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Mientras tantoUn día cualquiera de una semana cualquiera: España hacia el caos

Un día cualquiera de una semana cualquiera: España hacia el caos


Acabo de echar una mirada rápida a mi Facebook. El resultado.

Leído en La Vanguardia (veo que es de julio): «El Tribunal Supremo absuelve a un hombre que mantuvo relaciones sexuales con una niña de 12 años por ser ecuatoriano, (…) al estimar que el procesado no tenía conocimiento de que este hecho era delictivo por pertenecer a ‘una cultura que permite y consiente las relaciones y matrimonios con personas de 12 y 13 años'».

¿Estamos ya en este punto? ¿Explícitamente? A este ritmo no nos va a afectar el cambio climático. El caos político se nos llevará antes por delante. Podéis estar tranquilos y echar las pilas donde lo orgánico sin problemas ni mareos. Y, si os lo afean, oponed objeción de conciencia (alguna religión que tenga por credo tirar pilas en orgánico)… O, qué narices, alegad ignorancia, que exime del cumplimiento de toda norma como sabe cualquier estudiante de primero de Derecho.

Se sabe de sobra. Que la eficacia de la ley en democracia sea más flexible que en una dictadura no nos acerca mas al ideal democrático sino a la arbitrariedad de la que emanan (y que consolidan) las dictaduras.

  • Leído en El Español: «María, la psicóloga que no llevó a sus dos hijas al cole por temor a la sociedad: las acabó matando. La mujer de 38 años, que también era maestra, arrastraba una depresión por problemas conyugales. Apenas salía de casa y asesinó a sus hijas la víspera del cumpleaños de la mayor».

Hermeneutizando a la asesina. Aquí la violencia ya no es estructural. Aquí lo que pasa es que esta mujer era así… estaba asá… y entonces sucede que… Cómo cambian y se sofistican los patrones psicológicos y sociológicos de explicación de la conducta humana cuando los hechos no confirman las pseudo-teorías que quieren imponer.

  • Leído en La Sexta: «Asesinan a golpes a dos niñas de 5 y 6 años en Girona y la madre se suicida».

Titulares.

  • Leído en El Confidencial. «El Ministerio del Interior fabricó un informe policial para tratar de ocultar las coacciones a dirigentes de Ciudadanos en la marcha del Orgullo LGTBI de Madrid del pasado 6 de julio. El supuesto atestado concluyó que no se produjeron ‘agresiones’ a los políticos del partido naranja y acusó a estos de haber intentado provocarlos desobedeciendo las ‘instrucciones’ y ‘consejos’ de la Policía como parte de una ‘acción mediática y publicitaria’. Sin embargo, según han precisado a El Confidencial fuentes próximas al dispositivo, ese informe habría sido cocinado en la estructura del ministerio sin recoger el testimonio de ni uno solo de los agentes que escoltaron aquella tarde a los dirigentes de Ciudadanos. Es decir, que su relato de los hechos es ficticio».

Marlaska no ha dimitido todavía. Por otra parte, las minorías hace tiempo que no reclaman derechos. Los tienen todos (o casi, por ser precavido) y tienen el prestigio social. Así se han tornado en niños mimados, tiranos intolerantes. Minorías intolerantes. Previsiblemente se ganarán, como reacción, el desprestigio y el recelo -al menos en cuanto al lobby- de buena parte de la sociedad. Y podrán seguir luchando -esa es su guerra cultural- contra su propio estigma. Sólo que, el de ahora, merecido, ganado a pulso, buscado incluso. Profecía autocumplida. Posmodernidad.

  • Leído en El País: “’España incumple sus compromisos europeos para preservar la riqueza lingüística del continente’. En la esquina noroeste de la península Ibérica el porcentaje de niños que no habla nunca en gallego se ha disparado en una década casi 15 puntos, pasando del 29,59% de 2008 al 44,13% de 2018, según el Instituto Galego de Estatística. Para apreciar la ruptura de la transmisión generacional que reflejan estas cifras, basta compararlas con el número de abuelos que se expresan solo castellano: un 13%. ‘La transmisión de la lengua de padres a hijos ya no está garantizada y, por lo tanto, la proporción de alumnos con dominio del gallego como idioma de la vida cotidiana también ha disminuido significativamente’, apunta el Consejo de Europa, que pone foco del problema en los colegios e insta al Gobierno de Alberto Núñez Feijóo (PP) a dar marcha atrás al modelo que instauró en 2010. En Galicia, desde hace nueve años, las escuelas e institutos deben impartir el mismo número de asignaturas en castellano que en el idioma propio de la comunidad. El sistema anterior, puesto en marcha por el bipartito de PSOE y BNG basándose en un plan aprobado por Manuel Fraga, permitía dar más clases en gallego».

El horror: ¿las mismas horas de gallego y español? ¿Pero no ven que los idiotas de los gallegos están optando cada vez más por hablar español en lugar del utilísimo gallego? Exportar trabajadores con buen nivel de inglés no lo haremos bien; pero aquí non entra ninguén que non fale galego. Gracias, Google, porque por fin puedo comunicarme con ellos.

En fin, ¿por qué íbamos a hacer caso a una institución tan lamentable como el Consejo de Europa, a la que le parece razonable usar este tipo de argumentación, derivada de la asunción de regresivas construcciones nacionales como panacea?

Por cierto, ¿quién le hace el tour a esta gente del Consejo de Europa? ¿O directamente seleccionamos ponentes nacionalistas?

  • Leído en Hablamos Español: “INTERPRETACIÓN CORRECTA DE LOS INFORMES DEL CONSEJO DE EUROPA SOBRE LA CARTA EUROPEA DE LAS LENGUAS REGIONALES O MINORITARIAS (CELROM)”

Por aclarar algunos puntos.

  • Leído en Mediaflows: Lidia Valera Ordaz obtiene el Premio a la mejor comunicación presentada en el congreso de la «Associazione Italiana di Comunicazione Politica»

La ciencia sigue su curso. Paralelo. Sin voceros. Sin gran conexión con la opinión publicada, cada vez más relativista y (¿paradójicamente?) por eso cada vez más religiosa.

  • Leído en El Mundo: La enseñanza en castellano deja de garantizarse en zonas valencianohablantes. «En concreto, de la nueva norma desaparece un artículo que figuraba en el anterior decreto y que contemplaba expresamente que, para los municipios de predominio lingüístico valenciano, «cualquier domicilio quedará comprendido en el área de influencia de, al menos, uno de los centros que oferten Programa Plurilingüe de Enseñanza en Valenciano o Programa Plurilingüe de Enseñanza en Castellano». Es decir, lo que este artículo garantizaba sobre el papel era que siempre hubiese la posibilidad de escolarización en castellano si así lo deseaba la familia en el momento de elegir colegio. Esta redacción desaparece en el nuevo decreto que regula la admisión a los colegios porque, según fuentes educativas, no tiene sentido mantener la referencia a dos programas plurilingües que implantó en su día el PP -el de valenciano y el de castellano- y que ya no existen. De hecho, la nueva ley de plurilingüismo que sacó adelante la Generalitat valenciana en la anterior legislatura implanta un modelo lingüístico único, en el que tanto el castellano como el valenciano deben tener una presencia mínima del 25% de la jornada escolar. La Consejería de Educación se acogió a las sentencias judiciales que fijaron para Cataluña un mínimo del 25% para el castellano. A partir de ahí, en la Comunidad Valenciana cada centro puede aumentar la presencia del valenciano o del castellano en función de la zona en la que esté y de sus propios recursos, pudiendo alcanzar para una de las lenguas oficiales un máximo del 60% de las horas lectivas. Y esto porque, además, la presencia del inglés debe oscilar entre el 15 y el 25%.»

¿Quién necesita inmersión cuando un tribunal se contenta con un 25% (asignatura de Lengua y alguna más) y cuando la comunidad educativa está dispuesta a levantar barreras contra los docentes que compitan desde fuera? Es triste que el Gobierno no tome cartas con una ley nacional de lenguas. Los patrones se repiten y nadie mueve un dedo.

¿’Derecho a que me entiendan y me administren’ o ‘derecho a que me atiendan en tal lengua autonómica para ser administrado’? Lo que va de la ‘obligación -administrativa- de entender’ (y, por escrito, traducir) para garantizar el «derecho del administrado a expresarse en su lengua» (y a recibir comunicaciones en esa lengua) a la «obligación del funcionario de hablar y responder» (primer paso hacia la construcción nacional, levantada ya la barrera de entrada). Empiezo a abogar por el derecho a que me entiendan… y poco más. Vistos los efectos perversos del sistema, y más allá de contemplar méritos ponderados que incentiven a quienes responden, no veo a qué generar mayores costos allí donde hay lengua política (con el consiguiente deber constitucional: ‘obligación de conocer y derecho a hablar’ en castellano), y donde se están segando todos los lazos simbólicos, que pasan por el uso y prestigio social de una lengua que goza ya de gran prestigio internacional, literario. La cooficialidad, esa maravilla.

  • Leído en El País: «La Marea Verde de Andalucía se rebela contra la política educativa de la Junta. «El deterioro de las infraestructuras; la actual Instrucción de primaria que, en opinión de los manifestantes, ha desdibujado el papel fundamental del tutor; la falta de estabilidad laboral del cuerpo de docentes y monitores; la supresión de clases de infantil, la masificación de las aulas y la situación deficitaria de la educación especial han centrado el descontento del millar de manifestantes que ha marchado por Sevilla —2.000 según los organizadores— que también han llamado la atención sobre el incremento del presupuesto para los colegios concertados.»»

Son funcionarios públicos (o actúan como tales), apenas ha pasado un año y no pueden valorar medidas pero ya están poniendo una zancadilla. Nuevo récord. El chantaje es el camino. Hemos alimentado un Estado suicida. Me parece acojonante ver todos los días como el monstruo nace en nuestro intestino. El sistema es un fracaso descomunal.

  • Leído en La Razón, por Julio Valdeón: «Lo tengo calado. El odio que desataron las recientes declaraciones de la portavoz del Pp, Cayetana Álvarez de Toledo, miserablemente manipuladas. CAT dijo una obviedad: que «el momento político es más difícil» que el vivido en los tiempos de ETA. Ojo, no la cuestión humanitaria (lo recalcó), no el diapasón del dolor, no el recuento de víctimas, que son vetas incomparables y les reto a repasar sus palabras para encontrar una brizna de frivolidad o relativismo. Aludía Álvarez de Toledo al escenario político, el estado del Estado de Derecho, a la fortaleza del cortafuegos constitucionalista, la potencia de la nación, y su autoestima, para negar a los verdugos de la igualdad y su escombrera intelectual y, sobre todo, sus pútridas reivindicaciones».

Da en el clavo mi querido Valdeón. ¿Que no estamos políticamente peor? Hombre, pues lo que va de no ceder la democracia al chantaje terrorista a cederla ante adoquinazos y quemas de contenedores por 4 niñatos. ¿Y qué va? Un avance en la deslegitimación de nuestro Estado. Y la cantidad de miserables que apuntan a Cayetana cuando son ellos los indignos. Del primero al último. Y, desde luego, si yo fuera familiar de una víctima, creo que pensaría para qué coño murió mi familiar si al final era todo tan fácil… Me hierve la sangre.

En otros términos a los que ya me he referido alguna otra vez: corremos el riesgo de ser arrastrados, entre documentales y reportajes, por un uso «literal» (Todorov) de la memoria, tanto de la Guerra como de ETA, que sólo sirva para contemplar una especie de abismo de lo remoto, lo impensable, impenetrable, casi ininteligible excepto para la víctima (y algún ofendidito que pretende ser víctima por ósmosis). Un uso moralista (en un mal sentido) que castra nuestro deber político y moral de dotar de categorías a esa violencia (por qué sucedió, cómo lograr que no vuelva a suceder algo igual o cercano, similar, análogo…) para, en su lugar, meter el horror en un museo en el que el espectador no está autorizado a pensar; sólo a sentir compasión por la víctima. Por el contrario, un interés político honesto exige conducir nuestro recuerdo hacia un uso «ejemplar» de la memoria. Una memoria, una experiencia rememorada, cuyo acceso no queda vedado a quien no ha padecido el mayor trauma; una memoria que nos permita, como sociedad, extrapolar la experiencia pasada, ponerla como ejemplo, compararla con otras experiencias, servirnos de ella como termómetro. Sólo así podemos tratar de calibrar el momento político hodierno: si se adecua razonablemente a ciertos estándares democráticos o se despeña hacia la corrosión de la base misma de la democracia (la tolerancia, el pluralismo), amenazándonos con precipitarnos hacia las peores versiones de nuestra incapacidad de convivir.

Y, claro, el interés por encapsular lo que fuera ETA y por subrayar la sideral distancia con lo de ahora, sin pararse a aquilatar los fines y la estrategia extorsiva (ambos con mucho más apoyo social hoy en Cataluña que ayer en Euskadi), es algo que interesa mucho a algunos. ¿O no?

  • Leído en El Mundo: Dice Pedro Sánchez: «si la señora Arrimadas no quiere que ERC sea determinante, lo tiene muy sencillo, que apoye la investidura de Pedro Sánchez y el PP que se abstenga».

“O me dices que estoy guapa o mato a los niños y me tiro por la ventana”. Algo así. Lo explica mejor hoy Félix Ovejero, también en El Mundo:

“La lógica (a Sánchez) le trae sin cuidado. Algo que da mucho miedo. Según el principio de explosión de la lógica clásica, de una contradicción se sigue cualquier cosa (Ex contradictione (sequitur) quodlibet) y Sánchez está instalado en la contradicción. Para echarse a temblar si uno aspira a entenderse con él. Su marca diferencial –y carta ganadora– es que amenaza con su propia inconsistencia: como todo me da igual, me han de salvar de mí mismo. Más o menos viene a decir: “dadme vuestros votos o hundo el barco”. Un PP en la misma situación sabe que hay puertas que tiene –y que debe tener- prohibidas, por ejemplo, el pacto con quienes quieren acabar con el Estado. La falta de escrúpulos es la gran ventaja estratégica del PSOE.

Pero la falta de respeto a la lógica, con ser mala, no es lo peor. Lo más grave son las trampas a las que obliga la falta de respeto a la lógica. Para ocultar las violencias lógicas aparecen los trastornos retóricos, toda esa hueca faramalla cuya única función es emborronar los argumentos. Disponemos de un amplio repertorio de tales engendros: los clásicos, como “soluciones imaginativas”; los intemporales, como “diálogo”; y otros hallazgos más recientes, como “pacto entre diferentes”. Si quieren un buen compendio, echen un rato leyendo la “Petición pública en favor de una negociación política sobre Cataluña”, un manifiesto suscrito, sin sorpresa, por muchos Žižeks y, contra toda previsión, por unos pocos académicos menos estridentes y algo más acostumbrados a tasar palabras y razones”.

Por lo demás, yo no creo que Cs se deba abstener para que Sánchez no dependa de ERC. ¿Y BNG y PNV, qué? Lean esto de Ruiz Soroa sobre la reforma de Estatuto Vasco que nos aguarda:

“Por eso precisamente el nuevo texto no quiere ser llamado «Estatuto», porque tal apelativo lo remitiría a las reglas constitucionales generales sobre las nacionalidades y regiones, sino «nuevo estatus» porque inaugura un régimen de nuevo cuño y fuera del autonómico. Aunque, claro está, queda sin resolver el problemilla de que formalmente hay que tramitarlo como una reforma del Estatuto, con lo que queda inicialmente sometido a aquello de lo que quería escapar. Una incongruencia del proyecto, como tantas otras trampas que contiene. Pero la política hoy es poco más que trampear con las palabras.

El nuevo estatus político del País Vasco posee una impronta marcadamente confederal; es decir, del tipo de relación que se produce entre dos sujetos territoriales que coexisten en el reconocimiento mutuo de su igualdad soberana: bilateralidad, solución pactada de diferencias, inexistencia de órganos superiores interpretativos como el Tribunal Constitucional, desaparición del concepto de «competencia» y sustitución por un poder normativo propio. Se inspira en una interpretación exorbitante del Concierto Económico para instaurar una especie de ‘Concierto Político’ en el que cualquier conflicto entre Madrid y Vitoria tendría que pasar por una comisión arbitral de composición paritaria”.

Pavor. No, definitivamente no quiero la abstención de Ciudadanos ni en broma. (Lo que parece una broma -de mal gusto- es ver hoy a Lastra reunida con Bildu). De Ciudadanos y el PP, sí. Y echar al PNV fuera de la legitimidad democrática. No se la quito yo. La desechan ellos. Y no hay excusa de VOX que valga. Una abstención de PP y Cs los deja en la oposición. Luego, que cada política y cada ley se cobre. Al contrario, VOX crecerá más si el PP no se abstiene porque, con el Gobierno Frankenstein, se polarizará la opinión pública. Los politólogos y asesores son retrasados mentales, si esto se puede decir sin ofender. Imbéciles, vaya.

Nada que añadir.

  • Leído en El Español: “Pamplona no es Iruña ni Lizarra viene de Estella: así manipula la toponimia navarra el nacionalismo vasco”.

Merece la pena. La toponimia, pura manipulación política, es un frente clásico de construcción nacional. Los historiadores callan.

  • Leído en El País: Rectificación de José Ignacio Torreblanca. “En relación con la extinción del contrato de trabajo de don José Ignacio Torreblanca, anterior director de opinión del diario EL PAÍS, debe ponerse de manifiesto que dicha extinción se produjo como consecuencia de su despido por parte de Ediciones El País, S.L., y no responde a la voluntad del señor Torreblanca de no continuar colaborando con dicho medio de comunicación. En este sentido, las declaraciones de doña Soledad Gallego-Díaz, realizadas en el Foro de la Nueva Comunicación el 10 de septiembre de 2018, en relación con la extinción del contrato de trabajo del Sr. Torreblanca, no se corresponden con la realidad”.

No, Soledad Gallego, no Máriam Martínez-Bascuñán. No rectifica Don José Ignacio Torreblanca; rectifica El País una clamorosa injusticia, una de las varias que nos han acabado arrebatando ese periódico a tantos lectores. ¿Rectificación? Tarde y mal. Tramposamente.

  • Leído en El País: Máriam Martínez-Bascuñán modera un diálogo entre Solchaga y Mas-Colell, uno de los dialogantes del Manifiesto al que aludía Ovejero. El exconseller catalán y manipulador de cuentas nos lo explica: «De hecho, el economista catalán ha defendido que no ve el inicio de una resolución de la actual situación política en menos de ocho años y en un proceso que debería seguir la siguiente pauta: investir a Pedro Sánchez y hacer posible la coalición PSOE-Unidas Podemos, buscar aproximaciones con el independentismo catalán para acabar con «la falta de confianza» entre las diferentes posiciones; conseguir afianzar la coalición de gobierno para que gane las próximas elecciones y acabar de resolver la situación. Tras esa distensión de ocho años, Mas-Colell ha dudado que el gran hito final sea un referéndum por la independencia o por la reforma de la Constitución, pero ha defendido «legítimo» reclamarlo y ha considerado que en algún momento se tendrá que apelar «al voto popular para sellar el acuerdo». Ha asumido que no será pronto, pero que tampoco se puede plantear en un contexto «con presos y exiliados».»

Ayer Máriam nos lo aclaraba en su columna de El País: “[Ese diálogo] nos mostró, además, que hay dos tipos ideales de deliberación política: la auténtica, desgraciadamente restringida a momentos aislados y en la que participa gente prudente y con experiencia en la política, quizá con planteamientos radicales, pero dispuesta a argumentar y escuchar desde el principio de realidad; y esa otra deliberación que no es tal, pues responde al rabioso paradigma populista, emergiendo cainita y vengadora desde el submundo de las redes al amparo de un tacticismo simplista y contingente.”

  • En respuesta a Máriam, y a cuenta de nuevo del Manifiesto que mencionaba Ovejero, firmado por el propio Mas-Colell (“Petición pública en favor de una negociación política sobre Cataluña”) veo que Bitácora Almendrón recoge, bien editado, un texto mío, publicado originalmente en Fronterad. Muestro mi intento de dialogar con los hispanohablantes de ese manifiesto que pedía diálogo, haciéndole el caldo gordo al señor Torra y a su estrategia chantajista o extorsiva. Este es el resultado. Mas-Colell habló más bien poco. Gracias, Almendrón.

 

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