De la sabiduría de los antepasados

Rogelio Martínez Furé

[Poesía anónima africana]

 

 

El proverbio es el caballo de la
Palabra; cuando la Palabra se
pierde es con ayuda del proverbio
como se la vuelve a encontrar.

Proverbio  yorubá.

 

“¿Quién sabe la verdad?... El
que golpeó… y el que recibió los
golpes.”

Proverbio kabila.

A los que se aman,
les basta un vistazo para reconocerse.

Congo.

 

Si no amas a alguien, aunque se mate por ti,
no sentirás su fatiga.

Mandingadiola/Fulbé, Guine.

 

Cuando el amor se desgarra,
no se le puede recoser las orillas.

Malgache, Madagascar.

 

Hay algo peor que la muerte,
el miedo a la muerte.

Bantú.

 

El exilio es el hermano de la muerte.

Kabila, Argelia.

 

Quien disfrute que se apure.
La vida no dura,
la muerte alarga su mano.

Kabila, Argelia.

 

Somos los habitantes de aquí abajo,
somos también los de otra parte.

Banya, Ruanda.

 

Los hombres mueren, pero sus palabras
pueden vivir para siempre.

Akán, Ghana.

 

Se inquieta respecto a la tumba que habrá de cavar
para un hombre de alta talla, y resulta que éste se
ahoga en el río.

Bámbara, Malí.

 

Si has oído decir a alguien que el sol seca siempre
todo lo que se muestra, pregúntale dónde está el río.

Fulbé.

 

El agua del río corre sin oír al hombre que tiene sed.

Kikuyu, Kenia.

 

Dios es proveedor de buitre ciego.

Bámbara, Malí.

 

El río se vanaglorió, y Dios le puso vado.

Malinké. Malí.

 

Ála le da fortuna a todo el mundo, menos al que
se pasa la vida durmiendo.

Malinké, Malí.

 

Dios no le muestra su camino al huérfano.

Kabila, Argelia.

 

La pequeña serpiente que se entierra alcanzará la
mayoría de edad, pero el débil que gusta de revelar
los defectos y taras de los grandes no nació para
vivir mucho tiempo.

Malí.

 

Cuando un mono ha probado la miel en un árbol
ya no quiere poner su mano en la arena.

Tsonga, África del Sur.

 

Despacito, despacito acabarás por atrapar al mono
en el palmar.

Wolof, Senegal.

 

Las lágrimas del perro corren por dentro.

Tsonga, África del Sur.

 

Cuando se quiere a un perro se soportan sus pulgas.

Pigmeos, Gabón.

 

El que es víctima de la pantera
no debe esperar buen trato.

Akán.

 

Dos panteras no pueden cohabitar
en la misma guarida.

Malí.

 

Cuando el gato no está,
las ratas son las jefas del granero.

Mandinga/Diola/Fulbé, Guinea.

 

En la casa del avaro
los ratones están más gordos que él.

Bámbara, Malí.

 

No embarques nunca al cocodrilo en tu piragua.

Congo.

 

La gracia del burro es morder.

Bereber.

 

La abeja no pica a la abeja.

Pigmeos, Gabón.

 

Hay que reconocer que la liebre es rápida corriendo
aunque sea nuestra enemiga.

Malí.

 

Si el gallito abandona el camino de sus padres,
los retoños de la grama le atravesarán el pecho.

Bámbara, Malí.

 

El que come el huevo no piensa en el dolor que le
costó a la gallina.

Yorubá, Nigeria.

 

Los espíritus malvados mueren
frente a la virtud y el coraje.

Swajili.

 

Cada hombre quiere ser un rey en su propio castillo.

Akán, Ghana.

 

Se conoce la tierra por el barro, el cielo, por la luna.

Amhárico, Etiopía.

Dos leones se respetan mutuamente sus melenas.

Tsonga, África del Sur.

 

Más le valen tres patas a un tigre en la selva que
cuatro en una trampa.

Pigmeos, Gabón.

 

La cebra no se deshace de sus rayas; la corteza de
un árbol no se adhiere a otro.

Masai, Kenia.

 

El fuego engendra la ceniza.

Kabila, Argelia.

 

Mientras más leña eches, más llama crece.

Jasaniya, Mauritania.

 

Cuando el gran baobab cae,
las cabras escalan sus ramas.

Malí.

 

La hormiguita blanca roe los árboles gruesos.

Pigmeos, Gabón.

 

Porque uno tenga dos pies, no puede subirse a
dos árboles.

Amhárico, Etiopía.

 

Por donde pasa el lenguaje del tambor,
ningún camino pasa.

Akan, Costa de Marfil.

 

Cuando la música cambia la danza debe cambiar.

Jausá.

 

Aunque salido del mismo seno,
cada uno de nosotros piensa distinto

Akán.

 

No le preguntes al huérfano si conoce las lágrimas.

Kabila, Argelia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando no hay ancianos el pueblo se echa a perder.

Yoruba, Nigeria.

 

Más vale un viejo letrado que un joven inculto.

Amhárico, Etiopía.

 

Quien tiene confianza en el hombre
es como el que ha agarrado la niebla.

Amhárico, Etiopía.

 

El hombre paciente sigue cociendo una piedra
hasta que bebe su caldo.

Fulbé.

 

El remedio del hombre es el hombre.

Wolof, Senegal.

 

Sí y paja no pesan.

Amhárico, Etiopia.

 

La mentira puede correr un año,
la verdad la alcanza en un día.

Jausá.

 

Cuando el corazón es capturado, el cuerpo es esclavo.

Jausá.

 

Pon tu mano sobre tu corazón:
él te hablará y tú comprenderás.

Kabila, Argelia.

 

Al que está de pie todo el mundo lo rodea:
al que está caído, nadie lo conoce.

Kabila, Argelia.

 

Estar sin un amigo es ser pobre de veras.

Somalia.

 

Las palabras vuelan como flechas,
pero las escrituras quedan.

Mandinga/Diola/Fulbé, Guinea.

 

Quédese hasta que su enojo haya pasado.

Kipsigis, Kenia.

 

La lluvia no cae solamente en un techo.

Efik, Nigeria.

 

Pedir, es honrar; dar es amar.

Warundi, Burundi.

 

No se puede detener el mar con los brazos.

Wolof, Senegal.

 

O bien congelarse, o bien incendiarse.

Amhárico, Etiopía.

 

Ayer fue ayer, mañana será mañana;
hoy, bebe y come.

Fang, Gabón.

 

 

Los proverbios son pequeñas joyas de la sabiduría popular transmitidas de generación en generación, tan antiguas como la experiencia humana. Bajo el lenguaje simbólico, o abriéndose paso directo, como un puñal, se ocultan meditaciones profundas, valores abstractos. Son la larga experiencia vivida por los antepasados que la tradición trae al presente concentrada en una frase breve.

La poesía del proverbio radica no sólo en sus imágenes concisas, sino en su permanencia de ser el verbo del pasado que se niega a morir. Ayudando a encontrar la palabra perdida, como dicen los yorubá, en las charlas cotidianas, en las narraciones nocturnas, en los estribillos de los cantos, el proverbio mantiene la presencia de aquellos que nunca han partido y que según el poeta senegalés Birago Diop, no están muertos.

Así se trasmiten, de boca en boca de ancianos a jóvenes. Son valores esenciales de las sociedades africanas y de profundo humanismo.

Rogelio Martínez Furé

Rogelio Martínez Furé (Matanzas, Cuba 1937)
dejó inconclusos los estudios de Derecho y  se consagró a la investigación del folclor cubano y de las civilizaciones africanas.
Profesor, crítico, ensayista y compositor ha traducido diversas obras y brindado asesoría a instituciones culturales. En 1962 fundó el Conjunto Folklórico Nacional de Cuba.
Entre sus numerosos trabajos publicados tanto en Cuba como en el extranjero se encuentran:
Poesía anónima africana, Diálogos imaginario, Diwán, Poetas de lenguas africanas y Pequeño Tarikn. Entre otras distinciones fue distinguido con el  Premio Nacional de Danza
e Investigación Cultural y Doctor Honoris Causa del Instituto Superior de Arte de la Habana.

 

Fuente: Rogelio Martínez Furé. Poesía Anónima Africana. Editorial Arte y Literatura. La Habana, Cuba, 1985