Urgencias

 

 

Ayer, miércoles, cuando estábamos a punto de acabar la reunión semanal con el personal de la Biblioteca, una de las chicas de Atención al Cliente, Aïcha, se sintió mal.

 

Al principio no me alarmé y me fui a mi despacho, mientras la atendían.

Aquí es fácil caer enfermo y más con la alimentación que toman y las condiciones del país. Creo que os conté que después de los reconocimientos médicos optativos que le hicimos al personal me pasaron el informe de que tenían 33 enfermedades (las había de diferentes tipos) de un total de 21 personas que se hicieron la revisión, aunque ninguna les incapacitaba para trabajar.

Como hay protección de datos personales no puedo saber cuántos o quiénes acumulan varias enfermedades y si, ¡milagro!, tengo alguno sano del todo.

Ni Asséto, mi mujer y directora de la Biblioteca, ni yo, que acumulamos también lo nuestro estamos incluidos en el informe. No somos el mejor ejemplo, o más bien no desentonamos. Por mi parte hepatitis A y B, diabetes y disfunción eréctil. Esto comprobado, lo del alzehimer es una impresión, pero lo mismo es sólo demencia senil. De las enfermedades de mi mujer no os puedo hablar, que cada uno cuente lo suyo, pero algo mal debe tener en el trigémino para haberse liado conmigo…

 

Sigamos con Aïcha.

Vinieron a buscarme, agitados, al despacho, que Aïcha estaba peor. Me llegué al office, donde come el personal, y allí estaba todo el mundo, Aïcha desvanecida en una silla. Le habían quitado el sujetador y la abanicaban mientras Asséto, de rodillas ante ella, le imponía las manos en la cabeza mientras rezaba-gritaba algún conjuro protestante para ‘expulsar’ la enfermedad.

Aïcha, inmóvil, respiraba apenas y unos lagrimones caían de sus ojos.

Momento pánico decidí que la lleváramos al hospital. El contable se puso a llamar a los bomberos diciendo que el cuartel estaba muy cerca y que no tardarían mucho en venir, pero le dije que ni de coña esperábamos (a saber cuántas horas podían tardar), que la llevábamos en mi furgoneta.

Hay alguna ambulancia, pero son de pago y para trasladar a gente a hospitales a la capital y cosas así, de las urgencias se ocupan los bomberos.

Hay 5 cuarteles de Bomberos en todo Burkina Faso, Ouagadougou, la capital, y las ciudades más importantes: Bobo-Dioulasso, Koudougou, Ouahigouya y Banfora. Y todas las semanas publican en la prensa lo que han hecho, clasificado por cuartel y el tipo de intervención.

Accidentes de circulación siempre se lleva la palma. Evacuaciones sanitarias, como ésta, suele ser 3ª, en el caso de la foto con 43 actuaciones. El fuego queda más abajo, aquí todos esperan más el fuego eterno.

 

 

Anuncio semanal de las intervenciones de Bomberos, después del cuadro viene la relación de fallecimientos en los que han tenido algo que ver…, me refiero a que estaban allí, no a que sean una especie de bomberos Farenheit 451

 

Llegamos enseguida, la ventaja de que haya 5 semáforos en toda la ciudad, y la llevamos al pabellón de Urgencias.

No había ni médico, ni lo llegó a haber en el tiempo que estuvimos, ni enfermero. La pusimos en una especie de catre desvencijado y a esperar. En la sala de escasos 25 m2 había otros 3 pacientes más, pero el más llamativo era una joven a la que sujetaban, como podían, 3 bomberos atacada por violentas convulsiones.

Era un poco acojonante, la verdad, la situación y todos allí metidos como por nuestra casa…

Llega un enfermero, nos da una receta para ir a comprar a la farmacia una aguja, una bolsa de suero y otro medicamento, para poder ‘empezar’ a curar a Aïcha.

Le di el dinero a otro compañero y se fue corriendo hacia la farmacia del Hospital.

Creo haberos contado que, aquí en Burkina Faso, incluso aunque te estés desangrando tienes que traerte tus propias vendas y apósitos o te vas a quedar más seco que si eres el invitado especial a una noche de Valpurgis

O cómo murió un niño que conocía, Etienne, víctima de un simple ataque de asma porque no le compraron un ventolín a tiempo.

 

Vuelve corriendo Aziz de la farmacia y me dice que no le han vendido los productos porque, aunque los tenían, la cajera había salido a comer.

Aziz le insistió que le dejaba el dinero y que luego volvía a por el cambio, que había una persona que podía morir…, pero el encargado le dijo que ‘ese no era su problema’…

 

 

Aïcha esperando que le pongan el suero que hemos ido a comprar

 

 

Cogimos el coche y nos fuimos a la farmacia que estaba de guardia y regresamos corriendo con lo prescrito.

Le pusieron el suero y, poco a poco, fue recuperándose. Sólo fue una bajada fuerte de tensión, parece que es hipotensa y no es la primera vez que le pasa.

 

 

A la entrada de Urgencias se ‘conserva’ el material cogiendo su poquito de polvo…, quizás es el material nuevo (parecía en mejor estado y mucho más moderno que el que estaba dentro) que ha sido donado recientemente pero nadie se habrá tomado la molestia de cambiar las viejas camillas…, ¿para qué? ¿por los enfermos? ¿a quién le importan?

 

 

Hoy, jueves, ya ha venido a trabajar, se encuentra bien.

Me quedé tan indignado de ver en vivo y en directo cómo se puede ser tan insensible al sufrimiento ajeno y más trabajando en un hospital que le dije a Asséto que debíamos poner algún tipo de denuncia…, me dijo que para qué, que no serviría de nada y sólo nos generaría problemas.

He comprado un medidor de tensión y voy a ver si me hago un curso de primeros auxilios…, ¿o serán últimos?

 

 

GALERÍA DE RETRATOS DE JAVIER NAVAS

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