Ya está aquí la bestia. José Mourinho es la estrella. Ningún galáctico le hace sombra al redentor de Setúbal. El mundo del fútbol tiene un nudo en la garganta. Mejor dicho en la corbata. Floja. Entrenando a la prensa. Mientras Florentino se ha quedado en la recámara. Soy José Mourinho. Y eso basta. ¿Cómo vive la afición la llegada del Anticristo?. «Me encantan las frustraciones del Madrid». Lo primero poner a Raúl en el lugar de Materazzi. De sudario del vestuario o, como decimos los gallegos, de santo dos croques. Alguien en quien arrimar el hombro en momentos de galerna. El vestuario. Luego cambiar el chip del equipo y todo el mundo a defender. Dos nuevos (Kolarov y Maicon, tal vez), Sergio Ramos de central y dos mediocentros que se unan a Xabi Alonso con la escoba. Seguro que será de armas tomar el equipo, seguro que pueden ganar lo que se propongan entre los bostezos de la afición. Este hombre es capaz de irritar a las musas, pero de conquistar lo que se le antoje. Mientras, el hoyo en el que se ha metido la Liga española de fútbol empieza a dar miedo. Real Madrid, Barca y el resto para jugar la Copa. El Sevilla, quizás, el Atlético, como siempre una incógnita, el Valencia en el desguace y pare de contar. ¡El otro día en Austria jugando seis del Barca y cuatro del Madrid! Es lo que hay. Por cierto, no sé bien qué hace la Roja adaptándose al clima sudafricano en pleno Tirol a falta de doce días. Que alguien me lo explique. Todo muy buen rollito, todo muy en plan favoritos, pero se les nota cansados y con tres piezas básicas salidas de una lesión: Iniesta, por mucho que digan, no anda fino desde el gol al Chelsea, Torres no sé si estará para jugar la primera fase y a Cesc, aunque tampoco cuente demasiado para Del Bosque, se le ve disperso. No tengo buenas sensaciones qué quieren que les diga. Lo mejor será que se ponga el balón en movimiento y que el hemisferio Sur no se le atragante a los chicos. Brasil, por cierto, hace una semana que está cavando trincheras en Sudáfrica y Argentina lo mismo.