SE LLAMA POESÍA
Homenaje a Aldo Pellegrini
Se llama poesía todo aquello que cierra la puerta a los imbéciles, sí.
Todo aquello que abre, en cambio,
la visión y el secreto del mundo a los inocentes,
a aquellos que lo apuestan todo a nada,
los que no guardan, no se cuidan, no acechan,
no calculan y sin embargo están siempre a punto de encontrar
como por casualidad incluso el amor, la muerte, la vida misma.
Se llama poesía todo aquello que tira los pies
tras lo imposible. Lo que revela el otro lado de las cosas,
lo que canta al final del desastre sin motivo alguno.
Lo que te avienta inclemente fuera de tu ser
o invade en silencio – marea extraña –
el interior hasta ahogarte los ojos.
Se llama poesía todo aquello que estalla de golpe en la palabra,
sin aviso y sin lógica. Lo que no puede explicarse
propiamente a los listos, a los que siempre tienen la razón.
Se llama poesía todo aquello que vuelve luego del exilio,
la derrota, los miedos. La luz que un día retorna a los cuartos cerrados
de la vieja memoria; la antigua, recuperada simplicidad de los días.
El viento que reaviva una llama en la noche. Lo que nos sobrevive,
lo que siempre nos queda más acá de la herida, la pérdida más honda,
CASI UNA EPIFANÍA
Más acá del miedo:
la frescura, el brillo de la vida alrededor.
Invitación o tentación repentina
abierta en lo hondo.
Urgencia definitiva de entender
como un triunfo
la inmediatez del cuerpo,
los sentidos,
cuando lo irremediable continúa
y cualesquiera de los rostros cayendo
allá al fondo
-también es el nuestro.
PAÍS DE SILENCIO
Alguien se atreve a preguntar por el que no ha vuelto.
Y las sombras le contestan: nada, nadie, ninguno.
Alguien deambula husmeando los últimos pasos,
los ayes que dejó en el aire, las voces que aún
se cuelan por debajo de las puertas. Alguien
bajo las sábanas húmedas de la medianoche
no logra conciliar el sueño, espera hasta la alta
desolación del alba esa noticia, ese ya, ese basta,
ese grito final que restablezca el curso de los días
y desate la voz sobre el vacío
excavado por años de silencio
y miedo.
PAÍS DE NADIE
Bienaventurados los que pierden toda patria
porque de ellos será la luz de su propio dominio.
Pero la patria no es de nadie cuando cualquiera
debe negarla tres mil veces ante extraños.
La patria ha sido confiscada en aeropuertos,
bancos, multinacionales, se arruga inútil como el billete
sin valor que la exhibe; la patria se va apagando
en la fotografía guardada – se deshace
con el aroma del último café.
La patria va quedando tirada
por las calles de todas las otras patrias
adonde un día huimos.
PASAJERO DE LAS SOMBRAS
Hacia el país de lo desconocido avanzo,
lento pasajero de las sombras.
Un cielo exiguo y bruno
alimenta mi inquietud con su cauda de lluvias metálicas
con sus descendimientos mágicos.
Soy el ciego viajero del corazón lunar.
Aquel que sube y luego cae,
el que se precipita tras el viento
como si fuera su destino.
Una ventana abierta a la noche
es mi alma sobre el abismo de la muerte.
El vértigo se llena de estrellas,
mi vacío, de palabras.
MIENTRAS CIORAN ENMUDECE
En las cimas de la desesperación
también el silencio,
la ebriedad del silencio.
En las cimas de la lucidez
también la alegría
de no ser nada.
En las cimas de la soledad
también la risa,
la máscara de la risa.
En las cimas del vacío
la rotundidad de un cuerpo,
el deseo.
En las cimas del deseo
también la rotundidad
de su vacío.
DE LA MUCHACHA ASESINADA
Ante quién,
por mis manos y pies hechos polvo,
mi rostro en su primera lozanía, calcinado,
por mis pechos cercenados esa noche,
clamaré restitución.
Ante quién,
por los días más bellos arrojados al fuego,
por la risa de la mañana, aniquilada,
la fuerza de mi sangre sembrada entre piedras,
tasaré la pérdida.
Ante quién,
del amor destruido, los sueños bajo tierra,
la belleza reducida a un montón de vísceras
abiertas, el deseo mutilado;
del grito y el sollozo sólo oídos
por las potencias indiferentes,
pediré respuesta.
Ante quién,
por la palabra todavía crédula o apenas ingenua
de la vida y el espanto que la ahogó,
obtendré explicación.
PERFECTA IRREALIDAD
Bienvenida, perfecta irrealidad,
dilución de la certeza en humos angélicos, espejismo,
claridad mutante hacia la tiniebla absoluta.
Bienvenida inconsistencia del tacto, visión dudosa
que nos salvas del dogma,
de creer que creemos.
Bienvenida, refracción íntima de la luz
en el núcleo seroso del cáncer que aniquila
la fe, el confiado vigor del músculo
y el impulso sensual.
Bienvenida, fatiga sabia
que creces y te adensas
tranquila en las arterias.
Amiga que das tiempo
después de todo al tiempo.
Ya que permites ir a ninguna parte y al centro
de la nebulosa donde sólo hay silencio.
Ya que dejas reinar sobre el cuerpo
un vago sol de náusea, ya que dejas morir sin ruido
ese animal voraz que dentellea bajo la piel: el amor
y todas sus crías deletéreas, ya que asfixias la rabia,
ya que pudres antes que alcancen a brillar
las peligrosas, ambiciosas ensoñaciones del cerebro,
ya que humillas la sangre con la mano invisible
que también agacha los jardines, ya que subes
por los dedos afianzando la música que perderá
los sentidos, ya que doblegas la primera mirada
que busca afuera la salida del laberinto, ya que
nada pueden, nada podemos ante ti,
contra ti,
no dejes libre entonces
ninguna fisura
ninguna herida olvidada
ningún pavor suelto.
Pedro Arturo Estrada (Girardota, Colombia, 1956)
Ha publicado Poemas en blanco y negro (1994); Fatum (2000); Oscura edad (2006); Suma
del tiempo (2009); Des/historias (2012); Poemas de Otra/parte (2012); Locus Solus 2013); Blanco y Negro (Nueva selección personal de textos) (2014) y en breve aparecerá
su libro Monodia y otros poemas.
Es Premio Nacional Ciro Mendía en 2004, Luciano Pulgar 2007 y Casa Silva, 2013, entre otros. Sus textos aparecen en diferentes antologías nacionales y del exterior. Ha participado también como invitado en distintos eventos y festivales de poesía en Colombia y Nueva York, donde reside actualmente.