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Welcome to Comala

 

Acapulco (Guerrero) es la metáfora de México: primero como paraíso del Sur para millonarios y actores ociosos, lugar para observar los cuerpos Danone de los clavadistas exhibicionistas, casino flotante al borde del Pacífico; después, lugar peligroso sin leyes ni treguas, territorio de narcos del que huyen los turistas extranjeros para dejar espacio a la clase media golpeada del país; ahora centro de atención por ser la zona cero mediática del desastre causado por Emmanuel e Ingrid, que ya se sabe que precisamos humanizar las iras de la naturaleza para mirarlas a los ojos.

 

Pero como buena metáfora, contiene la ecuación de exclusión e invisibilidad que aqueja a la mayoría del país. Acapulco no ha sido el único sitio afectado por las lluvias, los vientos, las inundaciones. De hecho, era el lugar más robusto para aguantar la arremetida natural. El Estado de Guerrero, la segunda entidad federativa más pobre de México después de Chiapas, está anegado, clamando ayuda a un Gobierno sordo, inútil y clasista y oculto al mundo porque las cámaras sólo han sabido llegar hasta la playa de moda en los años cincuenta del pasado siglo…

 

Hay comunidades enteras desaparecidas, otras desplazadas en busca de algo que comer, de agua potable, de cobijo… Ni México ni el resto del mundo parece verlo. Quizá sea porque antes de los huracanes ya no existían. Como un Comala real, estos seres están muertos aunque hablen, aunque sufran , aunque luchen. Están muertos porque la brutal matriz de exclusión del México que sí importa los hace innecesarios, desechos humanos que o malviven en sus perdidos pueblos o se mueren cuando el agua saca a la superficie sus miserias. Pinche vida esta, pinche Acapulco que no tiene la culpa de nada de esto que cuento, pinche locura de planeta con vagones de primera para los menos y pateras de tercera para los nadie. Pinche comentario para seguir nadando en aguas tan inmundas.

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