Marisol Gómez Giraldo es una periodista colombiana que trabajó veinticinco años en El Tiempo –el diario de mayor difusión en Colombia– donde cubrió noticias complejas de la realidad del país. En 2019 dejó su trabajo en El Tiempo, se presentó a concejala de la alcaldía de Bogotá y ganó el cargo con el grupo político de Carlos Fernando Galán. El cargo de alcaldesa para el periodo 2019-2023 lo obtuvo Claudia López. Galán, que no llegó a alcalde en esa ocasión, fue concejal en el periodo 2019-2023 y ganó la alcaldía en el periodo 2024-27. Tras su etapa de concejala, Gómez Giraldo regresó al periodismo y publicó el libro Una periodista en las entrañas de la política en junio de 2024. El texto cuenta algunas de sus vivencias como concejala de la capital. Como ella llegó a ese cargo para servir a los ciudadanos de Bogotá, sus decisiones se basaron en hechos, datos y fuentes expertas en cada tema tratado. Esa actitud objetiva e investigadora al servicio de los ciudadanos fue la que su jefe Galán le aconsejó.

La autora se dio cuenta de que bastantes concejales de la ciudad tomaban decisiones que no respondían a las necesidades de los ciudadanos. El libro explica ejemplos que ella presenció donde las inversiones de la alcaldía beneficiaron a unos pocos. Lo sorprendente es que esos pocos a veces eran los propios concejales. Ella cita nombres concretos de concejales del periodo 2019-2023 en votaciones específicas del Concejo sobre tal o cual tema.

La web de la Alcaldía de Bogotá dice: “El Concejo es la suprema autoridad del Distrito Capital. En materia administrativa sus atribuciones son de carácter normativo. También le corresponde vigilar y controlar la gestión que cumplan las Autoridades Distritales”. En teoría, los concejales tienen una función política de contrapeso al poder del alcalde y de vigilar el quehacer de las entidades de la alcaldía. No siempre sucede así porque demasiados concejales están más preocupados por ser reelegidos que por ser buenos servidores públicos. La maquinaria política bogotana es una rueda de favores y clientelismo que a menudo deriva en chantaje y extorsión. Por ejemplo, algunos concejales exigen que se contraten a cientos o miles de empleados concretos dentro de las entidades de la alcaldía. O exigen que los suyos ganen determinados contratos. Si no obtienen lo que quieren, bloquean aprobaciones normativas, inician investigaciones contra tal o cual empleado, etcétera. Esto es posible porque sólo un 30% de los empleados de la alcaldía son funcionarios de carrera –“empleos de planta”–. El otro, un 70% de los empleados de la Alcaldía de Bogotá son temporales –“contratistas”–. Cuantos más contratistas consigue colocar un concejal, más poder tiene ese concejal dentro de las entidades públicas locales y más favores le deben esos mismos contratistas.

Carlos Alberto Carrillo, concejal de Bogotá entre 2019 y 2023, dijo a Marisol Gómez: “Todo el mundo sabe que el Concejo es corrupto y clientelista, pero nadie lo puede probar. Y usted tampoco” (pág. 26). Gómez reflexiona: “El concejal Carrillo tenía toda la razón y yo lo sabía de antemano” (pág. 26). El clientelismo reduce el voto de opinión y aumenta el voto cooptado en las elecciones. Decenas de miles de personas en Bogotá viven de “estar cerca” del poder político que prevalece en cada momento. El Concejo de Bogotá es una pieza central en esta dinámica. Es como un baile popular donde muchos giran en círculos concéntricos al son de una música inaudible. Este libro muestra que esa música es real.

Una periodista en las entrañas de la política, por Marisol Gómez Giraldo. Planeta Colombia.