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Mientras tantoViaje al fondo de la noche televisiva

Viaje al fondo de la noche televisiva


El arte del plagio parece ser la fórmula creativa favorita de los ejecutivos del plasma ibérico. La contraprogramación es un virus artificial, creado en los despachos de los teleejecutivos, que sólo termina perjudicando al público. Aunque esta enfermedad contamina todos las franjas horarias de la parrilla, suele detectarse más fácilmente en la noche: territorio de máxima audiencia.

 

LUNES
Televisivamente hablando, los lunes toca viajar por la noche. Madrileños por el mundo -emitida por TeleMadrid- resulta la oferta más apetecible. Penetrar en los rincones más exóticos y curiosos del planeta, sin levantarse del sofá de casa, produce saludables efectos de evasión, en una audiencia machacada por el espíritu del lunes.
Esta fórmula de viaje televisivo, teniendo como guías a compatriotas residentes en el extranjero, resulta todo un acierto, porque no sólo se conoce lo pintoresco y turístico, sino que además se recibe la visión particular de alguien que vive en esa ciudad, incluido su propio hogar.

 

El tan económico como efectivo formato del programa, permite a los programadores resolver la parrilla nocturna de los lunes, emitiendo dos viajes por noche. Lo cual se convierte en el principal problema del formato. Si por una parte ahorra esfuerzos de viajero al telespectador, la selección de los dos países visitados suele ser tan antagónica, que termina produciendo el peor efecto posible de los viajes: un jet-lag impresionante, sin haberte movido de casa.

 

El canal Cuatro ha reciclado su formato Callejeros (una suerte de “Aleluyas del pobreterío nacional”) a Callejeros viajeros. El plagio ya lo había consumado anteriormente la Primera, haciendo suya la fórmula con Españoles por el mundo (que se emite los martes). La ridiculez de esta contraprogramación ha llegado a ponerse en evidencia algunas noches, en las que no sólo ha coincidido el día y horario de emisión, sino hasta las mismas ciudades visitadas.

 

MARTES
Los martes, el protagonista de la audiencia nocturna viene resultando Gran Hermano en Tele5. La estrella más brillante de la telerrealidad (que acaba de obtener el TP de Oro al mejor reality show del año) tiene razones sobradas para su fama.
Si la impecable estructura de la gala semanal de GH se sostiene en un entramado de aciertos de guión y de montaje videográfico, organizados por bloques temáticos; hay que reconocer que el éxito de esta emisión se sostiene en la gran capacidad de comunicación de su presentadora.

 

Mercedes Milá no es sólo una reputada profesional de la televisión, sino que en este programa se transforma en una suerte de brillante Jefa de Pista circense (ataviada siempre para la ocasión), dispuesta a darlo todo por el espectáculo. La convicción -aparentemente profunda- de la Milá en lo que hace, y su constante apasionamiento, convierten el programa en una buena cena televisiva, estimulante, energética y sobre todo divertida. Rodeada de jóvenes concursantes, la Milá deviene la profesora más “enrollada” de la tele, de la que sus alumnos no se pierden ninguna clase.

 

MIÉRCOLES
Los miércoles son noche de tránsito. La oferta de las cadenas resulta tan variada como poco destacable.

 

Tele5 ha comprado el formato Mira quien baila (de gran éxito en la Primera, en temporadas anteriores) aprovechándolo para promocionar a estrellas de la casa, a la par que seguir cosechando suculentas dosis de audiencia. Contemplar a famosos que están en el cenit de su “candelabro”, haciendo piruetas o el ridículo en una pista de baile, suministra al espectador ciertas dosis de sadismo, que siempre son bienvenidas por la audiencia. Aunque el programa posea una dinámica de concurso, con fases eliminatorias, y ganadores por noche, prima el espectáculo. Todos, incluidos los miembros del jurado suelen ser famosos del entretenimiento.

 

Para equilibrar tanta exhibición mundana en tiempos difíciles como éstos, en Mira quien… el premio va destinado semanalmente a una ONG, a la que el concursante representa, y que se publicita gratuitamente cada noche. El altruismo en prime time reporta más dividendos. No sólo se “sale en la foto”, sino que además se retransmite a millones de hogares al mismo tiempo.

 

Hay que reconocer el gran esfuerzo de producción de este tipo programas, que tanto agradece el público. Un variado elenco de bailarines, músicos, cantantes, jurado, además de presentadora y concursantes, ofrecen un espectáculo vistoso, casi más propio del espíritu de la noche del sábado de antaño, que de cenicientas noches rutinarias intersemanales.

 

JUEVES
La noche de los jueves es buena para las series nacionales. Águila roja se enseñorea en la noche -en su segunda temporada- batiendo record de audiencia. La serie responde a una pregunta tan improbable como anacrónica:

 

      – ¿Qué sucedería si se introdujera a un guerrero Ninja en la corte del Madrid de los Austrias?

 

El equipo creativo encabezado por Daniel Écija ha demostrado con El Internado (que acaba de concluir su 6ª temporada de emisión en Antena-3) y ahora con Águila roja (para la Primera), que las series televisivas no sólo deben competir entre ellas, o con los llamados telefilmes norteamericanos, sino directamente con la misma industria cinematográfica. Aunque para ello, tengan que vampirizar al mismísimo séptimo arte.

 

Partiendo del terreno labrado por la potentísima promoción de la película Alatriste, (una superproducción plagada de estrellas, que intentaba demostrar la factibilidad de hacer arte y negocio con nuestra Historia,) el Águila roja  madrileña comenzó a volar por sí misma humildemente, en las pantallas televisivas, con un elenco prácticamente desconocido.

 

Tigre y Dragón, El perfume, Superman, El Rey pasmado, Robin Hood, El nombre de la rosa, entre muchas otras, han sido las canteras donde se han alimentado los guionistas y directores de la serie, organizados en equipos, para ir afrontando independientemente la preparación y grabación de cada capítulo.
El eclecticismo deslumbrante y desacomplejado que rebosan las entregas de Águila roja, es una de las razones por las que esta serie se lleva de calle a las audiencias, como si de un flautista de Hamelín se tratase.
La música de Daniel de la Hera, armoniza sonoramente con gran brillantez y cromatismo, las inquietantes atmósferas por las que tan eficazmente transita esta serie.

 

Otro de sus grandes aciertos resulta el reparto. Los rostros nuevos e interesantes, multiplicados por la fuerza de la pequeña pantalla, despiertan un gran interés en el público, siempre ávido de adorar y devorar nuevos ídolos. En televisión, una actriz o un actor comunican básicamente con la mirada, más que con el gesto, o la palabra. El equipo de selección de Luis San Narciso, sabe mucho de esto. Ponen en práctica el arte del casting en cada serie en la que intervienen.

 

Águila roja, que emite La primera, no debe entenderse como un plagio de El Internado de Antena 3. Son series hermanas, sin resultar bastarda ninguna de ellas. Hay que entenderlas como frutos de un concepto civilizado de contraprogramación, trabajando los mismos equipos creativos (Globomedia) para Canales diferentes, pero con el mismo rigor creativo en ambos casos. Tele5 ya se ha apuntado a la tendencia de las series históricas con toques de misterio, encargando a Juan Carlos Cueto, (productor y guionista de las series que antes comentamos) Tierra de lobos, un relato ambientado en la España del Siglo XVIII, que espera cosechar, a partir del próximo otoño, el mismo éxito que sus hermanas mayores televisivas.

 

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Sin tener tantas expectativas artísticas, la serie Acusados de Tele 5, está realizada con gran solvencia y una incuestionable buena factura escénica. Los entresijos del mundo judicial son desarrollados desde un juzgado, que regenta una dudosa y maquiavélica jueza. Competir con tantas series policíacas a sus espaldas, y no perder la personalidad propia no es tarea fácil. Acusados tiene un aroma particular, a pesar de las numerosas situaciones dramáticas previsibles que viven los agentes de la ley en estas circunstancias.

 

Este toque personal no sólo radica en la calidad interpretativa del elenco, ni en el aceptable nivel de los diálogos, ni en la  refrescante presencia de algunos astros juveniles, que brillan con radiante luz propia en la pequeña pantalla. Acusados es una serie con un ritmo preciso y cortante, que se mantiene a una cierta distancia de los conflictos que viven sus protagonistas, algo que no suele ocurrir en este tipo de género chico del thriller, que son en sí mismas todas las series de tema policiaco.

 

VIERNES
En la noche de los viernes se libra el partido de ping pong más improbable de la historia televisiva. El clásico de la televisión rosa Dónde estás corazón (ahora sincopado en DEC, un insulso acróstico) compite con el advenedizo Sálvame de luxe, que tras haber cuajado en las tardes de Tele 5, probó a ocupar la noche de los viernes, (tras el fulgurante paso por la misma franja, de La Tribu, un intento fallido de Javier Sardá por recuperar el trono perdido con Crónicas marcianas😉 para hacerle la competencia a DEC en Antena-3.

 

Los límites de la rivalidad entre ambos programas están llegando a  hacer coincidir en la escaleta, los mismos temas, pero con invitados diferentes. Como la televisión rosa es un género muy trillado por los analistas catódicos, pasaremos discretamente sobre estos buques amarillos de la noche del viernes.

 

Sólo añadir el antagonismo existente entre los prototipos de sus presentadores. Jaime Cantizano, presentador de DEC, responde al esquema de joven deseado por todos y todas las audiencias; por el contrario, Jorge Javier Vázquez, encarna al presentador más vilipendiado y cuestionado, más que por su famosa mala uva, por su veloz inteligencia.

 

SÁBADO
En la noche de los sábados, nuevamente Tele5 toma la batuta, apostando por un magazín de buena conciencia, donde no se respira un espíritu tan radicalmente rosa y canalla, como los programas citados del viernes.
La Noria responde a un formato de programa de entrevistas colectivas a personajes más o menos distinguidos de la vida pública, combinadas con debates políticos o sociales de plena actualidad. Por La Noria transitan numerosos periodistas y algunos políticos, así como numerosos miembros del medio televisivo. Lo variopinto de sus colaboradores y el correcto combinado de sus contenidos, resultan las claves de su éxito; junto con el carisma de su presentador, el entrañable y siempre elegante Jordi González, que prácticamente ha perdido su apellido, para ser solamente Jordi; todo un síntoma de popularidad y reconocimiento artístico.

 

DOMINGO
Por estas fechas, la noche de los domingos resulta la más estimulante de toda la semana.
Perdidos en la Tribu (Cuatro), G.H. El debate (T-5) y Cuarto milenio (Cuatro) son las estrellas de  la dominical parrilla. Por su parte, A-3 se ha sumado en las dos últimas semanas a la carrera de la contraprogramación, emitiendo una de sus mejores apuestas de Docudrama, (un género en el que A-3 ha sido pionero y líder del género), La piel azul, protagonizada por 7 pijos actuales, que pasan –por causa de un estúpido accidente- la mayor parte del tiempo de su crucero de 4 días en yate propio, a punto de la desesperación y la muerte dentro del agua. Su originalidad temática innegable (basada en un hecho real); el acierto en la selección del juvenil reparto (sobre todo el masculino); y una atmósfera pesada, a veces onírica, terrorífica o voluptuosa, otorgan calidad al producto televisivo.

 

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Perdidos en la tribu significa un paso adelante en la telerrealidad, cuando se sospechaba que tras G.H. ya todo estaba descubierto para los realitys. La convivencia televisada de unas familias españolas injertadas en tribus indígenas de África y Oceanía, producen no sólo un curioso documento antropológico, si no un enfrentamiento de culturas, en el que los concursantes españoles llevan siempre las de perder; lo que a su vez dota al programa de un humor intrínseco, grato para el público.

El premio del concurso (que no es competitivo) se entrega finalmente a las familias que hayan sido capaces de adaptarse y convertirse temporalmente en miembros de la tribu, habiendo sido aceptados por los indígenas, quienes se convierten así en el verdadero jurado del concurso.
Los conflictos de adaptación de los nuestros a las costumbres –sobre todo alimenticias- de los pueblos tribales; así como la diferenciación social extrema entre sexos, dan pie a numerosas situaciones de interés tan cómico como dramático, y por tanto de entretenimiento festivo.
El momento más esperado de todo el concurso se produce al asistir al trauma de la desnudez parcial pública (o púbica) a la hora de tener que vestirse los concursantes españoles, exclusivamente con las ropas propias de los indígenas.

 

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Gran hermano. El debate goza del mismo patrón de salud que todos los programas que segrega el famoso concurso: sus artífices trabajan encantados por la causa. Capitaneados en hora intempestiva de emisión, por el siempre bienvenido Jordi González, los concursantes del programa tonifican a la lánguida audiencia con sus discusiones, peleas y reconciliaciones; todo un sano ejercicio lúdico para despedir la semana. La energía, que a la par genera el público presente en el plató con sus sonoras reacciones, hace que G.H. El debate sea un programa apetecible, no sólo para la noche del domingo, sino para la de su repetición en TDT otra noche de la semana; lo cual viene a ser una «prueba del algodón» para medir el interés y la audiencia que provocan ciertos programas.

 

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Cuarto milenio, dirigido y presentado con garra y acierto por Iker Jiménez, viene a continuar ese género clásico de misterios sin resolver, que tanto cultivó en los comienzos de la televisión Narciso Ibáñez Serrador (Historias para no dormir), o el profesor Luis Miravitlles (Misterios al descubierto); y que terminó institucionalizando el enigmático Doctor Jiménez del Oso, con sus programas Más allá, o La puerta del misterio, emitidos entre los 70 y 80 del pasado siglo.
Por otra parte, Cuarto milenio (que es el único programa superviviente de la parrilla original de Cuatro, salvo los informativos) es una prueba de cómo un formato radiofónico puede reciclarse felizmente en televisivo.

 

El gran plató de Cuarto milenio, tenebroso y escenográfico, se halla repleto de signos, de iconos, de reconstrucciones, que favorecen el tono misterioso del programa, trasladando todo un repertorio de imágenes sugestivas al cerebro del espectador somnoliento en la oscuridad doméstica de la madrugada.
El hambre de fantasía y leyenda que parece necesitar el ser humano para reconciliarse con sus pesadillas, resulta común a todos los tiempos. Cuarto milenio los sigue sirviendo al público, como si estuvieran recién inventados o descubiertos.
Una vez más, el apasionamiento de los colaboradores -a la par que su rigor científico o periodístico- resultan en gran parte, los responsables de su continuidad en antena.

 

Cuarto Milenio suministra a los ciudadanos de la era de Internet, a través de noticias y dramatizaciones, los mismos terrores milenarios que sufrieron sus antepasados: fantasmas, casas malditas, sicópatas y asesinos, espectrales damas de blanco, naves alienígenas, muchachas de la curva, monumentos históricos indescifrables, brujas, espiritistas, o sicofonías animadas de ayer y hoy, forman parte del discurso de este programa, tan imprescindible para la audiencia contemporánea, como para la de siempre.

 

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