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Viraje


 

La conversación fue más o menos como sigue:

 

—Voy a darle una vuelta a mi blog. Estoy cansado de escribir siempre sobre lo mismo.

—Explícate.

—Que estoy cansado de escribir de periodismo. No hay cosa que me dé más rabia que los gurús que siempre hablan de periodismo y voy yo y hago lo mismo. Intento decir las cosas de distinta manera, pero siempre caigo en lo mismo. Me repito.

—…

—No sé. Empecé el blog queriendo proponer crónicas interesantes y pronto caí en la crítica. He escrito sobre algunos intocables del periodismo, sobre la precariedad, sobre el yugo de internet… Ya está, no quiero seguir hablando de esto. Que lo hagan los gurús.

—¿Y qué vas a hacer ahora?

—No lo sé. Algo distinto.

—A mí me gustó un post en el que escribías de un paseo tuyo o algo parecido…

—¿Sí? ¿Te refieres al primer post?

 

Casi un año y medio después de artículos que yo valoré interesantes solo consigo que mi fiel lectora tenga buen recuerdo del primero.

 

¿Y ahora qué?

 

Si opino de lo que me venga en gana, me pareceré a esos tertulianos/columnistas/blogueros que todo lo saben y que tan poco me gustan. Yo sé muy poco y mi opinión a veces no me resulta de interés ni a mí mismo.

 

Me propongo hacer como Elvira Lindo y no sentar cátedra, aunque llamaré modernito insustancial a quien se lo merezca.

 

¿Y sobre qué?

 

¿Política? Me da pereza. ¿Cultura? No llevo gafas de pasta. ¿Deportes? Si cada vez me interesan menos. ¿Periodismo? No pienso volver a picar. ¿Internet? Cuando se pase la moda. ¿Obama, entonces? Ya no estoy enamorado. ¿Y bien? A saber.

 

Creo que este blog se puede leer seguido. Que, con alguna excepción, tiene una estructura lineal. Esto es, que he ido recogiendo y ampliando ideas expresadas en artículos anteriores. Adaptándolas a una forma de ver las cosas distinta. Incluso fui reconociendo que me iba quedando sin ideas. Que me empezaba a repetir y no quería hacerlo. Que sin quererlo me repetía; que sin querer ser pesimista, lo era; que daba lecciones sin querer hacerlo aun sabiendo que lo hacía. Hasta que en una cena alguien recordó aquella anécdota en la que un visionario decía estar deseando que internet pasara de moda. La hice mía y me convencí de que tenía que darle un giro a esta aldea digital.

 

¿Hacia dónde?

 

Hacia posts más interesantes que este, desde luego, pero escribo desde la línea de salida sin saber si correr los cien metros o la media maratón. Todo lo que venga será inesperado, quizá desatinado: avisado quedas.

 

Otra conversación fue más o menos como sigue:

 

—A ver si terminas los exámenes y vuelves al blog. Necesito mi chute semanal de aldea.

—Volveré, pero será distinto.

—¿Por qué?

—Porque estoy cansado de repetirme y llorar por las esquinas.

—Pero no te repites. Y también hablas de cosas positivas.

—No… No me convences. No quiero convertirme en una caricatura de mí mismo.

—…

—Volveré, pero será distinto.

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