En mi adolescencia había unas cuantas películas que atesoré, vi, volví a ver, y aprendí de memoria de arriba abajo. Había cierta relación entre ellas, aunque en aquel momento tampoco supiera muy bien decir cuál era. A día de hoy sé que todas ellas hablaban del empeño en la vocación, de la ilusión por crear una vida con metas personales y de un horizonte de expectativas lleno de posibilidades. Además, muchas de ellas tenían como centro de su trama la epopeya de alguien que pugna por ser artista y materializar su sueño desempeñando esa improbable actividad frente a todas las dificultades del mundo. Hablo de Tootsie, de Flashdance, de Historias de Nueva York…
Y en todas ellas había grandes actrices y actores, que se habían curtido en interminables clases de interpretación -al albor de la mejor época del método- habían vencido sus miedos, se habían convertido en enormes animales de la transformación genuina y qué sé yo, pero ahí estaban, hipnóticos y triunfantes hablándonos directamente sobre los sueños propios y los colectivos. ¿Cómo definimos eso que nos hace sentir empujados al vacío, que nos llena de euforia, que nos hace tomar decisiones arriesgadas y nos pone en constante peligro con una sonrisa en la cara? Amor. Sí. Pero un amor muy particular a la vocación y a todo lo que tiene que ver con lo que ésta alberga, porque es la de actuar: La vida.
Cuando empieza Off, se materializa una suerte de magdalena de Proust para todo aquel que tenga sangre en el cuerpo y haya vivido la ilusión honesta por jugársela del todo. Y la risa no sólo es diversión sino que también tiene que ver con la alegría. Con el reencuentro. Con el sentirse acompañado. Con salir con ganas y con la certeza de que alguna vez se tomó la decisión correcta.
Qué delicado es el ámbito de la ilusión y qué frágil. Qué sincero se sienta uno antes de las decepciones a ver todo lo que anhela su corazón y qué dolorido después de tantos viajes a ninguna parte. Qué honesto es hacer el ejercicio de volver a ese lugar para mirarlo, para abrazarlo y para quererlo. Para hacerle un guiño y brindarle un lugar bien adentro.
En esto que hacen todas las pequeñas compañías que subsisten en el off madrileño, están los personajes, los textos, las puestas en escena y todo lo que vemos como espectáculo terminado, pero también están las vidas de todos los que lo crean. Que son las mismas que las de sus esforzados personajes. Son esas personas con una vida tan difícil como la que encarnan. Tan poco convencional como mantenerla a diario con una sonrisa. Tan improbable como llegar al teatro después de dejar al niño en casa de la abuela mientras actúas durante hora y media. Sí. Por Hécuba o por cualquier otra cosa. Para que pase algo realmente importante e imposible. Por la resistencia. Ahora más que nunca, ¡vayan al teatro!
Pelma y gris
Off de Marcos Fernández Alonso
con Antonio Romero, Maya Reyes, Teresa Soria Ruano, María Segalerva y Marcos Fernández
Producción: Materialmente Iimposible y Nueve Norte
Dirección: Marcos Ferández Alonso
En Nueve Norte hasta el 28 de abril de 2019