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V Feira Ibérica de Teatro do Fundão y V – Lo que cuenta Marcelo

(Puedes leer todos los episodios aquí.)

(Las fotos con el logo de la Feria Ibérica se han tomado prestadas de las redes de la Feria.)


Ibéria, a louca história de uma península de Peripécia Teatro

Será mejor que ponga un poco de orden aquí, en esta crónica de la V Feira Ibérica de Teatro do Fundão. La verdad es que no fue fácil la feria con tanto murciélago acreditado y otros tantos sin acreditar. Y, por supuesto, tampoco fue fácil gestionar que hubiera una avestruz infiltrada hablando de sus huevos gordos en cuanto te descuidabas y metiéndose a dormir conmigo en las cajas de cereales. Era infinitamente mejor aquella época en que yo iba a las ferias, me colaba sin que se dieran cuenta, y veía todo lo que podía sin llamar la atención. ¡Ferias del mundo, desde aquí hago un llamamiento, os pido, por favor, que NO VOLVÁIS A DAR ACREDITACIÓN A NINGÚN MURCIÉLAGO! Yo mismo, que tenía acreditación, la tiré el segundo día, y preferí colarme sigilosamente.

Sé que Finea estuvo dando la lata a los programadores con una obra que nunca va a terminar de escribir, El murciélago fingido, y en la que se supone que yo soy el protagonista y que tengo más texto que nadie, pero como sé que nunca la va a terminar, no me importa serlo… Sé que Roberta fue contando mentiras por ahí, que si yo tengo una hija nueva que se llama Juanita, que si en la pasada edición de la feria sucedió tal cosa… Es todo mentira, Juanita no se parece a mí en nada; además, para hijos a los que cuidar, ya tengo a Tiago. Sé también que Agapito, ese murciélago que encontró Tiago no sé dónde y se lo llevó al supermercado madrileño donde vivimos, estuvo respondiendo en muy malos términos a todos, acreditados y no acreditados… Y os tengo que pedir perdón por todo esto, ya que soy el culpable de que hayan venido; yo les he había hablado tanto de las ferias que esta vez decidieron venir todos.

La que se portó mucho mejor fue Sabina, la madre de Tiago, que no dio la nota, se limitó a ir a los espectáculos, verlos, opinar y marcharse. Ella es de Fundão. Eso sí, sus primos se portaron como los cafres de otros años. Una noche se llevaron a Tiago a emborracharle y a enseñarle la buena vida, para que se le olvidara eso de ir al teatro cada tarde, así lo dijeron, “que se te olvide eso de ir al teatro cada tarde, primo”; pero no creo que lo consigan, porque se nota que Tiago es hijo mío en lo cabezota que es cuando algo se le pone entre ceja y ceja.

No sé de quién fue la idea de que cada uno hablara de un día de la feria. Pero se dejaron cosas muy graciosas por contar, como los espectadores que tuvieron que salir al escenario, por ejemplo, en la primera función de todas, Clowns de la compañía Lavrar o mar, en que disfrazaron de payasa a una mujer extremeña que resultó ser tan graciosa o incluso más que ellos:


Momento de Clowns de la compañía Lavrar o mar con la «voluntaria» extremeña

Y también los vascos de Orain BI zirko teatro sacaron en Mute a un señor del público para hacer de caballo, como se puede ver en la siguiente foto. Y el sábado por la mañana el clown Thorsten Grütjen le pidió ayuda a los niños en su espectáculo TO+1, y salieron unos cuantos a ayudarle.


«Voluntario» haciendo de caballo con zanahoria en la boca, en Mute de Orain BI zirko teatro

Pero bueno, como dice el refrán humano, “cada uno habla de la feria como le va en ella”, y así ha sido, cada uno ha contado lo que más le ha llamado la atención… O lo que más de cerca ha vivido. El caso es que estas tiparracas, Roberta y su hija Juanita, se quedaron a medias en su crónica del último día, así que terminaré yo de contar la tarde del sábado.

Pues bien, justo en la siesta, Tiago me despertó muy preocupado.

TIAGO.- Papá… Papá… ¡Papá!

MARCELO.- ¿Qué pasa ahora? ¿Por qué no me dejas dormir? Ya que se ha tenido que suspender la función de las 17h., podrías dejarme un poco tranquilo, ¿no?

Un hilo me liga a vos, de la compañía madrileña La Tartana, se había tenido que suspender porque la compañía, por una serie de complicaciones, no había podido llegar a Fundão, y lo que yo pensé que sería una siesta más larga de lo normal, se convirtió en una pesadilla con hijo tirándome de una oreja.  

MARCELO.- ¿Qué pasa, Tiago?

TIAGO.- ¿Verdad que tú me quieres?

MARCELO.- Pues claro, pero no te pongas ñoño, que es la hora de la siesta.

TIAGO.- ¿Y qué pasa con Juanita?

MARCELO.- Bueno, no pasa nada con Juanita, yo hasta que no vea las pruebas de paternidad no quiero saber nada de Juanita.

TIAGO.- Pero, y si te hacen las pruebas de paternidad, y sale que es hija tuya, ¿me vas a dejar de querer?

MARCELO.- No te preocupes por eso, porque los murciélagos no nos hacemos pruebas de paternidad. Esas son solo cosas de humanos. Y, ahora que lo pienso, tienes unas preguntas que ni que fueras humano. ¡Claro que no te voy a dejar de querer! ¡Jamás te voy a dejar de querer!

TIAGO.- Ah, vale. ¡Qué susto!

Me desconcentró tanto que ya no me volví a dormir. En vez de eso, le dejé que me llevara a revolotear por un parque cercano. Me entró la vena paternal, y mira que yo soy muy desprendido. Estuve jugando en unos columpios, bueno, no eran exactamente unos columpios, sino una especie de recorrido entre los árboles, con tirolinas y cosas que no sé ni nombrar y que no había visto en la vida. Nos lo pasamos muy bien. Por lo que se ve, no fuimos los únicos a los que nos dio por ir allí, pues también nos encontramos a una programadora, al joven que solo sabía hablar de Bob Esponja, y a un perro gruñón que también estaba acreditado. Les miramos a los tres, ellos nos miraron también… Pero preferimos no decirnos nada y seguir cada uno a lo nuestro. A ver, no tiene uno por qué saludar a cada acreditado que se encuentre en cada rincón de Fundão, ¡hay momentos en que se necesita un poco de libertad! ¡Que si no, las ferias se convierten en una prisión!

MARCELO.- ¿Ves ese arbol, Tiago?

TIAGO.- Sí.

MARCELO.- Es un roble. ¿Ves que tiene muchas bellotas? Algunas se le caen al suelo y se las comen los pájaros, las ardillas, las ratas… Y otras se quedan en el árbol…

TIAGO.- Sí.

MARCELO.- Pues tú para mí eres como una bellota que se queda en el árbol. Y Juanita es una de esas que se ha caído al suelo y está a punto de que se la lleve una rata para merendar.

TIAGO.- No lo entiendo.

MARCELO.- Tú eres mi hijo, igual que este roble tiene bellotas…

TIAGO.- ¿Y a Juanita se la va a comer una rata?

Se puso a llorar. No me extraña que no entendiera lo que le había dicho y que además se asustara. Utilicé una metáfora de mierda para decirle lo mucho que le quería, y lo poco que me importaba Juanita. Pero bueno. Me metí en un jardín, como se suele decir, y no supe cómo salir. Lo mejor que pude hacer fue decirle que ya iba a empezar la obra de las 18.30h., y nos fuimos volando al Moagem, que iba a ser allí, justo detrás del edificio. Era un espectáculo llamado Brillante droga, del Colectivo Niñas Malditas, que son Clara Fdez. Sánchez (o Clara Apunto deNieve) y Carolina Yuvén. Era una obra que hablaba de la dependencia que tenemos de las tecnologías y del teléfono móvil. Clara subía por el mástil, con el oboe, tocaba arriba del todo, bajaba, se hacía fotos, las colgaba en redes, volvía a subir, se quedaba sin batería en el teléfono y para ella eso era el fin del mundo… Carolina la apoyaba desde la mesa de sonido. En otros espectáculos están las dos en escena, eso dijo alguien. Yo ya lo había visto, me parece que en Ciudad Rodrigo, creo que habían cambiado el final, eso quiere decir que los espectáculos están en constante evolución, eso me gusta.


Brillante droga, del Colectivo Niñas Malditas

Tras esa función fuimos a cenar a la Quinta Pedagógica. Más bien a ver cenar, porque ni yo ni Tiago teníamos hambre. Manoli se había sentado con una programadora. Al otro lado de la programadora estaban Finea, Agapito y Roberta, comiendo los tres del mismo plato. La tenían rodeada. Pero ninguno de estos tres abrió la boca, porque la conversación entre Manoli y la programadora fue de lo más interesante.

MANOLI.- ¿Y tú qué programas?

PROGRAMADORA.- Pues de todo un poco, tenemos un ciclo de títeres, un festival de teatro de calle, y luego en la sala grande teatro de texto y danza, durante todo el año, y a veces circo…

MANOLI.- ¿Tú le ves algo de futuro al teatro o a las artes escénicas en general?

PROGRAMADORA.- ¿Yo? Bueno, creo que hay mucha oferta y poca demanda, y además…

MANOLI.- Es que yo estoy planteándome irme a Madrid a triunfar en el teatro.

PROGRAMADORA.- Pero eres un avestruz.

MANOLI.- ¡Obvio!

PROGRAMADORA.- Pues eso.

MANOLI.- ¡Ya sé que soy un avestruz! ¡Y tú eres una humana, y no te lo va diciendo la gente por ahí! ¿Verdad?

PROGRAMADORA.- No conozco a nadie que quiera un avestruz en su reparto.

MANOLI.- Eso es porque aún no me conocen. Cuando sepan que existo…

PROGRAMADORA.- No es por quitarte la ilusión, pero… Creo que estarías mejor en un circo…

MANOLI.- Yo querría ser acróbata y tocar el oboe arriba del mástil, como la de las Niñas Malditas, pero no sé tocar el oboe, y si supiera, tampoco podría tocarlo, porque no tengo brazos, solo alas y patas.

PROGRAMADORA.- Yo me refiero a otro tipo de circos… En el siglo XIX, por ejemplo, en las ferias y los circos, la gente hacía cola para ver a la mujer barbuda, al ternero de dos cabezas…

MANOLI.- No entiendo…

PROGRAMADORA.- En el siglo XIX habría colas para ver a alguien como tú. “¡El único avestruz del mundo que habla! ¡Pasen y vean!”

MANOLI.- ¡Eres una panoli que no entiendes nada! ¡Todos los avestruces hablamos!

PROGRAMADORA.- Ah, debe ser que nunca se había sentado un avestruz a cenar a mi lado y a darme conversación.

MANOLI.- ¡Pues no me extraña, porque eres una rancia!

PROGRAMADORA.- ¿Perdona? ¿Pero esto va en serio?

MANOLI.- ¿Y tu no me querrías dar a mí una oportunidad en tu teatro? Te puedo hacer monólogos cómicos, dramáticos, puedo moderar coloquios…

PROGRAMADORA.- Yo no contrato avestruces.

MANOLI.- ¡Pues tengo unos huevos gordos que no veas!

PROGRAMADORA.- ¡Me importan una mierda tus huevos!

Sin duda ya sabréis que cuando a Manoli le tocan los huevos…  Así que, enfadada como estaba, le echó una copa de vino por la cabeza a la programadora. Los de la mesa de enfrente lo encontraron gracioso, y echaron una copa de vino por la cabeza al de al lado. Poco después todos estaban echándose copas de vino por la cabeza. Un auténtico horror. Yo cogí a Tiago y para que no fuera testigo de aquella orgía de vino me lo llevé volando al Octógono a esperar que abrieran las puertas y ver a Peripécia Teatro, que es una compañía del norte de Portugal que hace espectáculos muy divertidos. Como han cumplido veinte años, han retomado el primer espectáculo que hicieron, Ibéria, a louca história de uma península. Esta compañía, según su web, durante veinte años ha desarrollado un lenguaje propio basado en las capacidades de los cuerpos y voces de sus intérpretes, y se han dedicado a la comedia sin importarles lo políticamente correcto, metiendo el dedo en la llaga, a pesar de que saben que es necesario curarla.


Ibéria, a louca história de uma península de Peripécia Teatro

Durante trece años esta obra había girado por muchos lugares de Portugal, Brasil y España, y por eso decidieron celebrar el veinte aniversario de la compañía recuperándola. En ella, nos cuentan las historias que durante los últimos 1000 años unen o separan a los dos países de la Península Ibérica, Portugal y España, desde las primeras luchas de reyes antiguos hasta los pastores a los que se le aparece la Virgen de Fátima, que es una historia que luego, años más tarde, desarrollarían en otro espectáculo llamado 13. En escena estaban Ángel Fragua, Noelia Domínguez y Sérgio Agostinho, junto a Bruno Mazeda con la música y los efectos sonoros en directo. Erea una creación de ellos cuatro junto a José Carlos Garcia, director de otros de sus espectáculos y de varios de los de Chapitô.

Llegaron todos de la Quinta Pedagógica, y entramos. Muchos olían a vino, claro, porque se lo habían echado por encima… El avestruz se sentó en primera fila, las espectadoras protestaron, había mucha gente de Fundão porque es una compañía conocida y todos querían reír con lo que Peripécia proponía. Lo pasamos muy bien, fue muy buen cierre de la feria.

Después había que ir al Club de Fútbol a esperar que llegara el momento de los premios. El jurado secretísimo que se había estado reuniendo de forma secreta durante la feria estaba deliberando secretamente, y cuando hubiera terminado vendría a anunciar el espectáculo ganador. También se sabría el premio del público, que para eso servía votar en las papeletas a la salida de las funciones. Nos entretuvimos por allí, yo tratando de que Tiago no bebiera muchos restos de cerveza y cosas peores, y Tiago bebiendo todo lo que podía… Es joven… Hay veces que son indomables. Además, traté de separarle de Juanita, pero no hubo forma. Creo que después de contarle lo de las bellotas y después de pensar él si se la iba a comer una rata, le dio tanta pena Juanita, que ahora son los mejores amigos; solo espero que no le dé por traerla al supermercado madrileño, porque es que allí ya no cabemos más.


Jurado de los premios

Y llegó el momento de los premios. El jurado, que estaba constituido por Tiago Poiares, Miguel Cardoso, Beatriz Ortiz, Montserrat Muñoz y Eduardo Velasquez, había decidido que el Premio del Jurado era para Pasos largos de la compañía Coriolis, y también una mención de honor para Mute de Orain BI zirko teatro. Y el Premio del Público fue para Ibéria, a louca história de uma península de Peripécia Teatro. Estos últimos sí que estaban aún en la feria y salieron a hablar al micrófono, pues estaban muy contentos.


Noelia Domínguez de Peripécia Teatro agradeciendo micrófono en mano el Premio del Público

Y después de aquello no recuerdo mucho más, porque los primos de Sabina vinieron a hacerme probar no sé qué cosa nueva… Creo que el joven de Bob Esponja, tras los premios, apareció con una guitarra (que a saber de dónde la sacó) y comenzó a cantar canciones sobre los microplásticos, y otras que había compuesto él. Resultó ser un joven polivalente. Yo aprendí mucho de los microplásticos en aquella feria, y también de otras muchas cosas, y me maravillé con el circo, y lloré y me emocioné con mi hijo Tiago, y descubrí la motivación y la ilusión de los equipos jóvenes, y comprendí que la gente del teatro es una gente loca y visionaria que sigue intentando crear y conmover a pesar de la situación política, a pesar de la poca ayuda económica y a pesar de la lluvia (esto de la lluvia era una metáfora, a ver si me ha salido bien)…

La gente empezó a irse poco a poco, pues todos los que no vivían allí madrugaban al día siguiente. Hacía frío, pero no como los días anteriores. Unos estaban en el patio, otros dentro bailoteando. Manoli, como era la última noche de la feria, lo dio todo, e hizo muy buenas migas con Noelia Domínguez de Peripécia Teatro, bailaron mucho rato ambas; una pena no tener ninguna foto de las dos. Se llevaron tan bien que Manoli prometió incluso ir a visitar a Noelia en verano. Creo que Manoli, que nunca había salido de la Quinta Pedagógica, desde esa feria iba a comenzar a conocer mundo.

Yo, a las tantas de la mañana, creo, y muy perjudicado, salí de allí, arrastrando a Tiago. “Hasta el año que viene”, pensé, “¡hasta el año que viene, Féria Ibérica!”

Marcelo, murciélago manchego y ya casi madrileño,
y ya casi fundanense

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