Teresa Fornaris
ESTA ES TU ALTA CASA
Esta es tu alta casa
frente al mar
frente a la vida de otros que corren por tus venas
donde los adolescentes descuidan sus pasos
y se besan en las ruinas
Esta es tu alta casa
cerca de los marineros anclados en tierra
cerca de las ideas que hacen de la playa un desembarco
cualquiera podrá agitar el uniforme
gritar que quiere paz
y besarse en la ruinas
frente al mar
Esta es tu casa
aquí falta una idea
una bandera blanca
un beso.
LA PORCELANA ROTA
La porcelana rota
ha caído otra vez
Recojo las partes
una a una
las enmiendo
y vuelo a colocarla
al borde de la mesa.
TRAS EL CRISTAL
...el absoluto silencio en la limpieza de las cosas
la máquina infame
sus partes móviles o vivas
Los que están detrás de las máscaras
me observan de otro modo
creen que los acuso
y los acuso de veras
Analizo sus pulgares chasqueando
y adivino el sonido que los embobece:
el líquido cayendo
interminablemente
la caja de metal
el brazo también interminable
Siento un placer malsano
en la observación de las esquinas
en escuchar sus pobres comentarios
blandidos como espaditas vegetales
a los que soplo el viento frío de mis argumentos
Pero soy tan frágil
como el cristal que nos separa
⁄⁄ más que la máscara que ninguno advierte ⁄⁄
Hago el camino de regreso
otra vez el silencio
Las palabras no son lo que ellos imaginan.
Leymen Pérez
las calles sin asfaltar tienen olor a Rusia. la maldita Rusia por todas partes, hincándonos el cuerpo, llenándonos los pulmones de polvo (Mayakovsky, el Gran Crujido, está acostado sobre la tierra roja después de la caída; se levanta y salta): ruido de asfalto, pieza de incertidumbre, yo, ¿yo? en cualquier dirección que miro un endurecimiento del alma, una contracorriente, que hierve a fuego lento como un lamento, llamada Cuba.
las calles sin asfaltar tienen olor a Rusia, que es un árbol, una encina, un gusano que se come las últimas hojas e inhala el humo del disparo, el golpe seco de fe.
SIEMBRAS
El país que sembré en el patio no crecerá
El país antes del disparo de Mayakovsky
El país después del disparo de Mayakovsky
Sentado en el medio del Parque de la Libertad
en el medio de mí mismo
veo pasar las sombras de los otros
veo pasar mi sombra
la energía y vibración que no vuelve
que no está en la pólvora
en el aire
en la cicatriz
El país que sembré en el patio no crecerá
La tierra es poco fértil es amarga
corta
larga
como el ruido del ferrocarril
que corta la vena la raíz de la ideología
oscura o clara según el horizonte
TRAÍDA DE RUSIA
Con el mismo dolor que rozo la madera miro una vieja fotografía
los ruidos se repiten una y otra vez como nombres que nada significan: Olga, Carmen, Magalys.
Mujeres que se hacinan en una isba, abandonan sus casas
y juegan sobre la cuerda floja como criaturas chatas que
no tienen qué comer, pero comen. Un sitio árido en el
horizonte puede ser hermoso con el mismo dolor y la
sequedad de los nudos apretándonos el cuello. Miro una
vieja fotografía. Se han acumulado demasiados silencios
en la madera que rozo, en la ropa traída de Rusia, en la memoria.
Demián Rabilero
MEMORIAS DE LA CÁRCEL
No hay nadie en esta noche que me anuncie
si la insistente tos va a amanecer
o quedará rendida de cansancio.
Nadie para contarme su derrota
o pedirme un abrazo para el viaje
porque con este clima no se sabe.
Nadie para apreciar la fina artesanía del barrote
de perfecta y premeditada aspereza.
Nadie para jugar a las cartas
y descubrirle un sentido a la vida en las apuestas.
No van a venir a enseñarme
el manojo de poemas el último acorde de guitarra.
la brillante idea para volverse millonario
imaginada en un desplante de alcohol y anfetaminas.
Nadie va a regalarme el incunable mapa
que indica la puerta de salida de este laberinto.
No me van a invitar a trasnochar
ni a ir al zoológico o al desfile
u otra propuesta absurda.
No escucharé a nadie hablar mal del país
y definitivamente ninguna mujer se acercará
en plena madrugada a pedirme a esa hora
que la invite a una taza de té y unos masajes.
Tan solamente agua y algún sol de limosna
En la estrecha litera que esta noche es mi isla.
MUTANTE
La pradera infinita
El animal acechando tus pasos
Lo que escribo y no escribo
Las profundas
Las terribles libélulas.
La sed del otoño.
La neblina en el vaso.
ETERNIDAD
La eternidad, ciervo.
Tus inocentes, blancos, enormes ojos
son la eternidad.
Ojos asesinados, limpios, secos.
Que no ven más allá
de la córnea mutilada por el alba.
Que no verán al cazador
ni escucharán sus pasos en el bosque.
Ojos de ciervo, ciervo. Ojos tuyos.
Múltiples ojos de mosca
que pasea iracunda y borra las entrañas.
Cómo escapar ciervo.
Cómo pradera y hembra y follaje.
Cómo reyes en nuestro reino.
Ahora que no sirve saber lo que no viste
y que tus ojos no verán el aviso
(que tú ya no traerás)
de mis difuntos
y no verán al cazador
y el alba los corromperá.
Y no nos servirá la eternidad
Porque no nos veremos.
INNISFREE: OTRA VEZ
Habitaremos Innisfree.
Colocaremos el lago de agua limpia, la ceiba, el peñasco para la oración.
Plantaremos la hierba, el algodón que tejerán tus manos, el noble trigo.
Aquí la casa de los niños, cuatro hoyuelos mestizos desordenando todo.
Aquí mis libros, tu piano, el altar de tus santos.
Aquí el papel para grabar despaciosamente tus palabras
Las que nadie creyó hasta que mis oídos no las abrazaron.
Aquí el horno, allí la mesa, allí la cama.
Habitaremos Innisfree me digo
Mientras tu voz, a través de los trenzados cables del teléfono
Me avisa que todo ha terminado.
Edwin Reyes Zamora
MEMORIA AFECTIVA
Alamar: barrio periférico al este de la Habana, edificio con
reja sobre un terreno duro donde los árboles crecen al revés
y la familia visita a sus muertos en la costa.
Como en una novela de Proust, viendo a mi padre alimentar
el fuego mientras copos de nieve golpean la ventana, el
mismo escenario, los mismos personajes resucitan.
A veces la memoria es un cuerpo en descomposición.
Mi cuchara de albañil raspa tanques de basura, bajo la insistente
alarma de combate, esquivando el reflector fronterizo.
Si pudiera refugiarme en el trono del dios, con un revólver
dispararía cinco proyectiles contra el pecho lanudo de mi prójimo.
Como en una novela de Proust, viendo a mi padre abandonar
el Fuego y ponerme delante dos pastillas rojas junto al vaso
de agua con azúcar.
CUARESMA
Morir es perder el presente—ha dicho Marco Aurelio.
Más,
¿los que nunca poseímos el presente hemos estado
siempre muertos?
No—dice mi madre—porque la muerte es dulce—y abre
la puerta de la casa para que el viento, que desde los
pinos llega, nos arrastre.
TARJA
Lazar Dzotov, oriundo del pueblito de Dur-Dur, el 15 de agosto
de 1941, en los arrabales de Voronezh, barrio de las colonias
obreras, forzó el rió con dos secciones de ametralladoras
destruyendo tres puntos de fuego que impedían el paso a una
unidad. Herido mortalmente en el combate, escribió su legado
en un trozo de papel y lo entregó a sus camaradas:
El hombre es semejante en importancia
a una espiga de trigo, resuelve con
frugalidad el problema de alimentación
y sus desechos sirven como abono.
Padrecito, no desmayes, deja que el sol
dore tus puntas, que te meza el viento
de la vida.
LA PÉRDIDA DEL PAN
¿De qué modo
Piotr Alexeievish Kropotkin
observaba el cadáver
de una ardilla
frente al Kremlin?
¿Estilete oxidado
en la sien izquierda?
¿Punto neutro
de reposo pendular?
porque el discurso político
se distiende
entre dos puntos
y el discurso poético
quebranta esa línea
¿asistimos a la
anticipación-prolongación
del pudridero?
Sobreentendida la idea
no tuvo otro remedio que
levantarse
¿a escasos centímetros
del sol-trópico?
Por encima de esta esfera
¿se organiza el mundo?,
por debajo
¿la refracción del mundo?
¿Arquetipo que también
es la copia de la copia
del modelo fractal?
Mas
en la equidistancia,
¿en la iridiscencia?
¿De que modo
Piotr Alexeievish Kropotkin
observaba los nuevos
brotes primaverales
en una cárcel parisina?
¿Esquivando el fondo
musical percutivo?
¿Cómo de maderos
contra el cráneo
de un recluso?
Lizabel Mónica
MADRE Y SOFÁ
Una madre y un sofá
en medio de paredes de oscilantes
fronteras blancas
Luyano, La Habana, 2007
LA HOJA DE OTOÑO
Pálido, del otoño.
(Grave.)
De ensueños.
Debajo la calidez que se deshizo en las aguas. Pálida luz.
Reflejada en la tersura de tus cortinas. Como oculta tu espejo días murientes. Pálido
que antecede al invierno.
Dejado en la afonía del vocerío de hojas secas el crujido.
Como si vida y muerte en un instante… Hojas verdes.
Como si hubiera agua en las venas de la hoja seca. Como si hubiera venas en la hoja
seca.
S/T
con Nailé
no h
ay en la ciudad nada cobija
cavernada un hueco donde meter la nariz
y echarse
-como si una fuera una animal
como si una fuera
una persona-
echarse
sobre si misma.
la ciudad está atestada de habitáculos
y no hay recintos
a echarse
cansancio y pesadumbre en el cuerpo pesadumbre desasistida,
no hay una superficie encavernada
para estar, y descansar el aliento
oloroso y abrasado.
caver
nada más desolador
ir en un autobús de caras rumbo a casa
mirando desde la ventanilla calles
de La Habana
al atardecer - luego haber pasado todo el día repitiendo las palabras de
Escobar-,
junto a ella sin poder tomarla de la mano.
CONQUISTADORES DEL MUNDO
lanzado en el anillo mudo de sillones directivos de la terminal
sucumbe un insecto en lucha con sus propias alas
adheridas a la sábana verde pálido
del par de incubadoras
camión es
en mesa de cirugía facial
lo que en terminal de transporte público
utensilio o sutura
esa boca torcida de la cuidadora contratada por la institución
cuando
pasadas cicatrices y dolores
leves la mujer y el jefe de departamento cargas pesadas
contraen nupcias
en poco tiempo consiguen
tener al par de criaturas
y a pesar de
ser
prematuros
el día del parto los padres narran de manera eufórica
-claro que ella con menos fuerzas que él-
ilustres destinos de tales infantes
fuertes y viriles y conquistadores del mundo
una vez que sobrepasen este corto estadio
de sueros y tubos y manos enguantadas
El tiempo que destruye la isla. Notas sobre la última poesía cubana
Branca Novoneyra
1
La diversidad libera a los poetas cubanos. Lo ideológico se atenúa, también la ruptura con las anteriores generaciones. Los nuevos poetas construyen un discurso en deuda con un mundo que ya no existe. Como no podía suceder de otra forma, practican una poesía de acción, una poesía desde y hacia el cuerpo. Un cuerpo que necesita recuperar su dimensión política emancipándose de lo ideológico que lo constriñe, entonces se construye exponiéndose en el espacio público, redefiniéndose; enumerando lo que les falta, lo que no les gusta, lo que han perdido.
La multidisciplinariedad es el indicador de su diversidad. Hay poetas que cultivan el Spoken Word y el Hip Hop creando formas combativas y rítmicas que suman al discurso artístico marginalizado por el sistema. Entre los poemas que construyen este discurso encontramos «La pérdida de pan» de Edwin Reyes Zamora, que distingue entre el discurso poético (crítico) y el político (ideológico) y escribe: «porque el discurso político / se distiende / entre dos puntos / y el discurso poético / quebranta esa línea»[1].
Numerosos poetas expanden su palabra fuera de los márgenes de la edición –graban discos, activan performances, pintan graffittis– mostrando la desestructuración sociopolítica a través de acciones performativas, musicales y visuales que, semejantes a rituales, activan la crítica al poder en el espacio público.
2
La imposibilidad de apresar el tiempo actualiza la visión insular desde la quietud, como lo hace Derbys Domínguez en su libro Residuo: (la isla es) «un barco que se detuvo hace siglos en el agua / y que nada, ni el fuerte viento lo puede mover»[2]; o la ciencia ficción de Aymara Aymerich: «en El Cabaret hay ciertos problemas migratorios y algunas inspecciones de rutina en las fronteras, pero Usted posee sus ventajas: su ticket ha sido y será durante el TIEMPO: personalizado y gratis»[3]; o desde la enfermedad como propone Jamila Medina: «Una isla es un estrecho tajo / la gente se arremolina a sus costados a saborear el infinito / la peor enfermedad de sus habitantes / sobreviene cuando añoran volar»[4].
Los últimos poetas cubanos desvelan sus espacios de deseo asociándolos al viaje y a la huida. Atravesados por la emigración, nombran espacios lejanos y míticos donde crecen los sueños y las posibilidades. También los espacios urbanos y privados se multiplican. Parques, plazas, terminales y cuartos que, unidos a la naturaleza mágica, activan las creencias y las supersticiones populares.
Estos poetas edifican una iconografía simbólica con la que interpretan su realidad, sosteniéndola y guardándola. Pero, lo que a nosotros nos parece bello y exótico es, en cierta forma, una interpretación realista de lo cotidiano. La naturaleza y sus fenómenos temporales, ciclones, huracanes y lluvias torrenciales, son castigos que destruyen el territorio y aceleran un proceso desgastado.
Debemos desactivar el exotismo en nuestra mirada, esa óptica desenfocada hacia un sistema de símbolos, hacia esa barroca simbología de lo natural. Al descodificar, al descubrir el código simbólico de los poemas, el exotismo desaparece y emerge la denuncia de lo precario comunitario.
A través de un código compartido, los últimos poetas cubanos trasladan su experiencia y oponen el pensamiento mágico a la adversidad y la carencia. Despliegan una forma de pensamiento que es una forma de resistencia. Redensifican los símbolos extraídos de la tradición poética y de la popular. Estos símbolos nos parecen exóticos, son en realidad resistentes.
La última poesía cubana interpreta una vivencia sitiada del tiempo que combate con sueños y visiones líquidas como las del poema de Marcelo Morales:
Son impenetrables los caminos infinitos
a través de ellos se expande nuestra muerte.
Está muy negra la noche,
me sirvo un vaso de agua,
el tiempo no me retiene.
Gotas de lluvia golpean los cristales[5].
3
«Durante toda la tarde me escondía, / casi sin respirar, para que no me encontraran, / sepultada, en la caja de agua»[6]. «Casa de agua» es un poema de Liudmila Quincose que hace referencia a la construcción del cuerpo a través del juego de esconderse y adaptarse a espacios contenedores de agua. Así, el cuerpo de la poeta es agua como todo lo que la rodea.
A través de acciones cotidianamente femeninas, Lizabel Mónica visibiliza la restricción que ha mermado la participación de la mujer en lo público y en la historia:
La costura es invisible para el que no ha hecho uso de la aguja sobre las vestiduras. Quedan entre las manos, en el tejido de la piel que hizo contacto con la pequeñísima herramienta metálica, las historias del cosido, las ilaciones abortadas, las rupturas, el entrecruzarse, el azar descrito por los nudos. La aguja calla más que dice. La aguja juega a ocultar. Y sobre todo juega a que desconoce el agujero y sus entradas[7].
El discurso feminista se posiciona en la nueva poesía valorizando la acción minorizada de las mujeres frente al machismo de la sociedad caribeña. En este ámbito de contestación encontramos los versos de Nara Mansur:
No desmerece servir la mesa ni lavar los platos,
ni barrer las sobras ni tratar de ahorrar
lo que se pueda.
Y sufrir un poco y por los otros
te hace más grande, creo.
Pero no vayas a medirte a la pared porque
la marca
puede ser la misma. La misma
de la última vez[8].
El cuidado es la marca del rol femenino que imposibilita el avance de la mujer en otras facetas. También Jamila Medina, a través de la hiperreferencialidad y la adicción, trata la violencia ejercida sobre el cuerpo femenino:
La piedra de la locura, la piedra lunar, la piedra angular,
la piedra
filosofal
se puede extraer por la nariz y embalsamarte rápido
o puedes dejarte podrir emparedada en tu propio cuerpo
de junco de molino de trigo de mancuerna de espigas del arroz[9].
4
Explícitos, biográficos, crudos en sus torrenciales descripciones, los poetas reflejan la violencia dormida en su comunidad. Asociadas al fenómeno de la emigración hayamos múltiples desapariciones que definen la naturaleza negativa del viaje y las fronteras que potencian espacios de deseo como los de este poema de Teresa Fornaris:
Desde la nada que he visto
regreso al parpadeo de las luces
al espacio de siempre
al tren detenido
que advierte la intermitencia de sus rieles
≈un camino invariable≈
Rodeado como yo de porciones de isla
días que repiten sus ánimos
sus límites precisos
cuanto valdría extenderse
intentar la línea que se aleja
dejar atrás el agua
El agua[10]
La temática familiar atraviesa sus poemas. Las referencias son amplísimas con posterioridad a un traumático Período Especial que en los años noventa ligó fuertemente la supervivencia al núcleo familiar. Se asume la familia como soporte básico contra la carencia y lo precario. Yunier Riquenes se queja en este poema:
Por qué tienen que maltratar a mi madre si lo único que quiere es un baño de azulejos blancos. Sale en la mañana y vuelve a la tarde; trabaja y trabaja. Sueña con fumar y leer periódicos aunque las noticias sean las que sean. Le repite a los niños en cada clase tienen que amar y respetar a los héroes; enseña a los niños a cantar el himno a garganta viva. Mi madre sueña con el baño de azulejos blancos y un techo que permita guarecerse de la lluvia, ahora la lluvia es más feroz y en este lugar caen granizos hasta en las peores sequías[11].
Lo familiar y lo cotidiano se entrelazan en una cadena repetitiva que gasta el tiempo. Beber, fumar, esperar la quietud y el vacío, son mantras para sobrevivir a lo perdido; así lo escuchamos en este poema de Demián Rabilero:
Desposeído por la crecida última del río
Yo suspiro y tomo mi cerveza y pago cuentas y seduzco y fabulo
Y tus palabras son las de los demás que nada saben
O son el arquetipo de un gato que pudo ser un tigre
O una célula nadando en el amniótico o en el mar o en la nieve
Que es escribir ensoñación o espejismo desde el centro del trópico
Que es escribir conejo blanco de la muerte y hacer la mueca de rigor
Para que tu palabra parezca por un rato una puesta de sol[12].
La diversidad puede construir otra comunidad y alejarse de lo cubano como marca de cierre. Walfrido Dorta apuesta por una literatura cubana alejada de un capital simbólico agotado y cercano a esa mirada turística que convierte la isla en un parque temático. A Dorta le interesan los poemas que articulan «una impersonalidad y una impoliticidad» dentro de una comunidad «múltiple, inoperante, negativa, imposible y disfuncional»[13], es decir, una comunidad alejada de la homogeneidad de lo compartido.
5
El lenguaje que atraviesa el silencio posee múltiples formas y centros que absorben tiempos y objetos perdidos, lugares soñados, personas desaparecidas, geografías heredadas y simbólicas anegadas por el agua. Su discurso lo transporta un lenguaje que mueve el pensamiento, la palabra y la acción. Enumeraciones, repeticiones, encadenamientos y preguntas comunican confesiones, secretos, frustraciones y avisos que materializan el silencio.La última poesía cubana bebe de fuentes diversas. Acude a la filosofía y a la historia, que combina con formas coloquiales para nombrar lo cotidiano con potencia tensa del habla. Los poetas orientan su mensaje al grupo, emplean la prosa poética y el verso libre en una iconografía popular engarzada con figuras visuales y acústicas. Además, incluyen términos científico-digitales, imágenes oníricas y múltiples préstamos de otras lenguas y poéticas. Con este background sincrético documentan descriptivamente sus intensas percepciones de lo real.
6
Sus imágenes activan la memoria: «Miro una vieja fotografía. Se han acumulado demasiados silencios en la madera que rozo, en la ropa traída de Rusia, en la memoria». El silencio y el olvido se desbordan condicionando la reinterpretación de lo colectivo en los versos de Leymen Pérez:
También vivimos en una esfera. Todavía no nos han devuelto las balsas, aquellos bultos, sus sueños. [...] Duermen, quizá algunos estén haciendo sus palabras, otros cepillan sus dientes –por esta edad no son tan amarillos-. Fuman, dan besos, también se intercambian buches. Ahora sé. Sí que sé. Que ellos han sido, lo fueron, serán valientes. Ahora sé. Que no hay poder en las trusas sin cuerpos, que no hay mar sin ahogados. Yo escribo de estos tiempos, ustedes deambulen. Yo descubro alguna belleza en unos ojos rasgados, hablo. Ustedes entréguense. Amén[14].
La memoria recobrada niega las interpretaciones impuestas, resiste, como en estos versos de René Coyra:
no he dado cambio ni seña
no me he arrodillado bajo ninguna luz
ni oscuridad alguna me ha vencido.
no cuento los días, no rezo
no predigo, no compro flores
no regalo más que mi desconfianza
mis puentes[15].
La última poesía cubana activa múltiples miradas sobre su espacio y tiempo, comparte una simbología engarzada en diversas temáticas de la dependencia y la carencia, con ellas, denuncia el silencio y construye una memoria activa y transformadora de lo real. En los anteriores versos y en los siguientes poemas de Teresa Fornaris, Leymen Pérez, Demián Rabilero, Edwin Reyes Zamora y Lizabel Mónica, descubrimos las claves de la nueva poesía cubana. Estos cinco poetas han publicado su primer libro después del año 2000. Algunos viven en la isla, otros residen fuera. Ellos, ellas y sus poemas construyen una mirada nueva a través de viejos agujeros que es esencial en la última poesía de la isla.
1 Mónica, Lizabel, «Distintos modos de evitar a un poeta: poesía cubana del siglo XXI», Guayaquil, El Quirófano Ediciones, 2012
2 Domínguez, Derbys, «Residuo», Matanzas, Ediciones Albadón, 2008.
3 Aymerich, Aymara, «El cabaret de la existencia», La Habana, Letras Cubanas, 2004.
4 H. Palao, Yanier & Yussef, Luís, «La isla en versos. Cien poetas cubanos», Holguín, Ediciones La Luz, 2011.
5 Morales, Marcelo, «El mundo como objeto», La Habana, Ediciones Unión, 2007.
6 Mónica, Lizabel, op. cit., p. 13.
7 Ibíd., p. 20.
8 Ibíd., p. 35.
9 Ibíd., p. 43.
10 Bernier, Juan Antonio & Fernández, Fruela, «Dejar atrás el agua. Nueve poetas cubanos», Córdoba, La Bella Varsovia, 2011.
11 Ibíd., p. 21.
12 Rabilero, Demián, «Palabra de suicida», Santiago de Cuba, Ediciones Santiago, 2012.
13 Dorta, Walfrido, «Olvidar Cuba: contra el lugar común», en: Diario de Cuba. 9 de diciembre de 2012. http://www.diariodecuba.com/de-leer/olvidar-cuba-contra-el-lugar-comun
14 Pérez, Leymen, «Corrientes coloniales», La Habana, Casa Editora Abril, 2007.
15 Coyra, René, «Yesca», Santa Clara, Editorial Capiro, 2011.
Teresa Fornaris (La Habana, 1971)
Graduada en Ingeniería Química, es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y de la Asociación Hermanos Saíz. Ha publicado Aqua-sex (Ediciones Letras Cubanas, 2000), Raya X (Ediciones Letras Cubanas, 2004), Encima de chapas de refresco (Ediciones Aldabón, 2007) y A propósito del Fast Track (Ediciones Vigía, 2007). Su poesía ha sido reconocida con múltiples premios y actualmente es Directora de la Casa de la Poesía en La Habana Vieja.
Leymen Pérez (Matanzas, 1976)
Es Licenciado en Estudios Socioculturales, además de poeta y editor. Ha publicado Números del escombro (Ediciones Matanzas, 2002), Pared con grabado de Pollock (Ediciones Matanzas, 2004), Circo artesanal (Ediciones Ávila, 2005), Hendiduras (Ediciones Albadón, 2005), Tallador de ruidos (Reina del Mar Editores, 2005), Transiciones (Editora Loynaz, 2006) y Corrientes coloniales (Casa Editora, 2007). Ganador de numerosos premios y menciones poéticas, su poesía ha sido ampliamente antologada dentro y fuera de Cuba.
Demián Rabilero (Santiago de Cuba, 1972)
Poeta y realizador audiovisual. Ha publicado Todas las despedidas del mundo (2004), Palabra de Suicida (2012) y El Hombre Invisible (2014) en Ediciones Santiago
Edwin Reyes Zamora (La Habana, 1971)
En el año 2004 obtuvo el primer Concurso de Poesía Experimental, convocado en la celebración del Centenario de Salvador Dalí y auspiciado por la Embajada de España en Cuba, y el Premio Luis Rogelio Nogueras. Autor del libro de poemas Catalepsia (Extramuros, 2005). Ha sido mencionado en el concurso La Gaceta de Cuba en el año 2007 y también en la pasada edición 2013. Ha participado en el CD Alamar Express y sus textos han aparecido en revistas nacionales y extranjeras.
Lizabel Mónica (La Habana, 1981)
Es escritora y artista multidisciplinaria. Coordina la Revista Desliz desde 2007, proyecto cultural en Internet que comprende diferentes facetas. Entre su obra digital destaca la iniciativa “Cuba Fake News,” un espacio de escritura colectiva donde se publican noticias falsas sobre Cuba. Mónica ha publicado prólogos y compilado antologías críticas sobre poetas como Octavio Armand y Juan Carlos Flores. En 2012 lanzó su edición prologada de poesía cubana actual Distintos modos de evitar a un poeta: Antología de poesía cubana del siglo XXI. Su primera novela Tim sin Tina está pendiente de publicación en La Habana. Su más reciente libro de poemas Nudos, será publicado por El Quirófano Ediciones, Ecuador.
Branca Novoneyra (Lugo, 1976)
Es artista escénica y autora de dos libros de poemas, Dentro do Laberinto (Espiral Maior, 2009) y Cristal escuro (Follas Novas, 2012). Ha presentado sus propuestas escénico-poéticas en Francia, Portugal, Alemania, Cuba y Japón. Actualmente es Concelleira de Acción Cultural en Santiago de Compostela.
Su poemario Dentro del Laberinto está a punto de publicarse en versión bilingüe en la editorial Lapsus Calami.