Las entradas y salidas de la casa se regían por un sistema orgánico parecido al que se describe en los libros de anatomía con ilustraciones que muestran la circulación de la sangre por las cámaras, recámaras y válvulas del corazón, la cual sólo puede alterarse en caso de catástrofe. Algo parecido ocurría en ‘La campana de oro’: del restaurante se podía pasar al corredor del hotel, pero no viceversa.
He aquí un buen ejemplo de lo que para mi gusto supone una sana relación entre literatura y ciencia: el escritor, sin mayores pretensiones, utiliza la ciencia para fabricar un símil útil y adecuado. Tenía otros ejemplos en los que se utilizan conceptos de forma errónea, pero no quiero que parezca que mi intención es regodearme en los fallos, porque el propósito del blog no es denostar a los escritores que no usan debidamente el lenguaje o los supuestos de la ciencia,l sino más bien el tender lazos de comprensión y sentido y resaltar las mutuas influencias. ‘La campana de oro’ era un hotel de vida alegre que basaba su éxito en la discreción con que la dueña manejaba las entradas y salidas de los clientes.
Los movimientos del corazón han servido a muchos escritores y poetas y a pensadores y ensayistas para ejemplificar la finalidad presente en los movimientos mecánicos, y la tensión de la dialéctica se ha ejemplificado también con este movimiento.