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Mientras tantoUn día cualquiera

Un día cualquiera


 

Escribe hoy Enric Juliana parte de su crónica con frases muy cortas. Es el recurso que utiliza cuando el texto le pide ritmo, cuando tres palabras se bastan para contarlo todo.

 

“El PP marianista teme el estigma. Rajoy sabe que se halla en el desfiladero y que van a por él. Hay sueños de concentración nacional en Madrid. La derecha pura y dura acabaría con un político con el que no se siente identificado. Y una parte de la izquierda (política y mediática) ve un posible atajo después de la dura derrota de noviembre”.

 

La voz de Juliana parece la de un corresponsal. Ve la actualidad política desde el oxígeno que le da escribir para un periódico catalán. Alejado de las tensiones capitalinas, se permite licencias históricas y literarias para un tipo de artículo ideal en pleno renacimiento de la crónica impresa. Primero el reposo, el contexto, la interpretación; en las páginas siguientes, la información pura y dura, que poco a poco debería alejarse de los periódicos. Aunque el sosiego, en plena tormenta financiera, se antoja complicado.

 

 

El día que nació la atacada versión española del ‘Huffington Post’ me llamó la atención la fotografía que acompañaba a la noticia que ‘El País’ daba sobre su hermano rebelde: Montserrat Domínguez, la directora, en primer plano. De fondo, una redactora con Tweetdeck abierto en la pantalla de su ordenador.

 

 

Tweetdeck es un desarrollo de Twitter que permite organizar las actualizaciones por columnas. Te avisa, si así lo deseas, con ventanas emergentes cada vez alguien publica un tuit nuevo. Es muy útil si trabajas con la última hora, como es mi caso. Muchas veces llegan por ahí antes las informaciones que por las agencias. Hace unos tres o cuatro años, pensé al ver la foto, eso sería inimaginable. Hoy, el trabajo de un redactor web implica revisar cada teletipo que entra, vigilar las últimas horas, atender las llamadas de los redactores, recibir sus crónicas y publicar rápido. Muy rápido. Es agotador. Y poco enriquecedor.

 

La información en internet lo ha acelerado todo. Habla el diputado Martínez-Pujalte por la mañana y a uno le queda la impresión de que la prima de riesgo crece conforme intenta regatear las preguntas de la periodista. Después hablará Merkel, algún funcionario de Bruselas… Son todos mensajes contradictorios, que asaltan los primeros puestos de las ediciones digitales para ser reemplazadas cuando el lector apenas se ha enterado de su existencia.

 

Mientras tanto, el universo Twitter no para de comentar. Es el bar digital. Todos saben de todo y, claro, lo quieren demostrar. Se impone el griterío. “Carme Chacón envía tuits y también calcula”, escribe hoy Juliana. Luego están los graciosos, los que, disparo a disparo, reclaman los aplausos (retuits). Qué importa que los ‘malvados mercados’ cerquen un poco más a la economía española. Está de moda la actitud ‘antitodo’. Son más divertidos y más guapos. El “cuanto peor, mejor”, que recuerda Juliana, palabras atribuidas “a Lenin y tan arraigadas en las dos Españas”.

 

Me marcho de la redacción, con la lengua fuera y con prisa porque en un rato tengo clase. La semana pasada un alumno le tiró una nota a una chica sentada dos asientos por delante. Y poco después ella salió porque alguien le estaba llamando al teléfono. Cuando volvió, miró al chico de la nota: “Te mato”.

 

 

Ya en clase me olvido por un rato de la prima de riesgo y de Twitter. Pero en tres horas de charla sobre los presupuestos de la Unión Europea hay tiempo para hacer de todo menos prestar atención. Y echo un vistazo a ‘La Vanguardia’. Tomás Alcoverro, desde Damasco, señala que nunca le ha sido tan difícil “describir, analizar una situación tan compleja y confusa como la de Siria”. Lo dice un corresponsal en Oriente Medio desde 1970. Eso es perspectiva, un apunte que tiene mucho más valor que cualquier teletipo colgado con prisas en internet.

 

Vuelvo a casa en coche, a la hora del monólogo de Alsina: “Les voy a decir una cosa. Si el mundo no se acabó el día que España hubo de pedir rescate para sus bancos, el mundo no se terminará el domingo, voten lo que voten los griegos”. Hace falta decirlo más a menudo, trabajar con informaciones tan revueltas parece que incitan a proclamar el fin del mundo a cada rato. Titulares con ‘punch’, ya se sabe. La prima de riesgo ha cerrado de nuevo en máximos. Bien, pero no se acaba el mundo.

 

Continúa Alsina: si el domingo los resultados en Grecia no son los deseados el corralito a la griega será una realidad. “Dices: esto sí que suena inquietante, no puede ser verdad, será un bulo de esos que alguien hace circular por la red”. No, no es un bulo. Por internet lo que circulan, además de los bulos, son informaciones a la velocidad de la luz.

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