Los sábados busco lugares abandonados y sé el porqué.
Entro, trepo y camino. Oigo a lo lejos. Dejo la bicicleta entre dos encinas. Aves migrantes vuelan contra el cielo. Yo veo un zorro cruzar y reconocerme. Piedras enormes, polvo de rocas, pasarelas detenidas, un abrigo hecho jirones de lluvia. Máquinas quietas, ruedas todavía en pie y en equilibrio sobre la tierra. Subo a lo alto y saco de la mochila el dulce de dátiles con nueces envuelto en papel, bebo agua y creo una fuente.
Parece otro lugar si miro así…
Creo que todavía estoy aquí…
¿Algo más?
Nada más.
El próximo día seremos más.
Seremos más y podremos traducir las pintadas en rojo y negro, descubiertas en el viaje a la cantera un sábado
Solos