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¿Un nuevo México?

 

La insistencia en negar la realidad es uno de los grandes impedimentos gubernamentales para avanzar de verdad en México.

 

Días atrás, la fiscalía federal (Procuraduría General de la República, PGR) divulgó que en la capital del país  “no hay grandes cárteles de la droga”. Y añadió que “sí existe un problema de consumo y narcomenudeo en zonas focalizadas de la urbe”.


Apenas el año anterior, el mismo organismo publicitó que dos grupos criminales (Sinaloa/Pacífico y el grupo desafecto de éste, Los Beltrán Leyva) disputaban el control de la droga en la Ciudad de México.

 

¿En sólo meses se evaporaron dichos grupos? Desde luego que no, lo que aconteció es que cambió el mensaje. En lugar de atender la auténtica  información de inteligencia, la PGR ha decidido privilegiar la propaganda del gobierno federal al respecto, que reitera un mensaje amañado: ha descendido la violencia en México. 48 horas después de que por todas partes se divulgó eso, el gobierno estadounidense contradijo tales palabras al renovar la advertencia a sus ciudadanos de viajar a diversos lugares de México por la «amenaza para la seguridad» que suponen los distintos grupos criminales en el país.

 

El razonamiento de la PGR no sólo es mentiroso sino ilógico: cuando afirma que la Ciudad de México “no es de tráfico ni de producción de estupefacientes”, y enseguida asegura que la venta de drogas al menudeo es un problema social (el índice de consumo de drogas entre los capitalinos sigue una tendencia a la alza, sobre todo entre los jóvenes), quiere ocultar que la proveeduría de drogas la cubren aquellas organizaciones criminales cuya existencia se niega.

 

La reducción en la cifra de homicidios (producto de falsificación de datos) que maneja el gobierno federal ha servido para presumir un éxito integral de la política de combate al crimen. Como afirma Patrick Corcoran: “las estadísticas positivas de Peña Nieto ignoran el hecho de que la extorsión y el secuestro, dos crímenes violentos cuyo reciente aumento ha erosionado la estabilidad social de México, no parecen haber disminuido. Por el contrario, ambos han seguido aumentando desde que Peña Nieto llegó a la presidencia en diciembre de 2012”. Para los criminales, coaccionar y explotar es más redituable que matar. El Semanario Zeta (Premio Ortega y Gasset de Trayectoria Profesional 2008), ha documentado cómo el gobierno mexicano oculta o falsea la incidencia de homicidios en sus estadísticas (Proceso, Semanario Zeta, “Peña no ha podido bajar la mortandad”, 24 de agosto de 2014).

 

El funcionamiento de los grupos criminales de alcance transnacional en la Ciudad de México se da a través de bandas y pandillas que operan diversas industrias subterráneas, además de la venta de drogas al menudeo, e incluyen el secuestro, la extorsión, la trata de personas, la prostitución, etcétera. Si bien aquellos grupos han dejado de tener una presencia vertical en el accionar cotidiano de sus estructuras subsidiarias, mantienen presencia en el control de los nexos políticos y económicos, el blanqueo de dinero, el circuito de la corrupción, o la oferta de armas ilícitas.

 

Asimismo, en la Ciudad de México operan grupos criminales de alto impacto internacional, por ejemplo, las tríadas chinas y la mafia coreana, que cuentan entre sus actividades, además de la venta de armas, la trata de personas, el contrabando, la piratería de mercancías múltiples, incluida fármacos, y tienen su operación en el barrio de Tepito, entre otras zonas. ¿Qué sentido hay en negar los hechos por parte de las autoridades mexicanas? Sólo uno: manipular. Se busca imponer la estrategia comunicativa basada en “percepciones positivas”.

 

En otras palabras, la facilidad de la mentira que se repite una y otra vez con el propósito de imponer una “verdad”. El “nuevo México” de la propaganda oficial es el viejo México, donde los cambios y reformas están lejos de representar un avance sustancial en la mejoría de los ciudadanos. 

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