas. Los cultivos extensivos e intensivos también actúan en su contra. La escasa humedad por las olas de calor y la mala gestión y limpieza de los bosques secundarios hacen que los incendios –9 de cada 10 son provocados por el ser humano– sean más devastadores y contribuyan a la desaparición durante décadas de las masas forestales afectadas. Se calcula que, debido al calentamiento, los incendios son ya un 30 % más probables. En la imagen, incendio de Pont de Vilomara (Cataluña) en 2022.

 

Sudan del Sur: Región de Gogrial Oriental. Un grupo de pastores guerreros nómadas de etnia Dinka atraviesa la aldea de Dubek con sus familias. Las cada vez más, frecuentes sequías provocan grandes desplazamientos de esta etnia africana en busca de agua y pastos frescos para su ganado, que por la escasez de esos mismos elementos tiene sus características físicas muy mermadas, sobre todo la leche que alimenta a la población infantil. Además, el hecho de atravesar u ocupar tierras que pueden estar habitadas por grupos de agricultores desencadena enfrentamientos violentos. Todos los pastores Dinka conducen su ganado, armados con fusiles AK-47 y en constante estado de alerta.

 

Indonesia: Debido a los efectos derivados de la crisis climática, la biodiversidad animal del planeta ya está altamente afectada. Hay especies invasoras que ocupan hábitats que no les corresponden, ya sea por la salinidad del agua, por las altas temperaturas, por las corrientes marinas o por la falta de alimento. La extinción de muchas especies animales se va a convertir en una realidad a medio plazo. Algunas especies muy vulnerables, como por ejemplo ballenas, tiburones, gorilas o dragones de Komodo, en la imagen, ya están bajo una gran amenaza. La afectación llega incluso al ámbito genético: por ejemplo, las tortugas marinas dependen de la temperatura ambiente para que su sexo se determine: a más de 29,3 grados centígrados nacen hembras y a una temperatura inferior a esa nacen machos.

 

España: Poco más del 30% del territorio español está cubierto por bosques. Los últimos informes indican que la superficie boscosa está recuperándose léntamente pero la realidad tras las cifras es otra. Hay más bosques pero menos saludables y con menos biodiversidad, sobre todo debido al cambio climático, los incendios y las plagas, amenazas que se retroalimentan entre sí. La desertificación, directa o indirectamente provocada por la acción humana, es el principal problema. Según un informe reciente de la Agencia Española de Meteorología en las últimas 6 décadas una superficie equivalente a Cataluña ha pasado de ser subhúmeda a semiárida. Repoblar las zonas perdidas es demasiado costoso y no viable por la degradación del suelo.

 

Alaska: Los polos se derriten y su enorme masa de hielo, transformada en agua, se unirá a la de océanos y mares del mundo. No solo se ve afectado el hielo de la Antártida o el Ártico, sino también el hielo de lagos y glaciares que en su conjunto suman el 70 % del agua dulce del planeta. Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), la última década, de 2010 a 2019, ha sido la más cálida de la historia y cada nueva década desde 1980 ha sido más calurosa que cualquier registro de la época preindustrial. Según esta misma organización, en los próximos cinco años la temperatura media subirá entre 1,2 y 1,3 grados centígrados. El Exit Glaciar (imagen), en el Harding Icefield de Alaska,  contiene todavía hielo de la última glaciación, en la actualidad pierde decenas de metros al año según los registros científicos.

 

Antártida: El hielo del sexto continente es una de las grandes reservas de agua dulce del planeta. Allí se halla el 90% del total terrestre, en una superficie de 14 millones de kilómetros cuadrados. Su desaparición afectaría muchísimo al clima del planeta y al aumento del nivel del mar, provocando escasez de agua potable y desplazamientos masivos de población que se podrían llegar a contar por miles de millones.

 

Madagascar: Este país africano es el más castigado del continente por los ciclones y tormentas tropicales, cada vez más frecuentes y devastadores a causa del calentamiento global. La erosión de su territorio es alarmante y además en el sur de la isla se ha declarado la primera hambruna atribuida a la crisis climática específicamente. El coste para luchar contra el cambio climático, según algunos expertos, puede ser menor que el de mitigar las consecuencias que este provoque.

 

Cabo Verde: Cada vez gastamos antes los recursos que nos ofrece el planeta Tierra durante un año. El déficit es evidente: en 2022 eso ha ocurrido el 28 de julio, según la media mundial. La investigación y los intentos contra el cambio climático avanzan a un ritmo que parece no ser suficiente. Formas de vida sostenibles, retorno a la naturaleza y al medio rural, búsqueda de alternativas fuera de nuestro planeta, preservación de ecosistemas y reforestación o reciclaje parecen ser las únicas alternativas posibles. La energía solar, como esta instalación en el archipiélago africano de Cabo Verde, puede tener un papel determinante en la lucha contra el cambio climático.

 

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