Tener 26 años y pasar la cena del 24 de diciembre en una pensión cristiana situada en Haifa con un arbol de Navidad y luces de colores es algo casi imposible en Israel, ya que los judíos no celebran la Navidad, sino Janucá, festividad que dura ocho días, conmemora la derrota de los helenos y la recuperación de la independencia judía a manos de los macabeos sobre los griegos, y la posterior purificación del Templo de Jerusalén de los iconos paganos, en el siglo II a. C.
También bajo mis ojos de escritora española que intentan explorar la cultura israelí y documentar el conflicto árabe- judío es fascinante llegar a la bella ciudad de Haifa y darse cuenta que en esta comunidad conviven las tres religones: cristiana, judía y musulmana sin ningún tipo de problema. En Haifa hay escuelas árabes y judías, los niños pueden estudiar en árabe o hebreo la enseñanza primaria, teniendo que estudiar en hebreo la secundaria. Haifa surgió como una colonia alemana, eso explica la fuerte tradición cristiana y el hecho de que cuando uno pasea por German Colony pueda ver interesantes imágenes como las velas de Janucá mezcladas con estrellas de árboles de Navidad, y el reno Rodolfo colgado de las fachadas de los restaurantes para turistas. Por otra parte, es interesante documentar que en Haifa se celebró el fin de semana pasado lo conocido como «La Fiesta de las Fiestas» (The Holiday of the Holidays) que festeja Navidad, Janucá y Ramadán.
Por si todo este bullicio no fuese suficiente, en Haifa hay grupos judío mesiánicos. Es decir que pese a ser judíos reconocen la existencia de Cristo como Mesías. Y lo más interesante es que el pastor de uno de una de estas congregaciones a la que fui a visitar era árabe. Lo que este post intenta transmitir es que pese toda la prensa de guerra que llega desde el país más polémico del mundo, todavía hay lugares en su interior en los que la multiculturalidad y el respeto hacia la «voz del otro» han conseguido triunfar eliminando el odio de años de matanza.
Quizás todo este ambiente de luces y alegría me ha hecho olvidar la presión de guerra, de posible amenaza contra Irán, de coehetes de terroristas y sentirme como si estuviera caminando por Europa pero en medio del desierto. He vuelto ha sentir un segundo de Navidad en Haifa.
Os dejo las imágenes para que compartáis mi segundo conmigo.