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Lunes 21 de febrero de 2011.

Metro Diego de León, salida a la calle Juan Bravo.

Son las seis de la tarde y camino por los túneles que me llevan a la línea 6. Me sorprende la habilidad de un violinista que improvisa escalas sobre la melodía de Candilejas. No soy un experto del violín, pero sé cuando un músico es capaz de afinar casi perfectamente. Me sorprende tanto que estoy tentado de volver sobre mis pasos para hablar con él y preguntarle cómo puedo localizarle otro día. Seguro que es uno de esos músicos que vienen de algún país Europa del Este. Llega el metro y me subo.

En el vagón, un chaval toca el acordeón. Hay muchos en el metro que tocan el acordeón, pero todavía no he visto ninguno que lo toque bien.

El violinista me ha hecho recordar algunos de estos músicos que animan los túneles de la ciudad para buscarse la vida.

Hace unos días vi a un chaval negro fantástico. Sobre una banda sonora que lleva grabada, canta canciones de Bob Marley. Lo encontré en la estación de Alonso Martínez, en los túneles para hacer el transbordo entre las líneas 5 y 10. Ayer no estaba, pero había uno que hacía percusión con garrafas y bidones de diferentes tamaños.

Recuerdo una señora mayor que se ponía a cantar, micrófono en mano, en la estación de Avenida de América. Jamás pude descifrar el idioma en que cantaba ni la melodía de las canciones. Ni siquiera cantaba bien, pero, cuando estaba, me tenía que parar un rato a escuchar.

El otro día me alegró la mañana un señor mayor que toca la trompeta a ritmo de “swing” y me recordó a otro que siempre lleva puestas unas gafas de sol y que, aunque supongo que tendrá otras canciones en su repertorio, siempre que le he visto está tocando “Billy Jean”, de Michael Jackson. Mientras toca, baila al ritmo de la canción y emite esos grititos que tanto caracterizaban al Rey del Pop.

Los sudamericanos son más de ir en los vagones con sus guitarras, charangos y quenas para tocar uno de esos temas que siempre suenan como “El cóndor pasa” o aquellas canciones de Quilapayún. Si lo que cantan son boleros o “Alfonsina” es que son caribeños.

Creo que la única manera sensata de moverse por Madrid es en Metro. Cada día me sumerjo en las entrañas de la ciudad y dejo que todos estos músicos le pongan banda sonora a mi vida.

Si encontráis un violinista que improvisa escalas sobre Candilejas, avisadme porque me gustaría volver a verle.

@Estivigon

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