Artículo escrito por Adrian Espallargas
La oposición venezolana ganó las elecciones parlamentarias que se celebraron el domingo 6 de diciembre al obtener dos tercios de la Asamblea Nacional, un resultado que ha supuesto una dura derrota para el chavismo que gobierna el país desde hace 16 años.
Tras la elección de Macri como presidente de Argentina hace unas semanas, Venezuela es el segundo país de América Latina que asesta un golpe al gobierno de izquierda que durante años ha gobernado. Soplan vientos de cambio en América y aunque por ahora en Venezuela el capitán del barco seguirá siendo el presidente Maduro, tendrá que navegar con una tripulación hostil.
¿Cuál ha sido el resultado y por qué es importante?
La Mesa de la Unidad Democrática (MUD), una coalición de partidos políticos de distinta índole, consiguió 112 diputados de 167, mientras que el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), el de Chávez, se hundió hasta los 55 diputados.
El candidato de la MUD, Jesús Torrealba, derrotó en las elecciones al poderoso Diosdado Cabello, militar y hombre fuerte del chavismo, y a Maduro, que aunque no se presentaba queda bastante tocado.
De esta manera, la oposición gobernará el órgano que ejerce el poder legislativo federal en Venezuela, país con un sistema unicameral, por lo que al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) le será más difícil hacer y deshacer como ha ocurrido durante la última década.
Ahora el presidente se tendrá que enfrentar parlamento que le obligará a rendir cuentas y no a aprobar leyes por decreto como venía haciendo. Los presupuestos serán estudiados por la oposición y tendrá que rendir cuentas ante la Asamblea.
Hasta podría haber un cambio constitucional, ya que con 2/3 de la cámara se puede convocar una asamblea constituyente.
Además, es posible que se liberen a algunos de los presos políticos del chavismo como Leopoldo López, el prisionero de oposición al régimen más conocido.
¿Por qué ha ganado la oposición?
Tras más de 15 años de gobierno de Chávez y ahora Maduro, el modelo político y social del chavismo deja signos de agotamiento. Venezuela está más pobre, más desunida, más autoritaria y más desprestigiada internacionalmente que cuando llegaron al poder.
La situación económica que atraviesa el país ha supuesto un duro golpe para la Revolución Bolivariana. Venezuela depende mucho del petróleo, por lo que la caída del precio del crudo ha disminuido los ingresos del Estado, que gasta mucho en programas sociales, y ha afectado notablemente a los ciudadanos.
Todos hemos visto las imágenes de los supermercados desabastecidos y las colas interminables para comprar papel higiénico. Gran parte de la sociedad está cansada y quiere un cambio –la participación fue superior al 70 %.
Pero en el frente económico, la situación no es nada halagüeña. El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que esté año la inflación en el país supere el 150 % -el gobierno de Maduro no ha dado datos en todo el año-, mientras que por su parte el PIB se espera que caiga un 10 % en 2015 y el bolívar esta por los suelos.
Por otro lado, Maduro no engancha tanto a los venezolanos como su predecesor. Chávez murió hace casi tres años y Maduro no tiene ni el carisma, ni la educación, ni la conexión con las fuerzas armadas que tenía su predecesor.
En la calle, la popularidad del presidente está a niveles bajísimos y dentro del partido hay familias internas que luchan por el poder, lo que contrasta con la unidad durante el mandato de Chávez.
Las siguientes elecciones serán las presidenciales que tendrán lugar en abril de 2019. Hasta entonces, Venezuela estará gobernada por dos bandos: la oposición en el parlamento y los chavistas en la presidencia.