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Mientras tantoTodo ocurre como si no ocurriera

Todo ocurre como si no ocurriera

Sestear absorto y pálido   el blog de Jose de Montfort

 

Vuelvo al blog. Y me pregunto dónde he estado TODO este tiempo.

A la tarde, me consuela Lamborghini:

“todo /  ocurre / como / si / no / ocurriera”, escribe el argentino.

 

Llevamos unas pocas semanas en casa (dos, en realidad) y parece que vengamos de otra época. Una si no feliz sí más relajada, libre, tranquila y bullanguera.

Porque el ritmo no se ha detenido (seguimos trabajando en casa, los que tenemos la suerte de conservar el trabajo), pero se ha impuesto el silencio y la distancia.

No la emocional, pero sí la física.

Todo sucede a través de los cristales.

Y, sin embargo, sucede.

 

Exhaustos vamos durante todo el día arriba y abajo y, si alguien nos viera a través de una mirilla, dirían que nuestra vida es apacible, relajada: la normal de un freelance que trabaja en casa. Excepto por las salidas al exterior, claro.

 

El otro día (el sábado) tuve una interacción real, yo que llevo solo este confinamiento.

Salí un momento a la calle a por víveres urgentes y a tirar la basura y me crucé con un chico que cargaba un gran objeto cuadrado en una bolsa negra de basura.

-¿Torrent de l´Olla está por aquí? Me preguntó.

No llevaba mascarilla, ni guantes (tampoco yo). Bien es cierto que respetamos la distancia de seguridad. Pero nos tratamos de una manera normal, cordial; (des)paranoiada.

-Ven mira, es por allí… ves aquella calle allá..?

 

De vuelta a casa (mis salidas son siempre muy rápidas, justas, lo mínimo) me sentí confundido, torpe, pero alegre. Ni siquiera pensé en el hecho de que era obvio que aquel chico no vivía por allí (lo pienso ahora), pero supongo que tendría sus razones y motivos para andar por mi barrio.

Observando las sombras detrás de los ventanales, camino de casa, pensé en esos versos de Lamborghini, en los que siente a la ciudad “como una prisión del deseo”.

Y me reí solo, con una risa que se parecía bastante al llanto.

 

 

 

 

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