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Todos ya en campaña: ¿El Congreso de los Diputados más breve?

 

El que se ha constituido hace unas horas quizás se convierta en el más breve, en el más fugaz Congreso de la historia reciente de España. Las actuaciones de los diferentes partidos políticos, disfrazadas a veces de búsqueda de negociaciones y pactos para constituir Gobiernos, no dejan de ser estrategias pre-electorales. O quizás sean sobre todo eso: el calentamiento para una nueva campaña para los próximos y cercanos comicios. La última semana de 2015 fue eso y eso mismo están siendo los primeros días de 2016. No han dejado descanso a los votantes ni siquiera en Navidad. ¿Cuáles son los indicios?

 

Podemos fue el partido que más claro lo explicó nada más tener los resultados de las elecciones del 20 de diciembre: «Nos ha faltado una semana (de campaña electoral) y un debate». Para culminar la remontada, se entiende. Ésa fue su idea fuerza durante las dos semanas previas a los comicios. Y quizás piensan que si tienen otra oportunidad podrán dar el definitivo sorpasso al Partido Socialista. Aunque su estrategia tiene un riesgo: que el electorado perciba, precisamente, esa estrategia; que los votantes lleguen a intuir que Podemos está sobreactuando para evitar un pacto con el PSOE y forzar una nueva convocatoria electoral. Que en algunos momentos los líderes de Podemos hayan condicionado cualquier acuerdo de Gobierno a la celebración de un referéndum en Cataluña puede haber jugado en su contra y por eso en los últimos tiempos va cobrando más fuerza su agenda social.

 

La constitución de la mesa del Congreso de los Diputados tras un acuerdo de PP, PSOE y Ciudadanos refuerza el argumentario de Podemos, que habla de «búnker» para referirse a este particular tripartito, y mejora su posición de partida con la mirada puesta en unos nuevos comicios. También ayuda a Podemos haberse presentado como víctima de esos tres del «búnker», que no le han permitido constituir cuatro grupos parlamentarios, cuando no son sus adversarios políticos, sino el propio reglamento del Congreso el que lo impide.

 

Podemos aspira a pescar mucho sufragio del Partido Socialista con esta estrategia. Por supuesto, también de Izquierda Unida, al menos, todos aquellos votos que se perdieron en todas las provincias en las que no pescó ningún escaño, es decir, en todas menos en Madrid. Para IU llegará tarde la prometida reforma de la ley electoral. 

 

Pedro Sánchez, el candidato socialista a la presidencia, ha aparecido como el más activo e interesado por formar un Gobierno de izquierdas. Primero, por su enfrentamiento con los barones socialistas que encabeza Susana Díaz para no plegarse a la primera a un pacto con el PP. En segundo lugar, por su viaje a Portugal, donde gobierna un tripartito de izquierdas y pudo tomar ideas de cómo construir esa alternativa en España. En tercer lugar, por sus propias palabras insistiendo en que con su voto, ni por acción ni por omisión daría su apoyo a un Gobierno del Partido Popular. En cuarto lugar, por unas palabras del mismo lunes cuando anunció que buscaba la formación de un Gobierno con Podemos y Ciudadanos. En una entrevista en El Intermedio, Pedro Sánchez afirmó que el pacto entre JxS y la CUP este pasado fin de semana, lejos de acercarle al Partido Popular y a la formación con él de una Gran Coalición, lo alejaba. Añadió que quería intentar llegar a un acuerdo con Podemos, formación a la que le une su agenda social, y con Ciudadanos, partido al que le une, según afirmó también, su afán por regenerar la política.

 

Pero todos estos esfuerzos pueden ser sólo una estrategia electoral de Sánchez también. A la vista de que Podemos no está muy por la labor de formar Gobierno con ellos y ante la certeza de que un pacto con el Partido Popular acabaría con el PSOE como alternativa creíble de izquierda moderada, los de Sánchez han iniciado una campaña que consiste en poner de manifiesto que si no hay Gobierno de izquierdas es por culpa de Podemos y que, para el elector de izquierdas, sólo votar PSOE es útil si lo que se quiere es desalojar al Partido Popular del Gobierno. Con esta estrategia, el PSOE incluso podría arañar algún voto de Ciudadanos que también busque que Rajoy no repita como presidente del Gobierno, al haber tendido la mano, como dijo el propio Sánchez, no sólo a la izquierda (Podemos), sino también a la derecha (Ciudadanos) en busca de un acuerdo de gobernabilidad.

 

El Partido Popular de Mariano Rajoy parece sólo estar observando y esperando. No se está intentando ganar al Partido Socialista para construir esa Gran Coalición, salvo con la cesión a éste de la tercera silla más preciada del Estado español, la de la presidencia del Congreso de los Diputados, pero porque, quizás, tampoco cree que la situación le sea muy desesperada. Posiblemente confía en que la repetición de las elecciones le beneficia porque mucho voto de derechas que fue a Ciudadanos puede volver a apoyarle en unos nuevos comicios, al considerar más útiles los sufragios al PP que al partido naranja.

 

Ciudadanos no hizo una buena campaña. El propio partido ha realizado ese diagnóstico. Y, Albert Rivera, queriéndose presentar como un hombre de Estado tras los comicios, se ha equivocado entregándose a Rajoy y pidiéndole a Sánchez apoyo para investir al líder popular. Ha quedado también demasiado patente la animadversión que sienten los naranjas respecto a los morados y, por tanto, también su imagen como bisagra para unir al antiguo bipartidismo, aunque con especial querencia por la derecha. Esta circunstancia, posiblemente, le restará los apoyos socialdemócratas que hubiera podido conseguir, mientras que muchos de los más conservadores pueden regresar al Partido Popular. 

 

Todas éstas son percepciones sobre posibles estrategias. También sobre posibles reacciones que puedan tener los electores. Pero hay que estar preparado para cualquier sorpresa en las primeras y también en las segundas. 

 

 

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