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Todos los fuegos el fuego

 

El fuego ni purifica, ni salva, ni venga. El fuego simplemente quema y destruye. O vuelve alimento lo que no lo es.

 

El manejo del fuego permitió al hombre hacer comestibles infinidad de alimentos potenciales que, crudos, no lo son.

 

Es el caso de muchas setas, tubérculos como la patata, todas las harinas, el caparazón de los insectos, arácnidos y crustáceos, la carne de algunos moluscos y multitud de productos de origen vegetal o animal que se digieren mucho mejor cocinados, o pierden su toxicidad.

 

El calor del fuego redujo la contaminación de los alimentos, desinfectándolos, permitió el secado y curado de las carnes y pescados para su conservación y, en definitiva, amplió enormemente las posibilidades de alimentación de los seres humanos.

 

Además nos defendió de otros animales y nos protegió de la crudeza del invierno. Y sirvió de origen a todas las industrias.

 

Pero hoy podemos prescindir del fuego como tal. Las cocinas que queman combustibles son una causa importante de contaminación doméstica por óxidos de nitrógeno (1), partículas de hidrocarburos y ozono, ocasionan incendios y derrochan energía.

 

En el futuro, todo el mundo utilizará en casa cocinas de inducción o vitrocerámica, más limpias, seguras y eficientes que la quema de combustibles. En general, la quema de combustibles fósiles deberá ir en retroceso, si queremos evitar el efecto invernadero y el cambio climático global.

 

Prometeo entregó el fuego a los mortales por piedad, y por ello sufrió un severo castigo. Hoy los hombres debemos devolver poco a poco el fuego a los dioses, si queremos salvar el planeta entero.

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