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Una duda sobre el mecenazgo

Mecenas

Todo empezó por culpa de un noble romano de origen etrusco llamado Cayo Cilnio Mecenas. Este buen hombre, aparte de echar un cable a César Augusto en su carrera política, dedicó sus ratos libres al impulso de las artes apoyando a jóvenes talentos como Virgilio. De ahí el calificativo de mecenas a quienes apoyan la creación artística de manera desinteresada.

Aunque sin duda habrá otros, por no hacer la lista demasiado larga, después vinieron los Médici que, aparte de una fábrica de Papas, tienen el honor de haber dado cobertura al gran Miguel Ángel. El Renacimiento italiano tiene una deuda con esta familia de banqueros.

Desde luego que, ni Mecenas ni los Médici parece que pasaran apreturas económicas, pero es cierto que podrían haberse pulido su fortuna sin dar explicaciones. Y como de bien nacidos es ser agradecido…

Y ahora nos plantamos en el siglo XXI que vamos a ser todos mecenas. No ya por la ley que está en capilla, sino por todos estos portales de crowdfunding que están apareciendo como setas en los que mucha gente aporta su granito de arena a cambio de nada o de muy poco.

Esto me recuerda a aquellas sociedades filarmónicas. Casi todas estaban en el norte: Bilbao, San Sebastián, Santander, Oviedo, Zaragoza y, como excepción geográfica, la de Las Palmas. Pero es una isla y entonces no importa que esté todavía más allá del sur. El caso es que estas sociedades siempre han funcionado movidas por la pasión. Ni siquiera el reconocimiento de haber contribuido a algo, sino el mero disfrute que un enamorado de la música siente cuando está sentado escuchando a Cziffra interpretando a Liszt. La pasión que mueve a un grupo de personas a asociarse para conseguir un objetivo con el único fin de disfrutar es una herramienta muy poderosa. Y aquí viene mi duda: ¿Será más fuerte la desgravación fiscal que la pasión altruista?

@Estivigon

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