Para vender salud hay que promocionarla, publicitarla. Nadie pretende vender manzanas amenazándonos con las consecuencias funestas de no comprarlas. Pero los Ministerios de Salud del mundo se empeñan en promocionar la salud recordándonos las malas consecuencias de nuestros hábitos inmoderados.
Sólo una parte, aunque muy importante, de la salud (o enfermedad) que poseemos se debe a nuestros hábitos. Modificar nuestra conducta para generar salud es un objetivo crucial en salud pública.
El error surge cuando queremos cambiar la actitud y los comportamientos a base de amenazas y de miedo. Los grandes publicistas recurren al humor, a las insinuaciones sexuales, al lujo, la belleza y otra multitud de ganchos publicitarios, pero jamás, han oído bien, jamás recurren al miedo para promocionar un nuevo artículo.
Todos los publicistas saben que sin publicidad nada se puede vender hoy en día, y que con publicidad, la venta tampoco está asegurada, pero existe una alta probabilidad de que a más inversión publicitaria mayores ventas.
Las espantosas imágenes impresas en las cajetillas de tabaco no tendrán efecto promotor de la salud. Sí lo tendría, por ejemplo, una bellísima actriz diciendo algo así como “me gustan los hombres que no fuman”, una y otra vez, en el horario de prime time de todas las cadenas de TV.