Yo ya tengo mi parcelita en la Luna ¿Y tú?
Por el módico precio de 20 dólares acabo de reservar un terrenito de unos cuatro mil metros cuadrados (exactamente un acre) para retirarme allí cuando me jubile; si es que eso ocurre algún día (lo de poder jubilarme, digo). Si te interesa, que sepas que da un poco igual la agencia inmobiliaria a la que se lo adquieras; Cosmic Registry, Lunar Embassy, Lunar Land, Lunar Registry… el mercado hasta el momento se encuentra estable y prácticamente todas ellas mantienen el mismo precio.
Después de mucho meditarlo, al final me he decidido por la Luna, porque me ha parecido que podría ser más cómodo para volver a Madrid si lo necesitase, pero también se venden propiedades en otros muchos lugares del Sistema Solar: Marte, Venus, Mercurio, Io, Titán… Por lo que a mí respecta, sé que si estuviese más lejos me daría un poco de pereza el viaje.
Si tú también optas por la Luna, ¡apresúrate! Hazlo antes de que se construya la colonia lunar que pretenden que sustituya a la Estación Espacial Internacional (ISS). Eso seguro que atraerá a los inversores y el precio del suelo se va a poner por las nubes, te lo garantizo. El director general de la Agencia Espacial Europea (ESA), Jan Woerner, ya dijo el otro día que, además de ellos, ha mostrado interés en el proyecto la NASA y las agencias espaciales rusa y china, así que parece que la aventura presenta bastantes garantías de llegar a buen puerto. Seguro que allí abren al menos un bar para ir a tomar café y jugar a las cartas.
Y no te creerías cómo pretenden hacerlo. ¡Con unas cuantas impresoras! De esas que editan en 3D. Su intención es utilizar el polvo lunar para ir imprimiendo los ladrillos de los caparazones protectores que formarán estructuras huecas y habitables en su interior. Casi nada. Yo el problema que veo es que no sé dónde van encontrar un enchufe para hacerlas funcionar.
Sin embargo, creo que yo voy a esperar un poco para empezar a construir, a ver si hacen el lugar más urbanizable. No quiero que me pase lo que a mi amigo Joaquín, que se hizo una casa a las afueras del pueblo y después le dijeron que hasta allí no iba a llegar el agua ni la luz y, después de tanto trabajo, al final dejó de ir. Estoy seguro de que, en mi terrenito, las vistas a la Tierra tienen que ser magníficas, pero, hoy por hoy, no me veo renunciando a mis comodidades.
Del tema legal de los títulos, creo que ya se están encargando en los EE. UU. Parece ser que, por ahora, contravienen todas las leyes internacionales relativas al espacio exterior, en concreto el tratado de la ONU de 1967 sobre el espacio ultraterrestre, pero a mí me da que nadie le va a hacer mucho caso en el futuro. Mismamente el pasado Día de Acción de Gracias, el presidente Obama firmó la ley SPACE (Spurring Private Aerospace Competitiveness and Entrepreneurship) para el estímulo de la competitividad y el espíritu emprendedor aeroespacial privado, que reconoce que quien se vea involucrado en la recuperación de algún recurso espacial podrá reclamar su titularidad, incluida la posesión, el uso, el transporte y la venta. Es imposible que, con las magníficas intenciones que yo tengo para mi parcelita, no me concedan su propiedad. ¡Pero si tengo intención de recuperarla que no la va a reconocer ni la madre que la parió! (de qué me sonará a mí esto).
¿Y qué pretenden los críticos de la ley? ¿Cómo que es un ataque contra los principios de la legislación espacial internacional? ¡Claro que puede ser un poco controvertido, pero por algo habrá que empezar, digo yo! ¿Qué mejor que la promesa de llegar ser dueño de algo para salir a buscarlo? ¿No se conquistó así América? ¿Y Asia? ¿Y África? Pues eso.
Así que yo ya tengo mi parcelita en la Luna. ¿Y tú?