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Mientras tantoTodo por ganar

Todo por ganar


Aunque la peña está con la mirada ya en Durban, ciudad natal de Fernando Pessoa, porque allí se ventilará el futuro de España en el Mundial de Sudáfrica y este es un año comprimido por tan fasta celebración, conviene no perder de vista el estado del paciente barcelonista al que la retórica del club, anclada en los viejos tebeos de las hazañas bélicas, le ha encomendado una medicación como si fuera Alejandro Magno: «Todo ganado, todo por ganar».

 

Menos mal que Pep sigue echando mano de la cantera, del vino y del jamón y que sus gustos musicales aunque no muy fiables (Coldplay!) siguen deparando un efecto benéfico en un grupo en el que se nota que cada vez más en el campo que hay una buena educación instrumental. Le toca ahora a Busquets, todo un hallazgo, duplicarse en una medular sin africanos y yo ardo en deseos de ver a Thiago alguna vez. El hijo de Mazinho, aunque inédito, apunta a ser uno de esos destructores que tanta falta hacen en el equipo y que seguramente será pronto uno de esos brotes verdes de los que tanto presume La Masía.

 

Entretanto un empate con el Villarreal con varios apuntes. Los partidos con entrega de premios son partidos gafes y las seis copas se verán en la cuesta de enero como un regalo envenenado. Menos mal que hasta febrero no hay Champions y el Stuttgart parece ser un buen sparring para ponerse a punto. En segundo lugar, Ibra que parece desquiciado con los árbitros españoles que no le perdonan ni una. Seguramente descansará más de una vez por culpa de esos trencillas que le ven más codos que cabeza. Tercero, no sabemos a día de hoy ni qué pasa con Márquez (para mí que ya ha dado todo lo que tenía que dar en el club) y con nuestro patrón Chygrinski, que a este paso se va a convertir en uno de esos fondos de armario que sólo sirven para jugar con Pinto la Copa del Rey. Nuestro Lebowski, repetimos, es un jugadorazo al que hay que darle un cachete de vez en cuando pero que debe tener más minutos y que, de momento, sólo ha conseguido algo muy notable: devolverle a Puyol la eterna juventud.

 

Ocurre, mientras tanto, que el Madrid se va perfilando como un conjunto guerrero en el que Pellegrini ha hecho la revolución tan ansiada de sentar a Raúl y a Guti y está a la espera de que aparezca el verdadero Kaká. Calmada la ansiedad habitual en Chamartín, con Cristiano en plan chulito (algo muy madridista, por otra parte) es obvio que los blancos tendrán su chance muy pronto y a las pruebas me remito: después de Alcorcón están enchufados. Aunque escribo estas líneas antes de la visita al Sadar, una trinchera, creo que el Madrid está de vuelta y me alegro primero por su entrenador, aunque se me siguen atragantando su presidente y ese Valdano cada vez más engominado en el concepto y en las aplicaciones de la metáfora a la chequera.

 

Respeto de La Roja que el grupo inicial sea tan flojo es un mal preámbulo ya que llegarán a octavos sin mucha competición y con un cruce a cara de perro con Portugal presumiblemente. Sin embargo, no hay que olvidar el ahora o nunca de este combinado en el que todas las líneas parecen dispuestas a jugársela a cualquiera que se tercie. Si Torres llega en forma, si Xavi e Iniesta no se rompen, si Senna vuelve a ser el rey de las recuperaciones y Casillas detiene algún penalti, malo será que no estemos entre los semifinalistas. Me da a mí que una de las sorpresas va a ser la Inglaterra de Capello, un ganador nato, esté dónde esté. Y Brasil, que no es ninguna sorpresa, que arrancará como siempre con vuelo raso y llegará muy fuerte y con la experiencia que siempre le otorga estar en su salsa. Tiempo habrá para ir hablando.

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