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Mientras tantoVamos amarraditos los dos

Vamos amarraditos los dos


 

El señor guau insiste en no respetar mi baja de maternidad. El otro día, en Madferia, encuentro de programadores que se celebra en Matadero –todo muy coherente, feria, Matadero, etcétera me pidió que dedicara unas letras a este Gallinero por el que hace tiempo que no me dejo caer. Es cierto, últimamente no he sido una gallina de esta comunidad; me he comportado más bien como una zorra que merodea desde lejos, pero sabe que en estos cestos aguardan buenos huevos y que algún día irrumpirá de nuevo y se hará un tocado de plumas a modo de trofeo. Dejo de divagar, voy a hacer los deberes que es lo que el señor guau me ha exigido. Me pide que cuente  cómo lo pasamos aquel día en que vimos en la nave 16 de Matadero el espectáculo Vincles, de la compañía mallorquina Circ Bover.

 

Circ Bover

 

Me congratuló ver al señor Pérez-Acebrón, director artístico de Madferia, tan alegre y fresco como siempre. “Tú deberías estar ahora con una crisis de ansiedad, como todo responsable de producción/programación que coordina un evento de esta magnitud”, le dije. Pero nada; el señor Pérez-Acebrón estaba muy tranquilo, la cosa avanzaba, los perros ladrábamos. Saludé a unos conocidillos, me senté en mi asiento y vi la función. A la salida me encontré a mi querido señor guau, a Vera Yobardé y a la señorita Turuleta. Fue un alivio compartir malicias y chascarrillos con ellos, mis compañeros. Estaba fundida en los brazos del señor guau cuando se nos acercó un tipo y me dijo “¿Es tu marido?”. Contesté que no, que era mi amigo; me hizo gracia imaginarme como doña Niquita de guau. La reunión se disolvió rápido; el señor guau tenía que ladrar en otro teatro esa misma tarde, y Yobardé y Turuleta asistirían como público. Cogí mi mochila de Madferia, llena de mapas de Matadero y fotocopias, y volví a casa, a mi cubil de raposa.

 

Folguera


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