En 2017 se cumplieron 30 años del asesinato de Thomas Sankara.
Con este motivo se celebraron muchos actos de homenaje por todo el mundo.
¿Quién era Thomas Sankara?
Un hombre íntegro que creía que todos los hombres y, sobre todo, las mujeres éramos iguales. Y pensó, inocente, que eran como él: íntegros.
Y por eso cambió el nombre a su país, de Alto Volta pasó a llamarse Burkina Faso (País de los Hombres Íntegros) en fusión de las dos lenguas locales más importantes.
Aquí podéis ver su biografía para el que no la conozca (aunque contiene algunos errores).
En África se le considera el Che africano por su compromiso con el pueblo, con África y con la revolución.
Un revolucionario simpatico, bromista y ocurrente, nada corriente
En estas Navidades, como casi todas, volví a casa para disfrutar de la familia, de los amigos, de las calles limpias, de las aceras, de la gente respetando los semáforos, del turrón y las gambas, de las compras compulsivas, del derroche de dinero y de las luces navideñas…
Y, claro, me metí en un belén.
Y no me refiero a una de esas simpáticas representaciones del nacimiento del niñodios, sino al típico follón que puedes encontrar en cualquier época del año y no sólo en un país de tradición cristiana, sino en cualquiera que habite el complicado género humano.
Una muy buena amiga que lamenta y maldice que hace 9 años me trasladara a vivir a Burkina Faso para intentar ayudar a la gente de un país pobre, 4º por la cola, con una biblioteca, centro de formación y cultura que creé allí: Biblioteca OLVIDO, me envió la información de una conferencia-debate sobre la figura de Thomas Sankara.
Con mis amigas Alejandra y Patricia, después del belén, hay que seguir viviendo y riendo, si es posible
Y allí que me fui, como un solo hombre, aunque me acompañaron 2 amigas con las que había compartido sus días en Burkina Faso.
Estaba organizado por una entidad que se llama Red Roja y se celebraba en el Teatro del Barrio, de Lavapiés.
Todo apuntaba bien y en el bar, antes de empezar, había bastantes africanos con lo que pensé que serían burkineses y que reconocerían mi camisa con la tela tradicional de Burkina, el Lwili Peedé, pero me sorprendió que ninguno me dijera nada, ni siquiera me miraran especialmente.
El folleto de mano del acto, esta parte casi todo es verdad
Comenzó el acto con 4 personas en la Tribuna: 2 blancos y 2 negros.
Se proyectó parte del documental pero se cortó a la mitad, que parece que no daba tiempo para verlo entero.
Hablaron los blancos, rojos en realidad, o de la Red Roja en todo caso. Y uno de ellos aprovechó para desmentir que Sankara estuviera contra los sindicatos, porque en uno de los mítines que salen en la película grita: “El anarco sindicalismo, ¡Abajo!”
Este ignorante niega la verdad, por su supuesto interés ideológico, cuando Sankara había tenido que soportar una huelga salvaje por reivindicaciones salariales y los despidió a todos: miles de profesores.
Y fue una de las causas de su caída y asesinato.
Simplificando hasta el extremo vino a decir que François Mitterrand y Francia fueron los únicos responsables del golpe de estado realizado por su ‘hermano’ y compañero de revolución, Blaise Compaoré, presidente de Burkina Faso durante 27 años, olvidando la intervención de Félix Houphouët-Boigny, presidente de Costa de Marfil, los sindicatos, los funcionarios o el propio Muammar Khadafi, presidente de Libia, que al día siguiente del asesinato envió por avión un Mercedes blindado a Blaise Compaoré (el coche ‘oficial’ de la Administración y del propio Sankara era un R-5).
Esto ya me indispuso contra ‘la mesa’ y tomaron la palabra los 2 negros.
Falta el otro negro, pero no porque estuviera recogiendo la manta, que estaba en el bar con los compis-manta
El primero de ellos hizo una exposición bastante ajustada a la realidad de lo que fueron los procesos de independencia africanos de los años ’60 y de los primeros líderes independentistas africanos. Pero nada sobre Thomas Sankara (es de 1983-1987).
A continuación habló el presidente de la Asociación de Manteros Africanos de Madrid, los que venden por las calles, hablando exclusivamente de su situación, su inseguridad legal, de los centros de detención, de las repatriaciones forzosas, criticando el gobierno de Manuela Carmena porque la policía municipal se dedique a reprimirles.
Ni una sola palabra de Sankara, ni una, dudo de que sepa quién era.
Así que se dio paso al debate y pedí la palabra.
Tuve que bajar desde donde estaba hasta el escenario a coger el micro y lo primero que hice fue preguntarles de dónde eran (los negros), porque por los apellidos era evidente que no eran burkineses.
El primero, me confesó que era de Guinea Conakry y el mantero de Senegal.
Entonces me dirigí a los organizadores para preguntarles si no habían podido encontrar un solo burkinés en Madrid que pudiera hablar sobre Sankara y el tipo (eran un tipo y una tipa) me dijo como medalla a colocarse que había estado, 4 veces 4, en Burkina Faso.
“Y yo llevo 9 años…”, le contesté.
Le dije que podían haber contactado con la cónsul de Burkina en Madrid, Kadi Frigitt, y alegaron que era una reaccionaria (supongo que porque tiene dinero, pero que no hace más que construir escuelas y bibliotecas en su país; yo la conozco muy bien)
Y le contesté que hacía 2 años había traído a Smockey y Sams’K Le Jah (los organizadores del movimiento ciudadano, Le Balay Citoyen, que echó en 2014 a Blaise Compaoré del poder y del país), pero me di cuenta que NADIE en la sala sabía de lo que estaba hablando, empezando por los africanos.
Así las cosas, montado el belén, el público empezó a increparme y a decirme que si tenía una pregunta que hacer que la hiciera y que me sentara y me callara.
No os cuento cómo me sentí y les increpé que no tenían ni puta idea de lo que hablaban y que les daba igual la verdad de las cosas.
Y a los organizadores que no se podía utilizar la imagen de Sankara para hablar de otras cosas, por más interesantes que fueran. Me quitaron el micro.
Me volví a mi asiento y aun tuve que aguantar insultos de la mayoría de los que tomaron la palabra después.
Aguanté, lo mejor que pude, con mis amigas, hasta el final. Aunque me dieron ganas de insultarles y llamarles racistas de mierda, porque estaba claro que el guineano y el senegalés no estaban ahí por sus conocimientos sobre Sankara sino porque eran negros, nota de color.
¿Cómo vas a organizar un debate sobre la figura de Sankara sin un negro, aunque no tenga ni puta idea?
Puro racismo.
Cuando te has dejado la salud, casi la vida en un atentado, vives en una zona de alto riesgo de muerte o secuestro (armado con escopeta y pistola), te has dejado un montón de pasta, de esfuerzo, duro trabajo por la gente y casi todas las ilusiones, te jode un montón que unos payasos, cómodamente en Madrid, supuestos rojos de lo más, se pongan a insultarte y despreciarte.
Yo soy comunista, desde que recuerdo, aunque tengo muy mala memoria, y ya escribió Lenin que el izquierdismo es la enfermedad infantil del comunismo y si se me permite la licencia poética, el ultra izquierdismo es el cáncer maldito.
Gente como ésta que no respeta ni la verdad en aras de unos supuestos valores son los que destrozan a la izquierda.
La culpa es mía por meterme en belenes, pero parecía lo suyo en estos días de nostalgia y echaba de menos Burkina Faso y encontrarme entre los míos.
Resulta que me encontré con el terror de ‘Los Otros’.
No sé si la frase es suya pero Thomas Sankara la repetía a menudo:
“Sólo la verdad es revolucionaria”