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Mientras tantoUn galgo canario

Un galgo canario


Pues sí. Parece que Mourinho sigue poniendo nota a los árbitros y quiere que el manto de Florentino (y Valdano) le protejan de esos trencillas que le tienen manía. Allí dónde ha ido José la ha emprendido con los colegiados, fuera en Inglaterra, en Italia o ahora entre nosotros. Sabe, el de Setúbal, que tiene que mover cielo y tierra para desestabilizar a la gran máquina blaugrana y que la competición a los puntos va a ser este año una cosa indecente. El repaso del Camp Nou todavía escuece y la presión es brutal. Hay que jugar en todos los terrenos: en el campo, en los despachos, en las concentraciones y en fin de año…

 

Mientras, en Cornellà hemos vuelto a ver otra pletórica exhibición de un conjunto meteórico al que no se le adivinan rivales salvo los fantasmas que normalmente pululan en las sacristías de los presidentes y de los propios entrenadores. Hay paz en el vestuario blaugrana y una comunión con el líder, cosa que todos sabemos que se puede quebrar en algún momento pero que por lo visto no parece ofrecer peligro. Rosell ya le ha ofrecido a Guardiola un cheque en blanco, pero a Pep le gustan dos cosas:el fútbol y la aventura y, bien visto, mientras esté Mourinho en el Madrid él seguirá al frente del Barca. Es cuestión de principios.

 

La llegada de Afellay y un casi inédito Mascherano, más el todavia junior Thiago Alcántara ofrecen refresco de calidad al trío Busquests-xavi-Iniesta castiogado por un ritmo de competición típico de la NBA y en la agenda de Rosell parecen confirmarse los acuerdos con dos perlas relucientes de la factoría brasileña como son Neymar y Ganso, dos portentos jóvenes aunque con la incógnita de la adaptación a los torneos europeos. Al mismo tiempo todo indica que por Chamartín el próximo en caer en la saca, a precio de oro, eso sí, será Llorente, el gigantón vasco que está haciendo méritos suficientes para relevar al indolente Benzema y ofrecer una boya resistente al esquema de Mourinho, falto de muchas cosas aún, pero también de un nueve largo y clásico.

 

Entre la suerte navideña para el aficionado a este deporte hay que dar otra vez más la nota cum laude a Pedro Rodríguez, un galgo canario que juega a unas revoluciones que desde los tiempos de George Best no habíamos visto por la banda. Un regalo inesperado para los que todavía creemos en el aquel viejo legado de Johan Cruyff: cuanto más ancho el campo mejor, cuanto más rápidos y pegados a la línea, más profundidad. Viendo a Pedro en Cornellá y su determinación cara el marco (no es el típico extremo), no dudamos que estamos ante un velocista que puede apuñalar a muchas defensas que jueguen adelantadas. Dice de él Pep que ya puede jugar bien al fútbol mientras su padre trabaja en una gasolinera. De momento el chaval tiene el depósito lleno de carburante. 

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