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Mientras tantoUna reflexión y un llamamiento. El vampiro de Azara

Una reflexión y un llamamiento. El vampiro de Azara


Cierre de fronteras, confinamiento en numerosos países, cierre de comercios… estamos sin duda viviendo un hecho histórico sin precedentes contra un enemigo común, invisible, que se ha adaptado o mutado como lo quieran llamar a nuestro organismo causando graves daños en aquellas personas donde su  sistema inmunológico no esté preparado para afrontar con éxito el allanamiento a nuestro organismo.

Cada día que pasa me siento más dudoso, con muchas sospechas, como que no nos quieren decir la verdad. Primero que era menor que una gripe y parece que al menos es su contagio es voraz, que sólo afectaba a las personas mayores con diversas patologías y se ha comprobado que no es verdad, que no afectaba a los jóvenes y ya por parte de la OMS e incluso en los datos oficiales que están dando reconocen que hay muertes de jóvenes sanos de forma significativa sin decirnos el número. Algo va mal y las sospechas para cualquier persona informada, se dispara y nos encontramos con  las dudas.

Por otro lado vimos como comenzó en China y como era un lugar lejano, no se le dio importancia. Después en Italia y a pesar de que muchas regiones del norte se encontraban ya cerradas, se permitió el viaje entre dicho país y España sabiendo que el contagio se podría extender. No se realizó el cierre con Italia hasta que Madrid ya se estaba declarando como zona de emergencia sanitaria sin que las Autoridades cerraran la Comunidad. Desde luego y tiempo habrá para analizar, las medidas para que no ocurriera como en Italia se realizaron de forma irresponsable, con una falta de predicción total y que por desgracia estamos siguiendo los mismos pasos que Italia en cuanto al número de muertos y contagiados.

A pesar de que las residencias de ancianos eran donde se encontraban las personas más vulnerables según datos desde el primer momento, no se puso en marcha medidas especiales para intervenir dichas residencias y que se tuviera un estricto control, tanto de los residentes como de los visitantes, así como material sanitario suficiente para evitar lo que está ocurriendo a día de hoy.

En una entrevista realizada por los medios de comunicación a un responsable de la sanidad China, se le preguntó que si se sabía ya el origen del COVID-19. Su respuesta me dejó perplejo: “No hay que preocuparse por el origen y no se sabe aún. Ahora hay que preocuparse por los que están muriendo”. Muy lejos de la realidad ya que es imprescindible saber el origen que ha causado esta pandemia para de esta forma poder atajarlo y que no venga otro coronavirus más fuerte que el COVID-19 y se lleve por delante a la humanidad. Sigo sin entenderlo.

Mi reflexión es clara. Por la GRIPE en el mundo mueren entre 250.000 a 500.000 personas. En España en el periodo 2017-2018, se produjeron 15.000 fallecidos. Por Malaria al año mueren 1´2 millones de personas. Por CONTAMINACIÓN la cifra son 10.000 muertes al año en España, en Europa 800.000 y en todo el mundo entre 4´5 a 8´8 millones de personas. El EBOLA, en el último brote en la República Democrática del Congo aparecido a mediados de 2019, han muerto más de 3.000 personas. El SARAMPIÓN en todo el mundo murieron 140.000 personas en 2018, habiéndose elevado la cifra en 2019. Sin embargo con el COVID-19 en el mundo han fallecido 7.000 personas. Si comparamos las cantidades  citadas con la del coronavirus, observamos que por una cantidad ínfima por el momento, el mundo prácticamente se ha paralizado. Algo no me cuadra.

El llamamiento que reflejo a continuación lo ha escrito mi amigo Alberto Vázquez-Figueroa, escritor e inventor. Una gran persona. Sus libros siempre nos dan mensajes importantes y su conocimiento de la naturaleza, de los animales, del mundo, nos hace abrir los ojos a la realidad de un mundo que evoluciona sin un rumbo fijo y directo al colapso. Alberto es también inventor y ha mostrado soluciones importantes con respecto al agua y otros problemas sociales que podrían cambiar la historia de la humanidad. Ahora, en esta situación de alarma sanitaria, él quiere exponer una experiencia suya muy importante que le ha ocurrido y me ha pedido que lo difunda. Espero que su llamamiento pueda llegar a las Autoridades sanitarias o a los investigadores que están buscando el remedio para parar esta pandemia.

 

El vampiro de Azara: ¿Una solución?, por Alberto Vázquez-Figueroa

El “Desmodus rotundus”, también conocido como vampiro de Azara, es un murciélago de la subfamilia de los desmodontinos y es en la actualidad la única especie del género Desmodus.

Habita desde México hasta el norte de Chile, su pelaje es corto, brillante y áspero, de color castaño parduzco y a veces anaranjado. Presenta diversas adaptaciones morfológicas debías a su alimentación; hocico aplastado, dientes especializados y capacidad de desplazamiento apoyándose sobre el antebrazo con las alas replegadas. La longitud del cuerpo alcanza nueve centímetros, la del antebrazo seis y carece de cola. Pesa entre veinte y cuarenta gramos y se alimenta exclusivamente de sangre.

Ataca al ganado y a ungulados salvajes, pero muy raramente al hombre y nunca a los perros que al parecer presienten su presencia.

Su dentadura está compuesta de veinticuatro piezas, con dos incisivos muy afilados, que le sirven para abrir superficialmente la piel de su fuente de alimento ya que se limita a lamer la herida para extraer la sangre que no deja de manar debido a que su saliva posee un anticoagulante.

La escasa cantidad sangre consumida rara vez daña al animal afectado aunque suelen acudir cada noche a atacar a la misma víctima ya que si pasa dos noches sin alimentarse. Un ejemplar en cautividad puede llegar a tomar cerca de veintiséis litros de sangre al año. Su mayor peligro se encuentra en que puede transmitir la rabia.​

Uno de los primeros en relatar sus experiencias con los murciélagos hematófagos fue Gonzalo Fernández de Oviedo en su Sumario de la Natural Historia de las Indias de 1526

Algunos investigadores creen que el virus COVID-19 saltó de los murciélagos a los humanos porque al caer la tarde abandona una cueva en Tailandia por millones y en  ese momento los aldeanos se llevan sus excrementos.

Ello proporciona al templo budista Khao Chong Phran grandes ingresos y suministra fertilizantes de alta calidad a los agricultores.  Llevan haciendo durante décadas y aseguran que nunca han tenido problemas de salud pero los murciélagos son grandes reservorios de coronavirus a los que son inmunes. Sin embargo, al saltar de a los humanos provocan graves enfermedades como ya ocurrió con el SARS en 2002 y ha vuelto a ocurrir con el COVID-19.

Las investigaciones apuntan a que la pandemia actual se originó por el contacto estrecho de humanos bien con murciélagos o bien con un animal intermedio que habría actuado de transmisor.

En algunas partes de África y Asia se consume carne de murciélago lo que representa un riesgo tanto para quien manipula un cadáver repleto de fluidos, como para quien lo consume.

El ébola, el virus Hendra, el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS), la leptospirosis, la salmonelosis y la histoplasmosis suelen estar transmitidas por murciélagos pero es poco probable que las contagien directamente. En zonas geográficas donde abunda la rabia un cinco por ciento son portadores del virus.

La draculina es uno de los principales anticoagulantes contenidos en la saliva de los murciélagos vampiro ya que contiene dos tipos de compuestos químicos que le permiten una alimentación adecuada: por un lado, los anticoagulantes mantienen la sangre fluyendo para que pueda seguir alimentándose y por otro, los anestésicos que adormecen al animal.

La “draculina” es uno de los principales anticoagulantes contenidos en su saliva, y muchos científicos opinan que posee aplicaciones terapéuticas para el tratamiento de apoplejías y ataques cardíacos. El desmoteplase, un fármaco que se obtiene de una proteína hallada en esa saliva, puede ayudar a disolver coágulos cerebral.

Afamados científicos visitan con frecuencia Papallacta, una pequeña localidad ecuatoriana situada a unos y tres mil metros de altura en la cordillera andina y en la que abundan los ancianos capaces de trabajar hasta edades muy avanzadas. Lo achacan a que en alguna ocasión fueron atacados por los “desmodus rotundus”  abundantes en la zona, pero que al no haberles contagiado la rabia les trasmitieron sus propiedades terapéuticas.

Curiosamente muchos son alérgicos al ajo, lo que aprovechó Bram Stoker a la hora de escribir su novela “Dracula” pese a que en Transilvania nunca hubieran existido ese tipo de murciélagos.

Como la situación es muy seria, quiero dejar constancia, bajo mi responsabilidad, que en 1969 uno de esos murciélagos me mordió cerca de Papallacta y que desde entonces jamás he estado enfermo.

Tal vez los científicos encuentren por ese camino una solución al problema.

Puede que esté haciendo el ridículo, pero cuando están muriendo tantos  inocentes más vale hacer el ridículo que guardar silencio.

 

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