16 de julio de 2013, Elda (Alicante) 19h. Me meten en un coche. Begoña conduce, y de copiloto, Gerardo, el mismo que vamos a ver actuar a las 10 de la noche, cuando se esconda el sol.
Tras dejar atrás varios chalets en las distintas carreteras por las que subimos por la montaña, aparcamos frente a una casita pequeña, de madera, llamada La Torreta. Salimos del coche y ayudamos a Gerardo a sacar unas mínimas cajas, mientras él observa el espacio que Maite, la dueña de la casa, le propone como escenario. Se trata de una pequeña sala techada, con paredes, excepto una, que será frente a la que el público se acomode un par de horas más tarde. Buscamos sillas para todos (seremos unos 20), y le ayudamos a colocarlas, al igual que una lámpara que sacamos de un trastero, y que servirá para reforzar la luz de la escena.
Le dejamos hacer y nos ponemos a hablar, mientras va llegando el resto de espectadores. Gerardo se zambulle un par de minutos en la piscina y luego prepara todo su atrezo, «las cosas que tenía en casa», como dice él.
Gerardo no es otro que Gerardo Esteve, el que formaba pareja artística con Rafael Ponce: aquellos Esteve y Ponce de la escena madrileña (y española) de la década de los 90 y principio de los 2000. Aquellos que visitaban los escenarios de las salas Cuarta Pared y Pradillo, y que en sus espectáculos (no sé si Los hermanos Pirracas en Nemequitepá será su obra más emblemática, pero es la primera que se me vino a la mente cuando me dijeron que iba a conocer a Gerardo Esteve) se servían del humor y del surrealismo a partes iguales.
El espectáculo de Esteve en solitario se llama Mi caso es tu casa, y además de un homenaje a sus trabajos anteriores, es también una curiosa e hilarante autobiografía. No falta el recuerdo a su anterior compañero de fatigas, Ponce, así como a Gila, Groucho Marx (que toma vida y presenta al propio Esteve en el espectáculo), a Buster Keaton, a Tip y Coll, a Beckett e incluso a Magritte, con esos «Encuentros imprevistos entre objetos domésticos», en los que vemos desfilar por un pequeño estrado multitud de trastos que ha traído de su casa para mostrárnoslos allí en la montaña.
Esa tarde Esteve sustituyó «la 4ª pared por el 5º pino», nos hizo distinguir entre «el bel canto» y «el mal canto», nos mantuvo atentos a sus trucos de magia, nos confesó que «hace mucho tiempo que no conjuga el verbo peinarse reflexivamente», nos hizo reír incansablemente, e incluso tuvo tiempo para homenajear a Dios.
Aquella fue una función veraniega especial para un grupo de teatro de Elda, pero Mi caso es tu casa se puede ver en Valencia en casa de Esteve, los fines de semana. Ahora que en Madrid proliferan las funciones de teatro en viviendas particulares, en Valencia también, ya que Gerardo abre su casa para autobiografiarse en su entorno natural, con sus objetos domésticos a mano. Y para celebrar que has visitado su casa, te hará una foto conmemorativa. A nosotros en la montaña nos la hizo.
nico guau