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#Trumptonto

 

Hace una semana, domingo pleno de sol y holgazanería, me hallaba en Comala City. Seguro que de seguir allá, estaría hablando del único tema que prevaleció durante la semana: el esperado destape del tapado, que hoy domingo es entrevistado por el diario El País y que todo mundo en Comala City lee y —apuesto mi humilde reino— comentará el resto de la semana.

 

Pero ocurre que no, que no estoy en Comala City. O mejor dicho, como ya es usual en mí: estoy en Comala City de mi mente, un sitio a la vez cercano y remotísimo en tiempo, lugar y espacio.

 

Las noticias que llegan directo a mi buzón —el real y el de la mente— no son precisamente las que tienen que ver con el destapado mexicano, sino con el descerebrado que, desde el pasado 7 de enero, gobierna a los Estados Unidos de América y cuyo apellido equivale, sin duda alguna, a la práctica de la más patética y más peligrosa de las infamias, llámense a éstas racismo, xenofobia, nacionalismo, populismo, incitación a la discordia y a la violencia, you name it.

 

Esta mañana aparecieron en mi buzón electrónico al menos tres lecturas acerca de #Trumptonto que, para quienes tenemos la buena o mala fortuna de vivir en el país donde desgobierna este personaje al que se le ha llamado de todo, rufián, infantiloide, sexista —regresaré sobre ello en un momento—, resultan de imprescindible lectura para ir cerrando el año, provenientes de The Boston Review (en asuntos relacionados con política y cultura estadounidenses, en Comala City la gazmoña horda intelectual todavía se alimenta casi exclusivamente de la benemérita The New York Review of Books, sin fijarse ni voltear a otras partes). Los títulos de estos ensayos, hablan por sí mismos; ya sé que es domingo, pero vale la pena darles click: The Descent of Democracy, How Immigrants Became Criminals y The Mythical Whiteness of Tump Country.

 

Los de The Boston Review se tratan de ensayos meditados y de hondo calado, al contrario de dos noticias publicadas el viernes pasado (soy un viejo: ¿qué importa hablar de tiempo en tiempos de las redes y su inmediatez?). Me refiero, en primer lugar, a la declaración de culpabilidad por mentir ante el FBI del impresentable y fanaticoide ex Consejero de Seguridad Nacional de #Trumptonto, Michael Flynn, y las posibles implicaciones que podrían derivarse de ello para una cada vez más tambaleante Casa Blanca.

 

En segundo lugar, una noticia que más o menos ha pasado inadvertida, pero que: 1. Significa una victoria y una refutación de la caracterización de #Tumptonto acerca de los mexicanos como una horda criminal y violadora de mujeres. El jueves 30 de noviembre, un jurado de San Francisco declaró inocente a Jose Ines Garcia Zarate del homicidio de Kate Steinle, de 25 años, el 1 de julio de 2015 y, 2. La exacerbación de la xenofobia, racismo y odio en contra de la población migrante mexicana en redes sociales, que ya no necesita ser azuzada por el Cabecilla en Jefe, tal como lo reportó al instante en su nota la revista Newsweek.

 

Qué más quisiera hallarme yo también ahora mismo en Comala City hurgándome las narices frente a la entrevista del destapado, pero ocurre que ayer sábado (otra vez: ¿a quién le importa el cuándo cuando en las redes ya despareció la noción misma de cuándo?) tuve que hacer un corte viaje a uno de los páramos más desoladores de la Nación #Trumptonto, en el estado de Ohio, y ante semejante escenario digno de una película apocalíptica, no pude evitar recordar el recorrido que por esos mismos lares hizo mi amigo, el escritor y periodista Alfonso Armada en ocasión de la primera campaña de Obama y constatar que, pasados los años, seguimos hablando de los mismos y sempiternos temas (en su espléndido libro de viajes y crónicas El sueño americano. Cuaderno de viaje a la elección de Obama): “el papel de la religión, el voto de los rednecks (la clase obrera blanca), la importancia de la raza, la crisis económica y la inclinación de los Estados dudosos como Ohio, además de los hispanos, la inmigración y la frontera.”

 

De mi reciente viaje a Comala City —la real, no la de la mente—me traje en mis maletas los únicos tres libros en castellano de los que tengo noticia abordan estos temas con la urgencia con que los habitantes de Comala City deberían atenderlos, pues se trata de asuntos que, no hace falta citar a Terencio, ni por equivocación son ni les serán ajenos durante los próximos años, gane las elecciones presidenciales el recién destapado o bien el veterano de Vietnam, estado de Tabasco, el señor López Obrador.

 

El primero es Trump. Ensayo sobre la imbecilidad, vale decir escrito antes de la elección de noviembre de 2016, del profesor de Harvard y de la universidad de California, Aaron James. Se trata de un enérgico y a la vez meditado y documentado opúsculo en el cual el filósofo intenta fijar, de una vez por todas, el carácter de #Trumptonto y con ello la naturaleza de sus vínculos y relaciones superlativas con el resto del mundo, sus allegados y subordinados incluidos: “El imbécil actúa impulsado por la firme convicción de ser especial y no estar sujeto, por lo tanto, a las normas de conducta comunes a todos los demás […] Y Trump no necesita esforzarse para ganarse la atención de los votantes y hacer que se sientan intrigados, estupefactos, incrédulos y entretenidos.”

 

 

 

 

El profesor James contrapone, a mi entender de manera equivocada, las filosofías políticas de Rousseau y de Hobbes; en particular en lo relativo a cómo se crean el Estado y la comunidad, y qué clase de ciudadano emerge del célebre “pacto” presente en ambos clásicos. En su pequeño libro, Aaron James se inclina por la fórmula de Rousseau como remedio de esa enfermedad llamada #Trumptonto, pero también de los abusos por parte de la clase política al pueblo llano (la traición al “buen ciudadano” y al «buen pueblo» de Rousseau) y de los mega-millonarios estadounidenses, que han dejado en la estocada a medio mundo gracias a la globalización y el neoliberalismo. Al profesor James parece olvidársele (en su francofilia, no lo menciona ni una vez) la célebre advertencia acerca de la tiranía de las mayorías hecha por Alexis de Tocqueville y que no voy a repetir aquí. Sin embargo, el profesor sí echa la carne al asador a la hora de contextualizar en qué circo hace sus imbecilidades #Trumptonto: “Tal como lo expresan algunos, los políticos parecen pensar que su mierda no apesta; pero Trump es distinto: él está metido en ella hasta el cuello y sigue siendo rico y sin perder el rubio de su pelo ni el rosa de su cara. Por lo tanto, es lo que necesitamos.”

 

Sobra decir que si fuera yo nacido en los Estados Unidos (como en la canción con rango de himno de Bruce Springsteen), después de leer esto lo siguiente que haría sería ir a mi armería de confianza en Michigan y hacerme de una pistola para descerrajarme un tiro en la sien.

 

En la maleta me cupo también un sugerente librito de actualidad, y digo sugerente porque lo escribe uno de los historiadores más destacados de los últimos años, junto con el finado Tony Judt. Se trata de Sobre la tiranía. Doce lecciones del siglo XX. Si el lector da click aquí, se enterará rápidamente de qué va el libro: más que lecciones, se trata creo yo de advertencias para nuestro tiempo, para el tiempo de #Trumptonto. 

 

 

 

 

 

Alberto Gordo, en su reseña para El Cultural del diario El Mundo, cifra mejor que yo el contenido e intenciones de este pequeño y valiente libro: “Hay un artículo antológico sobre la importancia de la verdad, que termina, rotundo: ‘La posverdad es el prefascismo’. El libro es como una larga columna de opinión, pero de periódico anglosajón: inteligente, asociativo, arbitrario, exagerado a veces, provocador a menudo y con un estilo al servicio siempre de las ideas.”

 

Quizás el más ambicioso y de mayor alcance de cuantos libros de señalado carácter anti-#Trumptonto logré contrabandear desde Comala City a la hora de traspasar la siempre repelente zona de migración y entrar en territorio estadounidense, fue el más delgado (por su extensión) pero el más contundente de todos ellos. Me refiero a Contra Trump. Panfleto urgente, del novelista, ensayista, columnista y gestor cultural mexicano, Jorge Volpi.

 

 

 

 

 

No voy a entrar aquí en los meandros de la historia del panfleto, tan común entre los agitadores y enciclopedistas franceses de los siglos XVII y XVIII. Valga señalar que en treinta ensayos de escazas dos o tres páginas, Volpi logra acercarse al fenómeno #Trumptonto desde prácticamente todos los ángulos que importan —incluidos los que resultan verdaderamente urgentes para los habitantes de Comala City, políticos, comentaristas, académicos, escritores, cualquiera que se preocupe por la res publica.

 

Están en Contra Trump. Panfleto urgente, todos los aspectos que merecen ser cubiertos a la hora de preguntarse, es decir de panfletear, cómo es que este imbécil llegó hasta donde llegó, así como las implicaciones que su victoria electoral en 2016 significaron y significarán para otros países: ascenso de la xenofobia, racismo, del discurso del odio, Brexit… En (incierta y abierta) suma: “una globalización que, en nuestros días, padece una terrible nostalgia por los nacionalismos del siglo XX. Una época dominada por el resentimiento y la apatía; por la desconfianza hacia los políticos profesionales que, carentes de ideología, solo se preocupan por sí mismos; y por el auge repentino de líderes que lucran con la xenofobia, la falta de empatía y el horror a la diferencia.”

 

Dos aspectos, me parece, vuelven el libro, o panfleto de Volpi, el más relevante de las dos pequeñas obras referidas antes respecto a la política, la ontología y hasta la cosmogonía de #Trumptonto. Me refiero en primer lugar al asunto de la desigualdad económica, la cual jugó un papel importantísimo en la elección del Imbécil (Aaron James dixit) y que sin duda alguna juagará igualmente un rol crucial en otras elecciones alrededor del orbe. Cito un pasaje breve, compacto, pero en el cual están cifrados al menos los últimos veinticinco o treinta años de (in)desarrollo económico: “En cada sitio hay razones precisas para la furia —la inmovilidad social en los países avanzados; la crisis y el desmantelamiento de los servicios sociales en el sur de Europa; la corrupción en la península ibérica y en nuestras naciones latinoamericanas—, pero la razón principal puede resumirse en una sola palabra: inequidad.”

 

Se trata de un asunto no menor por su complejidad, capacidad destructora y amplitud misma. Debo al Doctor Gerardo Esquivel, profesor de El Colegio de México, el empujón necesario para leer —y no nada más tenerlo en casa, reposando sobre los anaqueles de mi biblioteca— el colosal libro de Thomas Piketty, El capital en el siglo XXI. Gracias a un cursillo que Esquivel ofreció acerca de desigualdad en el mundo y en México, comencé a darme cuenta de los orígenes, las dimensiones y, ni modo, el próspero futuro que le espera a la desigualdad económica en el siglo que vivimos —razón por la cual Piketty tituló así su opus magnum, siendo como es, la obra de un economista en absoluto arcano, pero también de un escrupuloso historiador de la economía.

 

Vale la pena citarlo in extenso primero para echar por tierra todo lo que usted había creído (la mano invisible y otros mitos) acerca de la distribución de la riqueza nacional y, segundo, para poner en un contexto más amplio y menos apremiante lo escrito por Volpi: “La dinámica de la distribución de la riqueza pone en juego poderosos mecanismos que empujan alternativamente en el sentido de la convergencia y de la divergencia, y que no existe ningún proceso natural y espontáneo que permita evitar que las tendencias desestabilizadoras y no igualitarias prevalezcan permanentemente […] Las disparidades en el ingreso resultan, por una parte, de la desigualdad en los ingresos por trabajo y, por la otra, de la aún mayor desigualdad en los ingresos del capital, que se origina a su vez en la enorme concentración de la riqueza […] Hoy en día, al principio de la década de 2010, la participación del 10% de los patrimonios más elevados se sitúa en torno al 60% de la riqueza nacional en la mayoría de los países europeos, y especialmente en Francia, Alemania, el Reino Unido e Italia […] En los Estados Unidos, la investigación más reciente organizada por la Reserva Federal indicaba que el decil superior (es decir: el 10% en la cúspide del total de la población) poseía el 72% del patrimonio estadounidense, y la mitad inferior, apenas el 2%.”

 

En un lenguaje más llano lo dice el sabio Hugo Hiriart al hablar de la ambición de quienes, pobres y menos pobres, engañosamente anhelan su porción del pastel estadounidense: «Ya cantaron para ti las sirenas y la ciudad está lista para aplastarte. Porque muchos intentan el triunfo, pocos lo alcanzan y el destrozadero de voluntades es incesante.»

 

A quien le interese la última versión de esta infamia americana, lo invito a leer el blog, con fecha del 18 de febrero de 2016, que Piketty mantiene en el diario Le Monde.

 

¿Se necesita más para entender por qué las soflamas del tipo Make America Great Again pegaron con tubo entre los desheredados de la economía gringa, al tiempo que la temerosa y cada vez más adelgazada clase media estadounidense prefirió elegir a quien prometió (una patraña más) menos impuestos y volver a los viejos tiempos de la prosperidad y la riqueza compartidas?

 

De nuevo, un asunto que diferencia el Panfleto de Jorge Volpi y que, a mi juicio, lo vuelve incendiario en el contexto de Comala City, donde todo mundo, empezando por la manida comentocracia, gusta hacer honor a la voz xictli del náhuatl (y de la cual deriva nuestra etimología nacional: verse suntuosamente al ombligo) discutiendo durante días y semanas sea al tapado, al destapado, al descobijado por el destapado, a los nuevos cobijados por el destapado y así un larguísimo etcétera.

 

Me refiero al constante llamado que hace Volpi a la “resistencia” contra #Trumptonto, sea desde Comala City o desde Estados Unidos, sea desde la escritura y desde del activismo, sea desde la engañosa trinchera que él conoce bien, la diplomacia y la política exterior.

 

 

 

 

 

Desde todos esos frentes, bien vale acudir al llamado, porque como en economía, a decir de Piketty, la historia siempre inventa sus nuevos caminos y, en el caso de #Trumptonto, nada nos garantiza (de hecho todo parece indicarnos lo contrario) que se trate de algo pasajero, algo que muy al modo de nuestra Comala City, se pueda tapar con un (famélico, inaparente) dedo.

 

Dicho todo esto, los dejo con un notición de exclusiva: nadie va a resistir por nosotros.

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