«El ahora es todo lo que hay, y el futuro es una hipótesis, otro momento presente para ser vivido cuando llegue», escribió Wayne Dyer, en «Tus zonas erróneas». El momento presente no tiene más fundamento que su parentesco con el pasado, que sólo es recuerdo y “huellas” en tu cuerpo o en tu espíritu que, a veces, claro que duelen y hacen sangrar el alma y rebrotar tus miedos. Porque, en cierto modo, han condicionado parte de tu vida. No somos cómo nacimos ni tan sólo con la herencia genética, sino que se han ido incorporando experiencias normales y hasta banales pero algunas tan dolorosas y sangrantes que a algunos han llevado al suicidio por parecerles insoportables de asumir. O pueden haberte llevado a algún tipo de alienación: alejarte y hasta aislarte y casi «buscarte» nuevos sufrimientos para intentar en vano acallar las dolorosas experiencias padecidas intentando “pasar”, alienándote en otras formas de evasión.
También es el caso de algunas carreras en post del prestigio, la fama, el éxito real sobre tus ambientes y conocidos. Carreras locas de esfuerzo, de estudio, de nuevas experiencias de crecimiento y de éxito que, en algunos momentos, y sobre todo cuando se acercan la soledad y la vejez te hacen preguntarte si han valido la pena. Por eso vamos a ocuparnos seriamente en lo que denomino «Tiempo de descuento» .
Muchas historias de trabajar a todas horas, de asumir nuevos compromisos, de estar pendiente del móvil o de casi “pasar” por la familia sin atreverte a ¿“perder”? el tiempo, o mejor, pasar el tiempo con tus seres queridos. No te permites ni un momento para vacar al ocio, al descanso, al hacer sin hacer, a jugar, sí a “jugar” pero sin contrincantes a los que vencer, sino a saber estar, a gozar del entorno, de las cosas pequeñas, de saborear una fruta o un paseo o escuchar a otra persona… ¡Si tú supieras a cuántas personas hubieras podido ayudar con sólo escucharlas, atenderlas sin tener que aceptar desafío alguno ni solucionar nada, ningún problema! Tan sólo, salud-dar, a-coger escuchando, paseando, a veces en silencio y dejándoos invadir por el aire, por las hojas y ramas de los árboles, por el romper de las olas en la arena.
La vida no puede ser un desafío continuo, un challenge, una meta, otra conquista… Los sabios que en el mundo han sido y que felizmente hay, a veces, ante una situación desesperante que les proponen suelen sonreír, compartir en silencio una taza de té o un vaso de vino… “No decían palabra, el anfitrión, el huésped y el crisantemo”, es uno de los más bellos haikús de Basso.
A veces, pienso que han insistido demasiado en que debemos querer a los demás, respetarlos, hasta obedecerles y doblegarnos… pero cuántas menos veces nos han enseñado e insistido en que debemos amarnos a nosotros mismos, aceptarnos, respetarnos, regalarnos y saber descansar y disfrutar y hasta gozar al caer en la cuenta de que “no es cuanto más, mejor sino cuánto mejor, más”. Por eso, los sabios no cesaron ni cesan de enseñarnos a disfrutar del ocio, y no sólo del nec-otium (negocio o actividad rentable). Y si, como me sucede a mí, admiras al Rabí Jesús, su vida, palabras y hechos, comprenderás de golpe cual es el primero de los mandamientos para ser uno mismo feliz y dichoso, realizado…. Amarás al Señor con todas tus fuerzas y con todos tus medios y al prójimo tanto como a ti mismo. Y si te preguntas quién es tu prójimo, como realmente sucedió, escucharás la más clara de las respuestas en la parábola del buen samaritano. Y si no tienes al alcance el texto lo encontrarás con facilidad en Internet. Además, de por mi curiosidad y responsabilidad académica, he procurado ir más allá de la tradición cristiana en la que me encuentro y cuyos dogmas, ritos y preceptos respeto y he estudiado lo mejor posible en la Universidad Pontificia de Roma durante 4 años., pero que ahora no practico como creyente de ninguna religión que he procurado estudiar en profundidad y sacar provecho personal de algunas de sus prácticas y conocimientos: yoga, tao, budismo y sufro por el mal conocimiento que por lo general hay sobre estas corrientes del espíritu que tanto influyen sobre el cuerpo y la salud mental y física. Sólo dar mi testimonio de que durante más de 50 años de clases a miles de alumnos en la universidad, he tratado de estos temas y constaté no sólo la ignorancia que tenían sobre el mismo cristianismo, sino el interés que mostraban cuando les hablaba de él y además, de otras muchas tradiciones religiosas. Esto es un hecho contrastado, no una opinión de “viejo profesor”, mejor que “profesor viejo”. Por mi profesión académica en la universidad las he estudiado a fondo pues ¿Cómo sería posible explicar Historia universal del pensamiento político, social y económico, sin haber profundizado, y practicado en gran parte, en las grandes tradiciones religiosas de la humanidad? Sería como intentar dar puntada sin hilo o como tratar de explicar nuestro presente a los futuros periodistas sin haber conocido los usos, costumbres, formas de convivencia, de enfrentamiento con otros pueblos, artes, música, creencias, comidas, espacios, miedos, supersticiones y ritos de esos pueblos en sus espacios, relaciones y tiempos. Por eso, por Señor, Dios, Creador, Manitú, Brahma, Mitra, Shiva, Krishna, encarnación humana de Visnú que se “expresó” en uno de los más hermosos discursos éticos de la humanidad el Bhagavad Gita; Yahvé, cuya encarnación, por así decirlo, algunos sostienen que fue Jesús; Zeus, Tao, Alá y un inmenso y largo etcétera. Porque, durante milenios, los pueblos han podido subsistir sin el dominio del fuego, sin la rueda, el ánfora o la escritura, pero en todos ellos se encuentran restos de ritos de enterramientos, lo cual es un indicio de que habría un posible misterio “más allá” o “después”. .. o una especie de lenitivo como consuelo.
Por eso, Rosemary Göring, responsable de la edición del Diccionario de las religiones, de W & R Chambers Ltd., editada en España por Salvat y prologada por Miret Magdalena, sostiene que creer en algo resultará extraño para aquellos que no tienen las mismas ideas; y aunque es fácil rechazar las creencias de los demás por “irracionales”, es raro no sostener ninguna opinión acerca de lo que subyace a nuestra existencia. De hecho, muchos antropólogos se refieren a una religiosidad natural de la humanidad: la necesidad de mantenerse en contacto con una fuerza misteriosa que puede influir en la vida de los creyentes. Algunos científicos y psicoanalistas consideran que la fe religiosa nace de la neurosis y la inseguridad. Para Feuerbach, la creencia en lo divino es una proyección de la necesidad humana de creer en algo o en algún plan detrás de un universo que inexplicablemente, sufre. Bueno, habría mucho que hablar, estudiar, compartir y a tratar de obsesionarnos por este ¿y después?, a lo que inmediatamente Sócrates y tantos sabios han tratado de responder ¿y, antes?.. de una u otra forma. Y basta ya con aquel infame: Eso no me lo preguntéis a mi, que soy ignorante…doctores tiene la Santa Madre Iglesia que sabrán responderos?
Cualesquiera que sean las ideas personales de un individuo, no se puede dudar de la influencia que en nosotros mismos ejercen las diversas creencias, actuales o pasadas… lo sepamos o no. Por eso, existen pruebas científicas de que, en algunas personas, creer en la oración es beneficioso. Así como en nuestro tiempo ha vuelto a respetarse y a valorarse el poder de la meditación durante 15 o 20 minutos al día contribuye a la salud y a la curación por el poderoso efecto sedante sobre las secuelas del estrés. Pero, ¡ojo con no pocos falsarios que tanto daño pueden hacer a personas inocentes! (que no matan, libres de culpa) Yo la practico cada vez más, desde hace años, bajo la dirección de auténticos «Maestros» a los que nunca se lo podré agradecer salvo » compartiendo saberes y experiencias) . Recuerdo la frase del Dr. Albert Schweitzer, que leí en su Hospital de Lambarené: “Cada paciente tiene a su propio médico en su interior”.
La esperanza es muy importante porque puede hacer el momento presente más fácil de soportar. Si creemos que el mañana será mejor, podemos sobrellevar la vida actual. ¿O no, y contribuye a afirmar la parábola del amo y del esclavo que “se necesitan” el uno al otro? No creo en este planteamiento -creo recordar que de Hegel que tanto ha contribuido a intentar “justificar” la opresión del esclavo por el amo como si fuera “un mal necesario”. No, no y no. O esa inverosímil patraña del “pecado original”, o del infierno eterno, o de un inventado purgatorio y, hasta hace poco, ¡del limbo! Y no hablemos ya de la obsesión enfermiza de los católicos en condenar la masturbación con toda serie de patrañas. Recuerden que, durante siglos, en la Iglesia católica, al menos, si moría una mujer embarazada, no se podía llevar su cuerpo a la iglesia para los funerales, sino que hacían una especie de parodia en el atrio… ¡¡¡Porque llevaba en su seno a un niño no bautizado!!! Hala, al Limbo. Y así podríamos señalar y denunciar barbaridades sin fin en favor de los poderosos y a costa de los más pobres y humildes. Por supuesto, sería de necios o de estúpidos no reconocer las inmensas obras de amor, de ayuda, en entrega hasta el martirio del Cristianismo en sus diversas versiones. Pero ojo con esta proliferación de «meditaciones» a la carta o con planteamientos sencillamente absurdos y que pueden, y de hecho algunas hacen, mucho daño a personas inocentes.
Prof. José Carlos Gª Fajardo, Emérito U.C.M.
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garciafajardojcrdm
<garciafajardojcrdm@gmail.com>
no leída,
El ahora es todo lo que hay, y el futuro es simplemente otro momento presente para ser vivido cuando llegue, escribió Wayne Dyer, en «Tus zonas erróneas».
El momento presente no tiene más fundamento que su parentesco con el pasado, que sólo es recuerdo y “huellas” en tu cuerpo o en tu espíritu que, a veces, claro que duelen y hacen sangrar el alma y rebrotar tus miedos. Porque, en cierto modo, han condicionado parte de tu vida. No somos cómo nacimos ni tan sólo con la herencia genética, sino que se han ido incorporando experiencias normales y hasta banales pero algunas tan dolorosas y sangrantes que a algunos han llevado al suicidio por parecerles insoportables de asumir. O pueden haberte llevado a algún tipo de alienación: alejarte y hasta aislarte y casi «buscarte» nuevos sufrimientos para intentar en vano acallar las dolorosas experiencias padecidas intentando “pasar”, alienándote en otras formas de evasión.
También es el caso de algunas carreras en post del prestigio, la fama, el éxito real sobre tus ambientes y conocidos. Carreras locas de esfuerzo, de estudio, de nuevas experiencias de crecimiento y de éxito que, en algunos momentos, y sobre todo cuando se acercan la soledad y la vejez te hacen preguntarte si han valido la pena. Por eso vamos a ocuparnos seriamente en lo que denomino «Tiempo de descuento» .
Muchas historias de trabajar a todas horas, de asumir nuevos compromisos, de estar pendiente del móvil o de casi “pasar” por la familia sin atreverte a ¿“perder”? el tiempo, o mejor, pasar el tiempo con tus seres queridos. No te permites ni un momento para vacar al ocio, al descanso, al hacer sin hacer, a jugar, sí a “jugar” pero sin contrincantes a los que vencer, sino a saber estar, a gozar del entorno, de las cosas pequeñas, de saborear una fruta o un paseo o escuchar a otra persona… ¡Si tú supieras a cuántas personas hubieras podido ayudar con sólo escucharlas, atenderlas sin tener que aceptar desafío alguno ni solucionar nada, ningún problema! Tan sólo, salud-dar, a-coger escuchando, paseando, a veces en silencio y dejándoos invadir por el aire, por las hojas y ramas de los árboles, por el romper de las olas en la arena.
La vida no puede ser un desafío continuo, un challenge, una meta, otra conquista… Los sabios que en el mundo han sido y que felizmente hay, a veces, ante una situación desesperante que les proponen suelen sonreír, compartir en silencio una taza de té o un vaso de vino… “No decían palabra, el anfitrión, el huésped y el crisantemo”, es uno de los más bellos haikús de Basso.
A veces, pienso que han insistido demasiado en que debemos querer a los demás, respetarlos, hasta obedecerles y doblegarnos… pero cuántas menos veces nos han enseñado e insistido en que debemos amarnos a nosotros mismos, aceptarnos, respetarnos, regalarnos y saber descansar y disfrutar y hasta gozar al caer en la cuenta de que “no es cuanto más, mejor sino cuánto mejor, más”. Por eso, los sabios no cesaron ni cesan de enseñarnos a disfrutar del ocio, y no sólo del nec-otium (negocio o actividad rentable). Y si, como me sucede a mí, admiras al Rabí Jesús, su vida, palabras y hechos, comprenderás de golpe cual es el primero de los mandamientos para ser uno mismo feliz y dichoso, realizado…. Amarás al Señor con todas tus fuerzas y con todos tus medios y al prójimo tanto como a ti mismo. Y si te preguntas quién es tu prójimo, como realmente sucedió, escucharás la más clara de las respuestas en la parábola del buen samaritano. Y si no tienes al alcance el texto lo encontrarás con facilidad en Internet. Además, de por mi curiosidad y responsabilidad académica, he procurado ir más allá de la tradición cristiana en la que me encuentro y cuyos dogmas, ritos y preceptos respeto y he estudiado lo mejor posible en la Universidad Pontificia de Roma durante 4 años., pero que ahora no practico como creyente de ninguna religión que he procurado estudiar en profundidad y sacar provecho personal de algunas de sus prácticas y conocimientos: yoga, tao, budismo y sufro por el mal conocimiento que por lo general hay sobre estas corrientes del espíritu que tanto influyen sobre el cuerpo y la salud mental y física. Sólo dar mi testimonio de que durante más de 50 años de clases a miles de alumnos en la universidad, he tratado de estos temas y constaté no sólo la ignorancia que tenían sobre el mismo cristianismo, sino el interés que mostraban cuando les hablaba de él y además, de otras muchas tradiciones religiosas. Esto es un hecho contrastado, no una opinión de “viejo profesor”, mejor que “profesor viejo”. Por mi profesión académica en la universidad las he estudiado a fondo pues ¿Cómo sería posible explicar Historia universal del pensamiento político, social y económico, sin haber profundizado, y practicado en gran parte, en las grandes tradiciones religiosas de la humanidad? Sería como intentar dar puntada sin hilo o como tratar de explicar nuestro presente a los futuros periodistas sin haber conocido los usos, costumbres, formas de convivencia, de enfrentamiento con otros pueblos, artes, música, creencias, comidas, espacios, miedos, supersticiones y ritos de esos pueblos en sus espacios, relaciones y tiempos. Por eso, por Señor, Dios, Creador, Manitú, Brahma, Mitra, Shiva, Krishna, encarnación humana de Visnú que se “expresó” en uno de los más hermosos discursos éticos de la humanidad el Bhagavad Gita; Yahvé, cuya encarnación, por así decirlo, algunos sostienen que fue Jesús; Zeus, Tao, Alá y un inmenso y largo etcétera. Porque, durante milenios, los pueblos han podido subsistir sin el dominio del fuego, sin la rueda, el ánfora o la escritura, pero en todos ellos se encuentran restos de ritos de enterramientos, lo cual es un indicio de que habría un posible misterio “más allá” o “después”. .. o una especie de lenitivo como consuelo.
Por eso, Rosemary Göring, responsable de la edición del Diccionario de las religiones, de W & R Chambers Ltd., editada en España por Salvat y prologada por Miret Magdalena, sostiene que creer en algo resultará extraño para aquellos que no tienen las mismas ideas; y aunque es fácil rechazar las creencias de los demás por “irracionales”, es raro no sostener ninguna opinión acerca de lo que subyace a nuestra existencia. De hecho, muchos antropólogos se refieren a una religiosidad natural de la humanidad: la necesidad de mantenerse en contacto con una fuerza misteriosa que puede influir en la vida de los creyentes. Algunos científicos y psicoanalistas consideran que la fe religiosa nace de la neurosis y la inseguridad. Para Feuerbach, la creencia en lo divino es una proyección de la necesidad humana de creer en algo o en algún plan detrás de un universo que inexplicablemente, sufre. Bueno, habría mucho que hablar, estudiar, compartir y a tratar de obsesionarnos por este ¿y después?, a lo que inmediatamente Sócrates y tantos sabios han tratado de responder ¿y, antes?.. de una u otra forma. Y basta ya con aquel infame: Eso no me lo preguntéis a mi, que soy ignorante…doctores tiene la Santa Madre Iglesia que sabrán responderos?
Cualesquiera que sean las ideas personales de un individuo, no se puede dudar de la influencia que en nosotros mismos ejercen las diversas creencias, actuales o pasadas… lo sepamos o no. Por eso, existen pruebas científicas de que, en algunas personas, creer en la oración es beneficioso. Así como en nuestro tiempo ha vuelto a respetarse y a valorarse el poder de la meditación durante 15 o 20 minutos al día contribuye a la salud y a la curación por el poderoso efecto sedante sobre las secuelas del estrés. Pero, ¡ojo con no pocos falsarios que tanto daño pueden hacer a personas inocentes! (que no matan, libres de culpa) Yo la practico cada vez más, desde hace años, bajo la dirección de auténticos «Maestros» a los que nunca se lo podré agradecer salvo » compartiendo saberes y experiencias) . Recuerdo la frase del Dr. Albert Schweitzer, que leí en su Hospital de Lambarené: “Cada paciente tiene a su propio médico en su interior”.
La esperanza es muy importante porque puede hacer el momento presente más fácil de soportar. Si creemos que el mañana será mejor, podemos sobrellevar la vida actual. ¿O no, y contribuye a afirmar la parábola del amo y del esclavo que “se necesitan” el uno al otro? No creo en este planteamiento -creo recordar que de Hegel que tanto ha contribuido a intentar “justificar” la opresión del esclavo por el amo como si fuera “un mal necesario”. No, no y no. O esa inverosímil patraña del “pecado original”, o del infierno eterno, o de un inventado purgatorio y, hasta hace poco, ¡del limbo! Y no hablemos ya de la obsesión enfermiza de los católicos en condenar la masturbación con toda serie de patrañas. Recuerden que, durante siglos, en la Iglesia católica, al menos, si moría una mujer embarazada, no se podía llevar su cuerpo a la iglesia para los funerales, sino que hacían una especie de parodia en el atrio… ¡¡¡Porque llevaba en su seno a un niño no bautizado!!! Hala, al Limbo. Y así podríamos señalar y denunciar barbaridades sin fin en favor de los poderosos y a costa de los más pobres y humildes. Por supuesto, sería de necios o de estúpidos no reconocer las inmensas obras de amor, de ayuda, en entrega hasta el martirio del Cristianismo en sus diversas versiones. Pero ojo con esta proliferación de «meditaciones» a la carta o con planteamientos sencillamente absurdos y que pueden, y de hecho algunas hacen, mucho daño a personas inocentes.
Prof. José Carlos Gª Fajardo, Emérito U.C.M.
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