“Es la hora punta en la plaza Syntagma, en Atenas, y un hombre de 77 años se suicida pegándose un tiro en la cabeza junto a la boca del metro. Un disparo en la cabeza es un final digno y posible en la Grecia de 2012 (había otro final posible, pero no sería tan digno: buscar comida en la basura), del mismo modo que arrancarse los ojos fue un final digno y posible en otra Grecia, ancestral, que continúa viva”. Así empieza su crónica en ‘ípsilon’, la revista cultura del diario portugués ‘Público’, Inês Nadais, a cuenta del estreno en la Academia Contemporánea do Espectáculo / Teatro do Bolhão de la obra ‘Édipo’, dirigida por el director de escena japonés Kuniaki Ida, interpretada por tres actores portugueses. António Capelo, el protagonista, dice: “Esto comienza con la peste en la ciudad de Tebas y todavía ayer veíamos un reportaje sobre Grecia y parece que Atenas vuelve a padecer la peste. La diferencia es que hoy son sobre todo los jóvenes que se preguntan en la calle por su futuro; también por eso substituimos el coro de ancianos del texto de Sófocles por un coro de niños formados en la escuela de aquí”.