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Sociedad del espectáculoCabaret de las ideasUn tornaesperpento mexicano avalado por Teatro Ojo

Un tornaesperpento mexicano avalado por Teatro Ojo

Prefacio

En 2023, el grupo mexicano Teatro Ojo preparó otra de sus obras, donde juntan torrentes de sentido. Héctor Bourges, Patricio Villarreal, Laura Furlán, Karla Rodríguez, Fernanda Villegas y Alonso Arrieta están acostumbrados a ese tipo de junturas clavales. Desde que los conozco –2013, aunque nazcan en 2002– han interrogado a una cruz parlante y a presidentes mexicanos para que devuelvan el libro sagrado que parió a Xocén. Han distribuido el limbo, el purgatorio y el infierno en un teatro tapatío semiabandonado, y dado a las palomas de ese lugar las llaves que desbloqueen cada nivel. Han montado call centers sobre escenarios –con lo subterráneo a la vista, como manes– para que los habitantes de la capital mexicana o Bilbao recuerden que hablar por teléfono es, sobre todo, hablar. O han escarbado, de alzado, planta y perfil, en una refinería de la Salamanca guanajuatense –diamante y carbón– lo que la industria concite de los armados y los muertos de la violencia mexicana de hoy.

Su última obra, por lo que conocí, partió de tres ejes:

—El análisis y las evocaciones del cuadro Las meninas, de Velázquez, donde se ve a una infanta sosteniendo un jarrito de Tonalá, municipio, hoy, del área metropolitana de Guadalajara y caracterizado por su cerámica. Con esto, se mostraba la mutua influencia Nueva España/España; pero, también, una práctica semidesconocida: la bucarofagia o engullimiento de trozos de cerámica por razones –falsas– de salud, o –grotescas– de estética.

—La descripción de los tastoanes, una fiesta popular, presente en varios lugares mexicanos –incluido Tonalá–, que consiste en la representación de caxcanes transformados en zoomorfos bípedos que luchan cíclicamente contra Santo Santiago.

—La violencia actual en México, especialmente en el occidente del país. Tonalá es otro lugar de fosas.

Platicamos sobre eso, por videollamada, durante meses. Luego, me comentaron que los ejes podrían relacionarse, tal vez, con no sé qué homenaje a Valle-Inclán. Ese nombre, para mí, fue no ya abrir una ventana, sino engullirla, como la infanta su jarrito.

De momento, ellos resolvieron algunas cosas en la obra Latente: Bucarofagia (inventario), representada en el Teatro El Galeón Abraham Oceransky de la Ciudad de México (31 de agosto-24 de septiembre de 2023). Mientras, yo escribí:

 

Tonaleph

Personajes del tornaesperpento:

TONALÁ, emblema

MARGARITA, regidora de turismo y directora de una guardería en Tonalá

ROJO, un tastoán

RABO Y TORO, dos tastoanes unidos por la espalda

TRES TRISTES, asesores políticos venidos de Europa

“VALLE-INCLÁN”, apodo de un bandido plateado y esteta

CHUCHO, ex regidor y bandido de los de verdad

SANTI, chamarilero, aguador y cristalero descreído

“JUAN DIEGUITO VELÁZQUEZ”, imitador del pintor del siglo XVII

SU OJO, el de “Juan Dieguito Velázquez”

CORO DE RESTOS HUMANOS

 

ACTO PRIMERO

Escena primera

Es 25 de julio de 2036. Aparece en escena el emblema de TONALÁ: Una mujer de unos tres metros, que en vez de costillas tiene hornos de cerámica, por respiración exhala humo y que va recorriendo la sala contando cuerpos, que no sabe si están vivos o muertos. Al fijarnos en su rostro, su pelo está erizado y pétreo, como hecho de cerdas de caballo, y se comprueba que sus ojos se intercambian con su boca, y esta con sus orejas, y sus orejas con su nariz, y así, picassiana, afirma desde atrás:

—TONALÁ: La vida en mi regazo, cada vez, se complica más. Los pobladores están contentos, pero no se dan cuenta del rumor real, insidioso como todos, y dañino como pocos, de que en mi seno tiran cadáveres. Partes completas de mi territorio son un arrojadero, donde las deudas y los castigos se transforman en restos humanos. Me espantan visitantes y, aunque los negocios siguen bien, las inversiones siguen bien y la capitalidad mexicana de la cerámica sigue bien, hay algo, por llamarlo moral, por llamarlo ético, por llamarlo limpio, que no lo está, y es malévolo, sangrante y sucio como los restos humanos desenterrados que atruenan, a poco que mis orejas [se palpa los ojos] estén atentas. Pero aquí viene mi portavoz, a ver qué han acordado en el pleno de emergencia.

—MARGARITA: Hola, hola, sin prolegómenos: El problema es grave, comadre. Resulta que LA CAMPAÑA DE PROPAGANDA HA SIDO EN VANO. Quiero decir que ya no hay dinero, ni “fondos de reptiles”, ni “caja chica”, ni cuotas a militantes, ni nada de nada, ni siquiera para pagar y que dejen de publicar que, efectivamente, los bandidos usan lugares más cercanos a la ciudad… Ya no es que aparezcan cuerpos en la periferia, envueltos en frazadas de lunares, flores o tigres estampados, ni troceados con saña en las carreteras, ni emparedados en las casas de derechohabientes del Infonavit, o sumergidos en las cloacas, para festín de ratas. No, no y ¡no! Rondan por acá cerca y los padres y las madres se movilizan en protesta, porque esos bandidos convierten los alrededores de mi guardería en un arrojadero, y sagrados son los niños. Apremia hacer algo, los niños no pueden ver tantos cadáveres. Unos pocos, puede; tal vez, algún dedo por aquí o por allá… Pero es que… Tantos…

—TONALÁ: Asumo la gravedad y tengo ya a la JUSTICIA, al ORDEN y a la MILICIA al aparato y…

—MARGARITA: Con todo respeto, no podemos contemporizar. Además, el dinero para la propaganda de “no pasa nada” y todo es fruto de la percepción y el culpable es el gobierno saliente o EEUU o la Colonia gachupina no nos funciona.

—TONALÁ: No me asuste.

—MARGARITA: Con su permiso, la asusto: Tengo que añadir que los tastoanes están en huelga.

—TONALÁ: No sabía que los espíritus… Que hacían esas cosas.

—MARGARITA: [Consultando sus apuntes sobre si es así o no es así] Pues resulta que sí, que hay algunos, especialmente los tastoanes, que son belicosos y “belicosos”, en un sentido y “en otro”.

—TONALÁ: No hay remedio, pues. Entonces, ¿todo cancelado?

—MARGARITA: Sería lo apropiado, pero también un desastre. Quizá quede huir…

—TONALÁ: Yo lo ansío; pero, técnicamente, no puedo huir de Tonalá. Sería como abrir una puerta con mi corazón como llave.

—MARGARITA: Se comprende. Por eso he logrado atraer a los representantes de los tastoanes, a ver si, al menos, con promesas, con algún trueque, con mañas, usted me los calma y, cuanto menos, dancen tantito y griten poquito, y ganemos tiempo para el próximo año, y que nos vaya mejor.

—ROJO: [Tras la puerta] ¡Ya queda menos! ¡Ya no queda nada!

—TONALÁ: ¡Estamos asediadas! Este barco se hunde, ¡sálvese quien pueda!

 

Escena segunda

TONALÁ huye por donde puede y, cuando desaparece, irrumpen los tastoanes ROJO y RABO y TORO. Han entrado con ímpetu, aunque MARGARITA les ha abierto la puerta con –capciosa– sumisión, para forzar los hechos y la huida de su jefa. A los tastoanes los acompañan unos representantes legales de piel blanca, casi transparentes. Sonríen como bobos. Se trata de TRES TRISTES noruegos o de algún lugar del norte de Europa, que unas veces hacen labores de acompañamiento laboral y “hablan letrado” y otras parecen turistas secuestrados, como la lámpara secuestra a los insectos o las luces largas al ciervo paralizado en la carretera.

—ROJO: Queremos platicar con la mera mera.

—MARGARITA: [Mirando su reloj, con mucho miedo: El tiempo se le derrite, como en cuadro de Dalí] Procedan, procedan.

—ROJO: No nos líe, que no somos los chamaquitos de su guardería.

—MARGARITA: Sus gemelos son tan impetuosos como usted. En cambio, su hijita se la pasa danza que te danza y cantando caxcán taxtuani. Es música sacra para mis oídos, pero nadie le hace caso. Es muy tímida.

—ROJO: No me líe, que hemos venido a otra cosa y a platicar con quien manda.

—RABO y TORO: [Unidos por la espalda, platican y hacen todo juntos y las crines blancas que les cubren los rostros, al juntarse, hacen que sus cabezas formen como un corazón óseo y congelado] La buena fuerza de los elementos hace que los árboles se mantengan con tronco y hojas. Pero si se desborda el mal, ya no se distingue el árbol de la tormenta.

—TRES TRISTES: [El uno] Señores, calma. En la negociación, ante todo, calma. Una calma expectante. El articulado de la OIT favorece a tastoanes y espíritus de su índole, que son como los soñados por Emanuel Swedenborg, y es preferible que impere la ley y el derecho de cada uno, en un contexto de transparencia [el otro triste continúa la frase], con unos modos y maneras que sean susceptible de analogarse al resto de “Estados de Derecho mundiales”, y promoviendo derechos de los trabajadores con sueldos razonables, o, al menos que les permitan comprar muebles en IKEA, y [la otra triste, como recién despierta, bosteza y prosigue] BUA, BUAA, BUAAA, casi que ustedes, con esas crines blancas, parecen, en el alma, suecos o noruegos como nos; esas caras suyas como de máscara folklórica. Qué manera de mostrarnos una ira contenida y la “resistencia primigenia”, ¡que vivan la fiesta moderada y el espíritu popular!

—RABO y TORO: [Melodioso, como en la canción de cuna temictliconetl ‘El sueño del bebé’]

Quien viene de fuera,
Niño, niño mío,
Trae hondo pesar,
Tan hondo pesar.
Que sólo al irse,
al frío, frío, frío, frío
Lo comprenderá,
y así se dirá:
— Azuzas males presentes
Si a dichos pasados
Pretendes atrapar.

 

[Increpando a los TRES TRISTES, como a punto de embestirlos] ¿Por qué nos acompañan estos muñecos de nieve europea? ¡Y han venido, incluso, hasta aquí!

—ROJO: [Intentando mediar] Son parte de una ayuda económica, en el marco de la UNESCO, de promoción de la fiesta del 25 de julio.

—TRES TRISTES: [Mirándose entre sí y sollozando] ¡En realidad, no tenemos nada firmado y el orden mundial pende de un hilo!

—RABO y TORO: Que se regeneren con un vuelo [lanza violentamente a los TRES TRISTES por la ventana. Justo antes de estamparse contra el suelo, los expertos descubren que tienen alas de murciélago y se van volando a su país boreal, con ristras de pavor y lloros, pero con experiencias “únicas y folclóricas”, que los harán, ante los ojos extranjeros, “expertos en festividades indígenas prehispánicas redivivas”].

—ROJO: Quizá hayas hecho lo mejor. En cualquier caso, yo ya puedo pensar más tranquilamente. [A MARGARITA] Platiquemos, ¿qué nos ofrece? La celebración, si no hay nada nuevo, no sale.

—MARGARITA: Hay cosas que nos desbordan y lo que no se puede es imposible. Miren que este nuestro arrojadero ya supera el número mágico de 1.000 y ustedes saben que hemos hecho lo posible para minimizar una violencia que no cesa: Cierro un grifo que goteaba añales, y me entran vendavales de sangre por las ventanas. No podemos pararlo, ni siquiera hay con quién pactar y ya ni sé qué más haya que prohibir. Todo eso drena nuestras finanzas, y, aunque es indudable que ustedes nos importan, ¿cómo le podemos hacer nosotras las gobernantes, si las espirales de zozobra no cesan, surgen otras como setas y crecen como enredaderas?

—ROJO: Pero, ¿qué es lo que quiere usted saber? Porque yo conozco de personas armadas…

—RABO y TORO: Yo mismo voy armado.

—MARGARITA: ¿Saben si son de acá de Tonalá los bandidos? ¿O, al menos, de Jalisco? ¿O son fuereños?

—ROJO: Son de aquí, del mero pueblo, al menos quienes conozco. Se me hace que uno vivió muchos años en Estados Unidos y el otro, su abuela era gallega. Pero de acá son. Y bien bravos, pero platicones.

—MARGARITA: Quizá con esa información podamos pedir a la federación que intervenga, y en esas disuadimos al resto de mañosos.

—ROJO: No creo que sirva. Las pistolas caminan y platican solas; se me hace que quienes yo conozco son unas comparsas. ¿Ha platicado usted con los del ejército y les ha reprochado sus correrías y razias?

—MARGARITA: No sea fatalista. El ejército es el ejército. Me ayudaría más platicar con los bandidos que me indica. ¿Viven lejos?

—ROJO: Pero… No me cambie de tema. A lo que aquí vinimos los tastoanes fue a que usted se rasque los bolsillos, a ver si le queda algo al erario público, porque yo tengo a muchos tastoanes que dependen de mí, y ellos tienen otros dependientes, y así la bolita del redil: Somos una grey de consensos nuestros, un enjambre de orden nuestro.

—MARGARITA: Me alegra que platique de un orden, porque si algo de eso hubiere, ganaríamos todos. Estos bandidos que nos asedian… Alguno de ustedes sabrá –como espíritus que todo lo ven, hasta lo más recóndito– en dónde es que se esconden.

—ROJO: De escondidos nada de nada, que ya le digo que son vecinos de ahí merito donde usted tiene su guardería. De hecho, ¿no están matriculados los hijos de los bandidos en ella? Vaya, que si quiere se los traigo, a estos mis conocidos, pero yo no barrunto para qué…

—RABO y TORO: [Interrumpiendo] Ya nos engañaron, con espejitos y aretes nos aherrojaron las malas artes de este –nada liviano– vestido nuevo. Nunca el ojo izquierdo pudo separarse del derecho sin daño al espejo.

—MARGARITA: [Cortante] No exagere usted, que siempre anda meditabundo y luego nos sale gritón, como conectado a corriente eléctrica. ¿No ve que, si los traen aquí a los bandidos, todos ganamos? Pero con prisa, dense prisa, que el día de la celebración de Santo Santiago se termina y de noche ya no hay reversa.

—ROJO: Bueno, voy…

ROJO se marcha cabizbajo, mientras que RABO y TORO se queda en un rincón, refunfuñando con todo el cuerpo y la mirada iracunda. MARGARITA marca con su celular a su jefa TONALÁ. Este emblema lo aprueba todo. Una espera de minutos de los personajes en parálisis completa, como estatuizados. De fondo, se escucha, en marejada, el chistar del CORO DE RESTOS HUMANOS, en una reiterada –y fracasada– petición de silencio.

 

Escena tercera

ROJO regresa con un par de individuos armados, “VALLE-INCLÁN” y CHUCHO, bandidos boletinados como “sujetos generadores de violencia” en alguna orden administrativa securitaria y olvidada. MARGARITA intenta acomodar, aprisa y corriendo, una mesa y un par de sillas; abre un refri, pero no hay nada de comer ni beber. Marca por celular, y de la plática se deduce que TONALÁ tampoco tiene dinero propio para transferir, así que empiezan la junta con lo puesto:

—MARGARITA: Siéntense, que la austeridad nos corroe. Pero el espíritu de la ciudad y la soberanía popular harán que pronto podamos tratarles a ustedes como de verdad se merecen. Somos un gobierno que, como dice nuestro lema, “jamás hacemos descarrilar nuestro tren de promesas”.

—CHUCHO: [Poniendo la pistola sobre la mesa y utilizándola, como el juez con su mazo, para tomar la palabra] Nuestro amigo común nos ha presentado y seguro será para beneficio mutuo.

—“VALLE-INCLÁN”: [Mirando a RABO y TORO con desprecio] Ese bicho tuerto, ¿tiene que estar aquí?

—RABO y TORO: [Anticipándose a la respuesta de MARGARITA] Si ustedes adentro, yo afuera. Pero todos nosotros volveremos y nos acabarán rogando [se marcha, atravesando la puerta como fantasma. ROJO niega ostensiblemente con la cabeza y hace un amago de irse, pero se ve que lo piensa mejor, y pasa a ocupar la esquina abandonada por RABO y TORO. Observa la negociación en silencio, pero rebuscando en su interior cómo revertir el caudal de acontecimientos].

—“VALLE-INCLÁN”: Ya podemos platicar quienes comemos carne.

—CHUCHO: Nos informó nuestro común amigo que ustedes nunca nos faltaron al respeto, y nosotros, lo mismo de vuelta.

—MARGARITA: Mire, les voy a platicar de corazón a corazón.

—“VALLE-INCLÁN”: [Sacando su fierro y apuntando a MARGARITA] ¿De qué igualdad habla usted ahora?

—CHUCHO: [Templando a su compinche] Vamos, vamos, no con tanta pasión… No nos faltemos al respeto, que todos estamos haciendo nuestra chamba y no nos queremos mal.

—MARGARITA: Eso mismo digo yo [recibe una llamada. Parece sorprendida, pero la llamada estaba previamente acordada. Es TONALÁ, con una propuesta, también platicada con antelación entre ambas. Plática telefónica entrecortada]. Sí. Sí, podría ser. Les digo. Muy amables. Tenemos algo de tiempo. Bueno, eso creo. Sí. Así le hago, claro que sí. Bye. [Dirigiéndose a CHUCHO] Mire, pues mi jefa me dice que podemos llegar a un acuerdo.

—CHUCHO: Adelante.

—MARGARITA: Necesitamos que haya confianza entre nosotros.

—CHUCHO: Somos de fiar, ¿a poco no, compa?

—“VALLE-INCLÁN”: Hoy no se fía y mañana tampoco. Pero puedo esperar a ver qué se les ofrece, pues este mi reloj [mueve la pistola en la cara de MARGARITA], ¿a poco no crea el tiempo de quien se le topa?

—MARGARITA: [Si tiene miedo, lo disimula bien] Me comenta mi jefa que, tras las elecciones, se espera alcanzar unas cuotas que aseguren marcos de entendimiento entre nosotros.

—CHUCHO: Además de mi compadre y yo, tenemos a varios que también querría que colaboraran; usted sabe lo bien considerados que somos por tanta gente que confía en nuestra chamba.

—MARGARITA: Entre nos: Yo soy la sucesora de mi jefa, y puedo hablar por ella si les digo que media docena de puestos, con base quincenal, se pueden.

—CHUCHO: ¿En donde? Concrete.

—MARGARITA: Hay confianza. Todos en Parques y Jardines, menos uno, en Arte y Cultura.

—ROJO: [Interrumpiendo] Oiga, pero necesito los dineros ya. Los míos se mueren.

—MARGARITA: No se preocupe, que también hay para usted en Turismo. Sólo tienen, todos ustedes, que darse rápido de alta como militantes.

—“VALLE-INCLÁN”: Entiendo que, si ustedes pierden las próximas elecciones, no hay nada.

—MARGARITA: Visto así…

—“VALLE-INCLÁN”: ¡Vaya jale! Usted está haciendo la fábula de la sopa de piedra: Me pide a mí, poquito a poco, todos los ingredientes para mejorar una sopa que, al principio, contiene únicamente la piedra que usted pone. Con todo lo que le proporciono yo, dice que la sopa la ha hecho usted.

—MARGARITA: Con todo respeto: Ubíquese. Hay riesgo, pero la apuesta les merece la pena, y les diría que casi, casi, es apostar sobre seguro. Que, en el fondo, no es apuesta, sino un baile.

—CHUCHO: Si considerásemos lo dicho por usted, ¿qué se nos estaría pidiendo?

—MARGARITA: Párenle a la matazón. O continúen con lo suyo, pero en otro lado, no aquí, no en este municipio.

—“VALLE-INCLÁN”: O que matemos aquí, pero “en lo oscurito” de la danza macabra, ¿verdad?

—MARGARITA: Yo ya no puedo meterme en eso. Ni sé, ni quiero saber y sólo planteo lo mínimo para asegurar que mi población inocente esté protegida y no paguen justos por pecadores.

—CHUCHO: Sepa bien: Yo puedo responder, a lo sumo, de media docena de personas armadas, y todas ellas, jamás, pero jamás le digo, han matado inocentes. Pero ellos tienen que defenderse. Mi compadre, a lo mucho, respalda a otra docena, que solamente actúan en legítima defensa.

—MARGARITA: ¿Cómo cree? Eso no puede ser. Pero si mueren acá, cada día, de veinte en veinte, y así, semana tras semana.

—CHUCHO: Pues será culpa de quienes se van por la libre. ¿Ha platicado con los soldados y con esos perros “contras” a los que patrocinan? Ellos hacen el trabajo sucio, “abren territorio” y “hacen limpia”.

—“VALLE-INCLÁN”: [Para sí] Ya querría yo tener esa rueda dentada de la Fortuna. Con esa hegemonía sí me caso yo.

—MARGARITA: ¿A poco será que nadie sabe? ¿Ni ustedes? ¿Nadie sabe nada? Ustedes hagan lo que deban hacer; al menos, aquí en el lugar, nuestro ejército es de fiar. Un primo mío trabaja en… Bueno. Pero tengan en cuenta lo que les pido. Platiquen con quien tengan que platicar y que paren los muertos…

—“VALLE-INCLÁN”: Creo que usted fantasea con el control que podamos tener nosotros, licenciada.

—MARGARITA: [Sin hacerle caso] Me gustaría pedirles algo más.

—CHUCHO: [Riendo, hacia su compañero] ¡A poco nos pedirá la luna lunera cascabelera!

—MARGARITA: Si pudiesen adelantarme un par de las mensualidades que van a cobrar ustedes dos cuando tengan sus puestos, podríamos celebrar la fiesta esta del 25 de julio y mi amigo [señalando al ROJO] y sus compañeros desfilarían. No hace falta explicarles a ustedes que debemos asegurar que estos ciclos de ceremonias se repitan, porque si el pueblo se desmoraliza, no nos quedará nada, absolutamente nada, ni a ustedes, ni a nosotros. Será como un huracán que nos engulla a los tristes.

Mientras los bandidos se piensan la propuesta, el tastoán ROJO, mareado por el vórtice en el que se está metiendo, abre una ventana. Los lamentos entran en tromba:

—CORO DE RESTOS HUMANOS: [Una masa acuosa donde unos parecen vivos, pero no; otros están muertos, pero sí. Hay como perros guardianes que se confunden con los cuerpos y no se sabe si en realidad vigilan o son parte del circuito de muerte. Uno de los tristes escandinavos voladores ha quedado atrapado en esa maraña y opta, resignado, por un silencio estupefacto] Únicamente pedimos descanso, apaguen la luz, para que no nos queme más [de fondo se ve a RABO y TORO, gesticulando, como haciendo de director de orquesta del CORO DE RESTOS HUMANOS]. Si hablan de nosotros como piezas de intercambio, como partes impersonales, nuestro castigo es escuchar gritos que nos ensordecen, pero no lo suficiente para ocultar un grito mayor, y así aumenta la tortura que ustedes avivan. Por contra, si nadie habla de nosotros, morimos empacados, otra vez, infinitamente y sin descanso.

Los bandidos indican a ROJO que cierre la ventana, pero está hipnotizado y la mantiene abierta.

—“VALLE-INCLÁN”: [Intentando no hacer caso al CORO, que intenta sobreponerse sobre las voces de los personajes] Acepto lo primero, pero sobre lo segundo, he de pensarlo.

—MARGARITA: Necesitamos las cantidades hoy.

—CHUCHO: Yo entiendo, como mi compadre, que lo primero ya está platicado y acordado, y es en beneficio mutuo. Sobre lo segundo, si acaso y urge, yo le podría prestar esas dos mensualidades…

—MARGARITA: Excelente.

—CHUCHO: Pero le pediría que me devolviera mínimo el triple.

—MARGARITA: Oh, ¡esto no termina nunca!

Por la ventana, imponiéndose milagrosamente a los lamentos del CORO DE RESTOS HUMANOS, se escucha la voz de SANTI, chamarilero, aguador, cristalero y con oficios todos. Como ha visto pasar de todo y a todos, es un descreído. Se intuyen las sombras de uno o dos bultos que lo acompañan, pero sin reconocerse qué sean. SANTI grita al interior:

—SANTI: ¡Un cuadro de un genio a precio de saldo! El arte es salvador. Rescatado de un huraño, un auténtico Velázquez, que Dios tenga en gloria a su Orden de Santiago. Un Velázquez compuso mi amigo queridísimo, y yo lo tengo aquí mismo, y me dirán si vale su peso en oro o aún más que eso, y aquí vengo a ofrecérselo al municipio: Escúchenme, escuchen bien que a cambio de lo que nada es para ustedes, lo tendrán todo. La leyenda es cierta, la confirmo, en Tonalá se ha encontrado un Velázquez, sí lo hay, y yo lo tengo, ¿me va a abrir alguien antes del anochecer? ¿Tendré que ofrecer este premio en otras partes? ¿No están los tesoros para que los bendecidos los encuentren?

—ROJO: [Al resto de personajes] Ábranle, apúrense, ¡que él desbloqueará todo esto!

 

ACTO SEGUNDO

Escena primera

Los dos bandidos continúan cuchicheando, ya en el rincón donde estaba ROJO. Este se ha acercado a platicar con MARGARITA, que es quien abre la puerta a SANTI:

—SANTI: Sí, yo observo que entre ustedes hay orden y razón –o al menos no se están matando a insultos–, por lo que podemos invitar festivamente a la esperanza –esa perra negra a la que imaginan bípeda y pelona–. Escúchenme bien, porque mis vecinos me han anunciado que el Estado mexicano –o lo que viene a ser el caso, el municipio de Tonalá– está en gravísimo peligro. Yo no les traigo la solución, pero sí un empujoncito para arreglar, chulear e, incluso, ¿por qué no creerlo?, reflotar sus finanzas y superar la contingencia: Este cuadro que les revelo [quita la sábana a un cuadro que, descubierto y a ojos de un no experto, pasa por Las meninas de Diego Velázquez] es todo lo original que puede ser, y aun más. El del Museo del Prado se queda en poco, obviamente. Solamente una perspectiva infantil preferiría el cuadro del español.

—MARGARITA: Yo no entiendo nada de lo que quiere decir. ¿Ha robado el cuadro?

—SANTI: Usted no comprende.

—CHUCHO: Este hombre es el loco del pueblo.

—“VALLE-INCLÁN”: Si mato a este bato, lo encuerdo.

—SANTI: No se me pongan estupendos. Díganme, ¿alguno de ustedes sabe de arte? [Silencio reverencial entre los personajes] Bien. Entonces, permítanme presentarles a quien pintó este cuadro que superó, a su modo mexicano y popular, al genio español y palaciego de Velázquez. Mi amigo está afuera.

—ROJO: Háganle caso, que Don Santiago nunca da puntada sin hilo. Quiero decir que él, aunque no quiera, acierta siempre.

—MARGARITA: Si la puerta de este lugar nunca está cerrada… [Se acerca a abrirla de par en par. Se escuchan murmullos afuera, junto a los lamentos de los RESTOS HUMANOS] Que pase, y sea lo que Dios quiera.

—“JUAN DIEGUITO VELÁZQUEZ”: Hola.

—SU OJO: [Se trata de un ojo tamaño humano, que sigue perruno a “JUAN DIEGUITO VELÁZQUEZ”, que es tuerto. SU OJO tiene patas y brazos como de coral, lleva unos jirones de ropa que él se imagina un saco y siempre cree tener razón, aunque este pseudo globo se tuerce por la vida, medio mareado] Holi.

—MARGARITA: ¿Quiénes son estos esperpentos? Perdónenme, pero la celebración peligra y esto parece un circo y ustedes un tropel de rinocerontes, y, de nuevo, perdónenme quienes se ofendan por lo que digo.

—“JUAN DIEGUITO VELÁZQUEZ”: Todo artista es un incomprendido.

—SU OJO: Todo artista, efectivamente.

—SANTI: No se dejen llevar por las apariencias. Mi amigo Juan ha creado esta maravilla [tomando el cuadro y agitándolo, como una piñata, como si tuviera algo dentro] y digo “creado” y no “pintado”, porque para superar al original hay que hacer algo más que imitar cada tramo de la famosa pintura.

—SU OJO: [Con problemas para vocalizar] Ñgg, ñgg… Ñggg, ñggg… [Finalmente, logra decir, señalando, en el cuadro, a la infanta que practica la bucarofagia] Esta Margarita del cuadro es como usted, también devora un jarrito sacado de estos territorios y por mucho que sea chiquita y haga su canibalismo cartográfico a lo chiquito, lo que importa es que pueda recomponerlo, después, en un mapa que perdure. [Mirando al rostro del que provino] ¿Lo he dicho bien?

—“JUAN DIEGUITO VELÁZQUEZ”: A tu manera retorcida, sí.

—CHUCHO: [Cortante] Yo no entiendo mucho de todas estas palabrejas y nada de lo que dicen me importa un carajo. Nuestras condiciones están claras. No hay préstamo sin usura y, sobre lo otro, lo aceptamos para ayudar al pueblo y como un gesto hacia su institución contra la que nada tenemos. No es con ustedes el pleito.

—“VALLE-INCLÁN”: Vámonos, que mi corazón pétreo está más lejos de mí que su ojo lo está de este pintor.

Los bandidos se marchan, abriendo la puerta con violencia y cerrándola hasta casi descoyuntarla. MARGARITA piensa que la celebración de los tastoanes no va a tener lugar y escucha, por inercia, al par de chamarileros de la pintura. ROJO, en cambio, quiere creer que, quizás, haya todavía algo para él y sus fantasmagorías. Aunque sea un puñado de monedas fantasmales que arroje SANTI.

—SANTI: [Mirando por la ventana irse a los bandidos] Que se vayan; no te preocupes, mi buen Velázquez. Ellos copian sin decirlo y crean copias peores, cojas, pero exigen por ellas un precio excesivo. Mientras, cuando yo defiendo tu copia, es para mayor mérito del original, y eso que tú lo superas, y, a pesar de eso, nos arriesgamos a hacer las cosas gratis. [Aparte] No tienen perdón, esos bandidos, y ojalá mueran igual que quienes han matado. [Conciliador] Prima, no tenga pena, que nosotros vamos a salvarle las finanzas públicas.

—MARGARITA: El tiempo pasa, siento que envejecí medio siglo y que el otro medio se me fue en la cháchara de los últimos cinco minutos. Santi, ¿pueden concretar qué tienen para mí? ¿Qué ofrecen ustedes a Tonalá?

—SANTI: Por supuesto. Este pintor ha hecho una obra superior a Las meninas, puesto que la imita, la mejora y, además, saca las conclusiones adecuadas para maximizar los juegos de espejos que representa el cuadro. Dicho en cristiano: Este cuadro que le vendemos puede, potencialmente, valer más que el original y es la forma como se compuso lo que da la clave del tinglado. Yo, mejor dicho, nosotros, se lo entregamos gratuitamente para que, cuando las finanzas municipales mejoren, usted nos dé una cantidad mínima, y cuando el municipio lo ponga a la venta –o bien una administración pública, de preferencia federal, lo compre– se nos dé una simbólica cuarta parte, eso siempre que lo venda, al menos, por tres millones de pesos. Si no alcanzan esa irrisoria cantidad, usted –el municipio– se compromete a pagarnos, en un par de años, lo que falte para el medio millón de pesos.

—MARGARITA: Deje marco a mi jefa [Plática seria. Cuelga, reticente]. No lo ve claro. Yo, aún menos. Y… ¿cómo me soluciona esto el problema inmediato de los huelguistas? [Dirigiéndose al tastoán] Salvo que usted quiera obtener algo de este arreglo…

—ROJO: Tendría que platicarlo.

—MARGARITA: Pues, adelante [le extiende su celular].

—ROJO: No solamente con los míos, sino con los otros [se refiere a los RESTOS HUMANOS. Se encorva y, rodando, vuela a través de la ventana y se pierde en el magma de restos que, rodeándolo, ha convertido ya el escenario en una fortaleza asediada].

— SANTI: [Volteando hacia el público] Deben decidir si compran o no compran, ¿por qué tomarse todo tan en serio?

 

Escena segunda

Vemos a MARGARITA, SANTI y “JUAN DIEGUITO VELÁZQUEZ” sentados en la mesa. Todos gesticulan, como dando órdenes –sin emitir palabras ni sonidos– a SU OJO, que se mueve, entre culturista y como imitando el contenido de Las meninas.

— MARGARITA: [Levantándose bruscamente] Bien. Ya sé algo más del posible negocio… Aunque ustedes piden mucho dinero a unas finanzas hundidas. Además, no querría ser grosera, pero hoy en día cualquiera sabe que el arte no es sólo la obra.

—SANTI: ¿No fue siempre así? Usted se refiere al mito, ¿verdad?

—MARGARITA: Yo me refiero a que no puede venderse nada si lo presenta –con todos mis respetos– un fantoche como este señor [señalando a “JUAN DIEGUITO VELÁZQUEZ” y a SU OJO], que parece nacido a plazos.

—SU OJO: ¿Puedo hablar?

—“JUAN DIEGUITO VELÁZQUEZ”: No te rebajes, que no ofende quien quiere, sino quien puede.

—MARGARITA: En fin, aquí cada loco con su tema… A ver, Don Velázquez, cuéntenos pues de usted. Yo vivo aquí y hasta hoy que me entero que usted también. ¿Dónde estaba cuando había presentaciones y otros eventos culturales? ¿Dónde ha expuesto, señor pintor? Porque, para mí, usted es un perfecto desconocido, y no es que yo sea la última achichincle de la ciudad. Al contrario.

—“JUAN DIEGUITO VELÁZQUEZ”: Encerrado, consagrado a mi obra. Como digo yo, construyendo mi mito.

—SU OJO: Es el guardián mitómano del mito.

—MARGARITA: Pero, cuénteme, ya en serio [mirando con pavor un reloj que alguien ha puesto sobre la mesa], ¿en qué colonia tiene su taller artístico?

—“JUAN DIEGUITO VELÁZQUEZ”: ¿El qué?

—SU OJO: Nuestro taller está en el azogue de los espejos rotos.

—MARGARITA: [Furiosa] ¿En qué colonia se ubica? ¿Es rica o pobre?

—“JUAN DIEGUITO VELÁZQUEZ”: ¿Cómo?

—SU OJO: En la colonia que nunca se acaba y ya se acabó.

—MARGARITA: [Gritando] ¿A cuántos asistentes emplea? ¿Los tiene dados de alta en el Seguro Social?

—“JUAN DIEGUITO VELÁZQUEZ”: No estoy seguro…

—SU OJO: ¡Mi amo, ni es señor feudal, ni laptop tiene! Yo soy su único trabajador.

—SANTI: Vamos, vamos, ¿a qué este interrogatorio, como a bandidos, si somos amigos? ¿Estamos o no ante un artista, uno de esos vates que nos domestica al dragón en la tela?

—MARGARITA: Como digo, todo esto muy confuso. [Haciendo aspavientos, como queriendo echar a todo el mundo] Yo ya ni sé si este ojo es el ventrílocuo…

—SANTI: [Al público] Algo de eso hay, porque muchos han perdido su ojo, pero sólo mi amigo sabe dónde está el suyo [Con voz suave, a “JUAN DIEGUITO VELÁZQUEZ”] A ver, cuéntanos un poco de ti, haznos lo que se dice tu semblanza, que toda moneda lleva siempre efigie y es imposible vender nada, ni una obra maestra, sin ofrecer antes un rostro.

—“JUAN DIEGUITO VELÁZQUEZ”: Por acá nací, obvio. Un poco lejos, pero fui a la misma guardería que esta señora…

—MARGARITA: Miente.

—“JUAN DIEGUITO VELÁZQUEZ”: … O a una parecida, que eso da lo mismo. Estuve formándome en el extranjero más tiempo del que parece, y regresé de Madrid y Roma sabiendo que debía conjugar lo mejor del otro lado del océano y lo de estos pagos. Estuve un tiempo por las costas del Atlántico y otras veces me mudaba al Pacífico, y aprendía técnicas de pintura muy preciadas. Aprendí a mezclar colores con tierra y con sal de mar, y que el agua de ríos y lagunas sea la misma que la de mis cuadros.

—MARGARITA: ¿Usted no se ha enterado de que la cámara de video se inventó hace un siglo y la de fotos hace dos? Abrevie, abrevie, que tenemos el tiempo encima y el reloj tiburón sí se ríe de la lírica.

—SANTI: Eso, eso, Velázquez, apúrate, recuérdanos cuáles son tus puntos fuertes.

—MARGARITA: [Recibe una llamada telefónica] Un segundo. ¿Bueno? Sí. Sí. Ese. ¿Tienes capturas? [Consulta la pantalla de su celular] Ese. Sí. Abrevia. Explícamelo en una frase, no me cuentes su vida ni la tuya…Ya me imaginaba… ¡Todo mentira!

—SU OJO: Tras vagabundear, nos quedamos dormidos y tenemos tres sueños. En el primero, soñamos que divisamos un reino, lejos, en el valle. Algo es algo.

—MARGARITA: [Sigue platicando por teléfono] En una frase, dímelo en una frase. Ok. Entonces, ¿sí o no?

—SU OJO: En el segundo sueño, el reino es nuestro. ¡A huevo!

—MARGARITA: [A su interlocutor al otro lado de la línea] ¿Tienes datos de cuándo empezó todo eso?

—SU OJO: En el tercero, reinamos sobre súbditos dormidos. Entonces, mejor despertar.

—MARGARITA: Ok. Me mandas más cosas que averigües. Bye [Cuelga. Dirigiéndose a SANTI]. Se suponía que entre nosotros había confianza.

—SANTI: ¡La mayor de todas!

—MARGARITA: Entonces, ¿por qué me intenta engañar? En estos tiempos, engañarme a mí es engañar al Estado.

—SANTI: Nada de eso.

—MARGARITA: Estamos en una de las peores crisis del país, ¿y tú quieres estafarme?

—SANTI: No lo veo incompatible. Usted es bien libre de regir el país como guste.

—MARGARITA: [A “JUAN DIEGUITO VELÁZQUEZ” y “SU OJO”] ¿Qué es eso que me cuentan mis fuentes, que se la pasan ustedes dos y el trilero de Don Santiago de oficina en oficina gubernamental, ofreciendo lo mismo, el mismo cuadro manido y manoseado, y que llevan meses haciendo esta ceremonia ridícula? Ahora me dirán que este cuadro que me ofrecen es único…

—SANTI: Nadie habló nunca así…

—MARGARITA: [Ya harta, para finalizar la plática] ¡Qué manera de perder el tiempo!

—SU OJO: ¡Está sudada! Como si recién despertase de una pesadilla.

—MARGARITA: ¡Sangre es lo que sudo! Vayan a los ayuntamientos de la oposición a tomarles el pelo, ya que quieren hacer de esto un negocio y vendernos mentiras a cualquier ciudadano burócrata que pique. Pero de aquí se me van [Aparte]. Me queda tanto tiempo como Fortuna hay en la guillotina. [Al público] ¿Quién de todos ustedes lleva dos relojes? Uno que me preste…

—SANTI: ¿No quieres saber, entonces, cuál es el mayor secreto que hace extraordinaria esta pintura?

—MARGARITA: Esto ya está terminado, se acabó, y es como si la mitad de mi vida se inclinase en desnivel hacia la que me queda… ¡Mejor vete de aquí, primo, si quieres que conservemos nuestra amistad!

—SANTI: Ay, prima… Tú siempre tan terca. ¡A poco sospecharás más de nosotros, que de esos bandidos de antes y sus cráneos de flores!

—“JUAN DIEGUITO VELÁZQUEZ”: [Mirando sorprendido a SANTI, que se esmera en recoger el cuadro de Las meninas] Entonces, ¿tampoco aquí me lo comprarán?

—SU OJO: Pocos y nadie quieren ver que, en tiempos de fantasmas, hay, también, otras cosas extraordinarias.

—“JUAN DIEGUITO VELÁZQUEZ”: Quién nos mandaría a nosotros meternos en viejas peleas, de hombres enmascarados contra máscaras vivas, y en las matazones públicas de los niños de fierro, y en todos estos desmadres dinerarios con los que todos topamos al salir del hogar.

—RABO y TORO: [Atruena desde algún lugar] ¡¡¡RESPETOOO A NUESTRAS HUESTES!!! ¡¡¡RESPETOOO A NUESTRAS HUESTES!!!

—MARGARITA: [Respondiéndole] Respeto a quien respeto merece, ¡inoportunos! ¡Huelgistas! ¡Huelguistas!

—SU OJO: ¡No salimos de pobres! [Al público] Respeto a quien dinero cuece.

 

Escena tercera

RABO y TORO: [Camina entre el arrojadero. Los RESTOS HUMANOS callan a su paso, quizá por saberlo de otra época, de unos tiempos donde matar, sí se mataba; pero no así. RABO y TORO canta su versión de la canción infantil ‘La hija del alcalde’, para que la escuchemos todos]:

La hija del alcalde
la más pequeña pum
la más pequeña pum.
catapum chin chin
gori gori gori su su su.
La que esconde los dineros
Bajo la almohada pum
catapum chin chin
gori gori gori su su su
bajo la almohada pum.
Ya no bebo más agua
De la envenenada pum
catapum chin chin
gori gori gori su su su
de la envenenada pum.
Porque he visto la muerte
Que sube y baja pum
catapum chin chin
gori gori gori su su su
que sube y baja pum.
Ya no tomo más sangre
De tu puchero pum
catapum chin chin
gori gori gori su su su
de tu puchero pum.
Porque he visto un rostro
Que me da miedo pum
catapum chin chin
gori gori gori su su su
que me da miedo pum.
El boleto que tú me dabas
Va por el río pum
catapum chin chin
gori gori gori su su su
va por el río pum.
Y tú lloras diciendo
Boleto mío pum
catapum chin chin
gori gori gori su su su
boleto mío pum.
De tu cuadra a la mía
Sólo hay un paso pum
catapum chin chin
gori gori gori su su su
solo hay un paso pum.
Pasarás tú si quieres
Que yo no paso pum
catapum chin chin
gori gori gori su su su
que yo no paso pum.

—MARGARITA: ¡Cierren la ventana y ya dejen de escuchar banda, que aquí no hay quien negocie!

—CORO DE RESTOS HUMANOS:

Verde moho es la casa del olvido

Tú llenas aquí las urnas y nutres tu corazón.

¿Qué quieren?

¿Que hagamos juntas y, de junta en junta, todos nosotros nos alcemos contra los vivos?

Eso es imposible, como tampoco podemos tener portavoces.

Pero ya nadie nos escucha.

Sin embargo, vendrán quienes rumien y forjen una teoría del martirio en México, y no solamente una “lista de las víctimas de una causa”, sino una justicia del sacrificio personal y colectivo, que ensoberbezca y justifique a nuestros mártires. Ellos tendrán nuestros votos.

 

ACTO TERCERO

Escena única

Parece que estuvo ausente siglos, así es la actitud de TONALÁ al regresar. Abrigada profusamente y con pieles, encorvada pero joven y bella, con sombrero estrambóticamente invernal. La negociación entre la representante de Tonalá, tastoanes y SANTI continúa, aunque, sin duda, ya pasó el 25 de julio del 36, del 37, del 38 y muchos, muchísimos más…

—TONALÁ: Ah, ¡mi SANTI! Tú, chamarilero que vendes objetos robados, aguador que ofreces agua envenenada y pulidor de cristales que, limados, entregas en copitas para que los más débiles se suiciden… ¿A qué sigues aquí?

—SANTI: ¡Pero si soy de la familia!

—ROJO: Un bocón sí que es.

—SANTI: Ah, ¡mi caballo desbocado! No sabes cuánto me deben ustedes…

—ROJO: No sé por qué comprometí a todos los míos, otra vez, a hacer algo en lo que no creen, para hacer creer a todos mis vecinos y descendientes que esta es la auténtica celebración.

—SANTI: Pues, ¿no te dije bien claro que la clave era la copia que se vuelve mejor que el original, imitando todo menos la manera en que se hizo el original? ¿No entendiste la trama y la adivinanza?

—ROJO: No quiero comprender. Me siento engañado.

—MARGARITA: No nos pongamos sentimentales. Ya hemos llegado al momento definitivo y por eso ha aparecido la jueza.

—TONALÁ: Efectivamente, ya toca juzgar y que, por soberanía popular, establezcamos nuestras nuevas reglas, para evitarnos situaciones incómodas como las que nos tienen paralizadas las fiestas y a los muertos sin enterrar, y a las gentes sin ceremonias y sin risa.

—ROJO: Denme tiempo, al menos, que llame a mi compañero para que venga [otea hacia la ventana para buscar a RABO y TORO, pero no lo va a hallar, porque hace años que se solapó con los RESTOS HUMANOS. Quizá escuche su voz, pero habría que tener otro tipo de corazón para sintonizar qué quiere decir].

—TONALÁ: Aquí no hay tiempo y, tras muchos años de parálisis y sufrimiento, estamos en disposición de ofrecer un nuevo comienzo para el pueblo. Así que, establezcamos normas básicas.

—MARGARITA: Lo serán, sin duda, por muchos años. La primera, es que se borren todos estos arrojaderos. Fosas limpias y todas las finanzas públicas se orientarán a suprimir cualquier recuerdo que nos haga mal. La segunda, incluimos la celebración del 25 de julio, día del Santo Santiago, como una ceremonia que coadyuve a esta supresión. Hay que gozar del presente, domar el pasado y disecar el futuro. La tercera, que resume las anteriores: Borrón y cuenta nueva, y a reírnos. Queda olvidado todo lo que ha sucedido desde las negociaciones hasta hoy mismo, incluidas las deudas. ¿Quedan secundadas estas normas?

 

EPÍLOGO

—CORO DE RESTOS HUMANOS: Nunca quedan secundadas las normas que se implantan. Otros discursos continúan, y también este tornaesperpento. Si quieren recordar, un tornaviaje es un viaje de regreso que establece, al confirmarla, una nueva ruta marítima. Si gustan seguir recordando, piensen en el Galeón de Acapulco o Nao de la China.

Entonces, este tornaesperpento que les hemos ofrecido es el regreso de lo esperpéntico, pero abriendo nuevas rutas temporales, aunque sea por el sedimento que otorgan los siglos y las tecnologías posteriores a las deformaciones de Goya o Valle-Inclán.

El tornaesperpento es un esperpento alimentado y curtido por los siglos transcurridos desde el último esperpento.

El tornaesperpento se revuelve con tanta fuerza contra quien lo lee, como el taxidermista diseca al depredador. A su vez, hace fijarse al lector en la proporción y las sombras, aunque lo disecado sea deforme y terrible. Es como los vientos o las mareas del tornaviaje, que pudieran volverse en contra de quien navega; pero que, también, según el talento del navegante, pueden aprovecharse para llegar al destino, aunque nunca crucemos los siete mares.

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